Momias resucitadas y ciudades antiguas: el problema con los ‘fakes’ históricos creados con inteligencia artificial
Arqueólogos e historiadores advierten de los riesgos de la reconstrucción artificial del patrimonio para el conocimiento cultural
Una publicación en Twitter con imágenes de “reconstrucciones de figuras históricas”, entre ellas, la presunta cara de una momia guanche, hechas con inteligencia artificial, ha generado mucha polémica. Tanta, que una semana después el autor del tuit volvió a republicarlas, pero esta vez explicando que se trataba de una reconstrucción “no fiable”. Había usado Midjourney, una de las plataformas capaces de crear una imagen a partir de una frase, y algunos arqueólogos e historiadores levantaron la bandera roja para advertir de los riesgos que suponen para el conocimiento cultural. Según dicen, las reconstrucciones del patrimonio hechas con inteligencia artificial (IA) crean fakes históricos, reducen el trabajo científico a un clic, refuerzan estereotipos y regatean los derechos de autor.
How to make forensically NOT reliable facial reconstructions with #midjourney.
— Javi Lopez ⛩️ (@javilopen) January 15, 2023
I will explain you in detail the easy process and all the prompts used in my most controversial thread of 2023 (so far) so you can experiment too.
Here it goes 🧵👇 pic.twitter.com/YfV45BB9HU
Pablo Aparicio, dueño de una empresa que realiza reconstrucciones virtuales en 3D o 2D del patrimonio, detalla que su trabajo combina los conocimientos históricos y la antropología, con las diferentes técnicas de documentación, para llevar a cabo una reconstrucción fiable de bienes arquitectónicos, obras de arte y yacimientos arqueológicos. Un solo proyecto puede llevar varios meses de esfuerzo, aunque trabajen en él varias personas.
Para reconstruir un castillo, por ejemplo, Aparicio explica que primero se hace un escaneado láser o fotogrametría digital de los restos de la propia construcción. Con una “base geométrica perfecta”, se plantea la hipótesis arquitectónica del edificio con programas informáticos como Blender u otro software 3D. “Empezamos a hacer las hipótesis en colaboración con arquitectos y arqueólogos que nos van marcando todos los pasos. Les enseñamos los avances y ellos nos dicen, por ejemplo, si los muros serían más altos o más bajos, si se ve de otra manera, dónde hace falta un tejado. Nos dan detalles de cómo tenemos que avanzar”, afirma el fundador de esta compañía, 3D Stoa - Patrimonio y Tecnología. “Es un trabajo que tiene que ser muy preciso y concreto. Tenemos que atender siempre a las modificaciones que nos planteen aquellos que nos los encargan”, prosigue.
El primer problema de las reconstrucciones hechas con IA generativas, tal y como argumenta, es la falta de concreción. “Por mucho que le pidas en un prompt [el comando] bien escrito que te diseñe un castillo de determinada manera, es imposible darle todos los detalles para que te haga algo preciso”, añade Aparicio. Las imágenes resultan muy llamativas, atractivas, y funcionan muy bien en las redes sociales. Al fin y al cabo, pese a lo bonito, se trata de una representación mentirosa, pero con una sensación de verosimilitud que lleva a la confusión. “Entregan una imagen que parece real o parece que podría ser real. Y ahí está el mayor problema. Ayuda mucho a transmitir en redes los fakes históricos, que no tienen nada de científico, pero que pueden parecer ciertos”, dice el arqueólogo e historiador.
Efecto batidora
La causa es la propia naturaleza de este tipo de tecnología, que utiliza como insumos unos bancos de datos desconocidos, que muchas veces se trata de cualquier cosa que circula por internet. El resultado final es una mezcla de todo lo que está en línea. “Las inteligencias artificiales tiran de lo que es más difundido. El Coliseo no lo van a representar reconstruido ni completo, como estaba en la antigüedad, sino que te lo van a representar en ruinas, como está en la actualidad, y eso también es totalmente incorrecto”, subraya Aparicio.
Alberto Venegas, profesor de Historia y doctor por la Universidad de Murcia, sostiene que la función principal de esas herramientas es la recombinación, por lo que reafirman estereotipos y perpetúan impresiones erróneas sobre el pasado. “No es siquiera remotamente parecida al pasado, solo una combinación masiva de todas las imágenes, sin importar el origen, la intención ni quién la ha hecho. Es la perpetuación de mitos o de imágenes que son ya lugares comunes que estamos muy acostumbrados a ver en los medios”, subraya.
Para ejemplificarlo, Venegas cita la “impresionante representación” de la ciudad de París durante la Revolución Francesa a través de las lentes de una cámara GoPro que también circuló con éxito en redes. A su juicio, “cualquier historiador” vería que París en esas imágenes no es el París de la Revolución, sino el del segundo imperio y de la tercera República. Sin embargo, en el imaginario colectivo, hay elementos que “suenan a París”, tales como techos de pizarra, chimeneas, grandes puertas, edificios de piedra y grandes avenidas. “El París del siglo XVIII no era así, es más tarde cuando se hace una serie de reformas en la ciudad. De la misma manera, sale la bandera francesa actual, que no es la misma de esa época”, añade.
“La IA ha cogido todo aquello que pueda resultar verosímil, que nos haga pensar en la revolución francesa, que hemos visto en la televisión, en los videojuegos, en las series y películas. Yo lo llamo pasado mediático y memoria estética, que realmente nos hace suponer esa época, pero que realmente no los es”, explica Venegas por teléfono.
Por supuesto, la IA puede ser entrenada y su algoritmo refinado para mejorar los resultados obtenidos. Es el caso del trabajo de Bas Korsten, quien trató de enseñar a una IA a replicar las obras de Rembrandt hasta ser capaz de imitarlas hasta casi la perfección. pic.twitter.com/7ke4NlWjyj
— Alberto Venegas (@Albertoxvenegas) November 7, 2022
¿Sería posible usar IA para reconstruir el patrimonio de manera verosímil? Venegas sugiere que sí. “Si las alimentan con los datos adecuados, podrían acercarse a las reconstrucciones que hacen los expertos”, afirma. Para ejemplificarlo, el profesor recuerda un proyecto llevado a cabo por el ejecutivo de diseño Bas Korsten con la Universidad Tecnológica de Delft y el Museo Rembrandthuis, en Países Bajos, que reunió 170.000 fuentes visuales de la obra del pintor holandés Rembrandt. Al procesar este banco de imágenes, la máquina fue capaz de generar una obra de arte casi perfecta, siguiendo el estilo y la pincelada del artista.
La reconstrucción inteligente genera polémica también en el campo de los derechos del autor, puesto que se apropia del trabajo de miles de fotógrafos, ilustradores, diseñadores y artistas. Mientras sigue abierta la discusión de si es un plagio, las herramientas tienen la ventaja de no estar reguladas.
Aunque Venegas y Aparicio critican la reconstrucción del patrimonio con este tipo de herramientas, ambos coinciden en que son útiles en pequeñas etapas del proceso tradicional, como elegir texturas de superficies y otros acabados. También, en la formación educativa. “En el colegio, en el instituto o en la universidad, podrían utilizarlas para hacer actividades de reflexión, de crítica o para dialogar sobre distintas imágenes, de distintos pasados, para extraer conclusiones. Son herramientas positivas de cara al proceso educativo”, concluye Venegas.
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