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El culebrón de las series egipcias en Ramadán

Las telenovelas ya no encuentran en el mes sagrado su temporada alta como antaño sino polémicas y huellas del control del régimen sobre la televisión

Fotograma de 'El final'. En vídeo, tráiler de la serie.

Las famosas series de Ramadán egipcias han traído polémica. Antaño celebrados en el mundo árabe, sus populares musalsal o culebrones, que tienen en el mes sagrado del islam su temporada alta, han pasado de ser punta de lanza de la influencia cultural egipcia en la región a cosechar contundentes críticas en los últimos años a un lado u otro de sus fronteras. Una decadencia que aumentado junto con el control, ya sin precedentes, que el régimen ejerce sobre el sector audiovisual.

Este año, la primera controversia se la apuntó El final, un telefilme de ciencia ficción ambientado en un futuro distópico en el que Israel habría desaparecido de Oriente Próximo. Aunque se trata de un detalle menor en la serie, el Ministerio de Exteriores israelí lo calificó en un comunicado de “completamente inaceptable”. Después, El príncipe, protagonizada por el controvertido cantante y actor Mohamed Ramadán, suscitó críticas por una escena en la que se rompe un pasaporte egipcio. Y la semana pasada, el presentador de un programa de inocentadas a celebridades fue vetado de cualquier medio del país por una trifulca similar. El portavoz de la compañía propietaria de la productora de El final y El príncipe, Hossam Saleh, considera que “aún es demasiado pronto” para criticar las series, mientras declina responder a más preguntas.

El año pasado, la temporada de Ramadán tuvo una acogida particularmente mala entre la audiencia y la crítica, que reprobaron su carácter repetitivo, hiperbólico y poco innovador. La temporada anterior ya había generado una agria polémica: Sudán llegó a convocar al embajador egipcio en Jartum con motivo del contendido de un telefilme.

Aunque el control de los medios y la industria del cine por parte de las autoridades egipcias es algo constante desde hace décadas, las organizaciones de derechos humanos alertan que la presión se ha agravado con el presidente Abdelfatá Al Sisi, quien ha ampliado el dominio de su régimen sobre el mundo artístico. A los populares culebrones les llegó el turno en 2017, año en el que la Administración irrumpió con fuerza en el sector, afectando directamente a su volumen de producción y, para muchos, a su calidad.

En el centro de esta intervención se encuentra el Grupo Unido para Servicios de Medios, un conglomerado fundado en 2017 y vinculado a los servicios de Inteligencia, según han recogido diversas investigaciones periodísticas. El grupo posee, entre otras empresas, compañías productoras, múltiples cadenas de televisión y empresas de publicidad, lo que le garantiza el mando sobre todas las fases de producción del sector.

Más de la mitad de los telefilmes del pasado Ramadán fueron realizados por su productora de referencia, Synergy, que acapara en torno al 40% del mercado según sus propios datos. Su extensa presencia vuelve a repetirse este año, y suyas son la mayoría de las series más esperadas de la temporada, incluidas El final y El príncipe. “Synergy es el brazo productor de las autoridades,” señala un guionista y productor de televisión, que prefiere mantener el anonimato por la sensibilidad del tema. “Es como un pulpo, pone sus (tentáculos) en los canales, las compañías mediáticas y productoras”, agrega, “de modo que producen, distribuyen y emiten. Es un círculo”.

También en 2017 se estableció el Consejo Supremo de Regulación de Medios, un órgano que se encarga de supervisar la escena mediática de Egipto. Entre sus múltiples comités figura uno dedicado al contenido dramático, y un segundo centrado en las emisiones de Ramadán. Otras organizaciones dominadas por el régimen, como el Sindicato de Medios del país, cuentan con comités parecidos, que han sido igualmente criticados por restringir la creatividad y controlar las producciones

Este férreo control del sector ha hecho saltar las alarmas. Cada vez más egipcios optan por cambiar de canal y seguir las series de países vecinos, sobre todo las producidas en Turquía, que gozan de una inmensa popularidad en el mundo islámico.

Este año, con todo, las expectativas en las series de Ramadán volvían a ser altas, más aún a raíz de las medidas para contener la pandemia de coronavirus, que fuerzan a los egipcios a pasar mucho más tiempo en casa. Estas limitaciones han obligado a la industria a audiovisual a acelerar ritmos de producción. Algunas compañías han recortado personal y han reducido el número y la duración de los episodios para poder cumplir con los plazos, según explican productores y actores.

“(Este año) Synergy sigue controlando la escena, pero permite que productoras famosas que dejaron de trabajar el año pasado reaparezcan bajo su paraguas,” observa un guionista y productor. “Creo que han aprendido la lección.” De momento, sin embargo, las series de Ramadán continúan acaparando más críticas que alabanzas en Egipto.

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