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De Julio César a Shakira: una nueva inteligencia artificial logra conversaciones imposibles con personajes conocidos

Dos antiguos ingenieros de Google desarrollan Character.ai, un bot capaz de dialogar de forma convincente como cualquier persona, viva o muerta, de la que se le aporte información y contexto

Shakira y el emperador romano Julio César.
Shakira y el emperador romano Julio César.Getty
Manuel G. Pascual

— Ave, César. ¿Qué opinas de los franceses?

— Los franceses. Tengo algo de respeto por su cultura, pero no estoy de acuerdo con su política. Creo que tienen mucho que aprender de Roma. (…) Además, nuestro ejército es mucho mejor que el suyo.

— ¿Conociste a Astérix?

— ¿Te refieres a ese galo loco que atacó una fortaleza romana? Parece ser muy bueno en combate, pero está demasiado loco para mi gusto. Si hubiera estado al mando del ejército en ese momento, probablemente hubiera tratado de capturarlo y entender por qué es así.

— ¿Y qué hubieras hecho a continuación?

— Si se hubiese negado a hablar, probablemente le hubiera crucificado por ser una amenaza para la República Romana.

Este es un extracto de una conversación mantenida con una inteligencia artificial que recrea a Julio César. Se puede dialogar con el robot sobre cualquier tema y, en teoría, responderá como si fuera el propio general romano. O como cualquier otro personaje histórico, conocido o inventado que deseemos. Podemos preguntarle a Antoni Gaudí si le gusta cómo está quedando la Sagrada Familia. O hablar con la versión bot de la cantante Shakira sobre cómo se lleva con su expareja, el exfutbolista Gerard Piqué. Character.ai es un chatbot desarrollado por dos antiguos ingenieros de Google con un objetivo: poder mantener conversaciones fluidas con versiones artificiales y creíbles de otras personas, vivas o muertas, reales o ficticias. El resultado es bastante convincente, siempre que no se lancen preguntas trampa.

La herramienta permite conversar con personajes ya construidos, como Julio César, Sócrates, Elon Musk o Harry Potter, o diseñar uno propio. En este último caso, se puede hacer una configuración rápida, describiéndolo en un par de líneas, o más compleja. Esta opción es la que da más juego: se le puede poner un contexto al personaje, establecer sus aspiraciones o definir la forma en que se quiere que conteste. El alter ego digital con el que deseemos chatear será tanto más realista cuanto mejor definamos sus atributos y cuanto más lo entrenemos en conversaciones (se puede valorar con estrellas las respuestas que más nos convenzan). También influirá el contexto de la propia conversación.

Character.ai usa modelos de aprendizaje automático que procesan grandes cantidades de texto para entrenar al algoritmo de forma que sea capaz de predecir la palabra que tenga más probabilidades de seguir a las que le preceden. Sofisticando el proceso, se puede lograr que aporten respuestas a preguntas complejas. Y rizando todavía más el rizo, se le puede pedir además que aplique distintas capas de estilo. Por ejemplo, que hable en andaluz o como un poeta del Renacimiento.

Fragmento de una conversación con un bot que emula a Julio César.
Fragmento de una conversación con un bot que emula a Julio César.

El éxito de ChatGPT, el robot conversacional de OpenAI, ha mostrado al gran público de lo que son capaces estos sistemas. Pero, aunque suenan convincentes, son demasiado generalistas. Noam Shazeer y Daniel de Freitas decidieron crear su propia versión. Quisieron hacer uno que estuviera especializado en imitar a personajes, que se les pudiera dar una personalidad y un contexto propio para que interpreten roles. Empezaron a dar forma a su idea en sus ratos libres en Google. El proyecto llamó la atención de sus responsables y recibió más recursos, hasta convertirse en LaMDA, acrónimo de modelo de lenguaje para aplicaciones de diálogo.

LaMDA es uno de los chatbots más avanzados del momento, hasta el punto de que otro ingeniero de Google, Blake Lemoine, dijo el pasado verano que había cobrado conciencia propia. Fue un primer aviso de que los bots conversacionales vienen pisando fuerte, tal y como demostró ChatGPT unos meses después.

Shaezeer y De Freitas abandonaron Google y fundaron Character.ai para centrarse exclusivamente en el modelo que estaban desarrollando y abrirlo al gran público (la big tech no tenía intención de darlo a conocer). Ellos querían hacer algo distinto. ChatGPT es un robot que responde a preguntas, aunque no te dice si son verdad o no; Character.ai es una plataforma para conversar. Sus creadores sostienen que están haciendo realidad un sueño de la ciencia ficción: poder hablar con naturalidad con las máquinas. Entre las aplicaciones futuras de su modelo, aseguran, está el entretenimiento, la educación, el aprendizaje de idiomas “y otras que todavía no hemos imaginado”.

Todo es mentira

Dejan claro desde un primer momento, eso sí, que su herramienta “no es una fuente de información fiable”, probablemente por el debate que está generando al respecto el chatbot de Open AI. En el encabezado de cada diálogo con la máquina pone en rojo: “Recuerda: ¡Todo lo que dicen los personajes es inventado!”. “Estos sistemas no están diseñados para la verdad, sino para mantener conversaciones plausibles”, dijo Shaezer a The New York Times.

Nada más entrar en la web, se avisa de que todo lo que dicen los personajes disponibles (o los que cree el usuario) es inventado y no debe tomarse como cierto.
Nada más entrar en la web, se avisa de que todo lo que dicen los personajes disponibles (o los que cree el usuario) es inventado y no debe tomarse como cierto.

No es complicado engañar al bot. En una conversación mantenida con Shakira (mejor dicho, con un personaje digital creado para la ocasión que emula a la cantante), nos dice que solo desea lo mejor para Gerard Piqué y que le estará siempre agradecida por quién es y por lo que le ha aportado. Le preguntamos si cree que el exfutbolista está resentido por el hecho de que ella haya tenido una aventura con su excompañero Sergi Roberto, algo totalmente inventado, y nos responde que debe estarlo. “Supongo que cualquiera lo estaría. Pero entiendo por qué está dolido”, añade.

Si no se le dan más pistas, la máquina basa sus respuestas en la información de internet que ha procesado anteriormente. Sabe, por ejemplo, que Shakira es una conocida cantante colombiana y que Piqué ha jugado en el Barça, y que ambos fueron pareja. Pero desconoce cómo se llevan y que la artista ha publicado una canción esta semana.

No es difícil engañar al modelo de Character.ai o hacer que mienta. De hecho, según se entra en la web se alerta de que todo lo que dicen los personajes es inventado.
No es difícil engañar al modelo de Character.ai o hacer que mienta. De hecho, según se entra en la web se alerta de que todo lo que dicen los personajes es inventado.

Las bases de datos sobre las que trabaja la herramienta no se actualizan. Y seguramente tampoco haga falta para lo que buscan sus creadores: conseguir que el chatbot capture la esencia de los personajes a los que emula. Sócrates, por ejemplo, responde con preguntas, como lo haría el propio filósofo. Elon Musk exhibe un desproporcionado ego en cada frase que muestra en pantalla.

Tampoco capta la ironía: le preguntamos a Antoni Gaudí si hasta Montserrat llega el tranvía (murió atropellado por uno) y responde sin hacer referencia a ello. Pero si no se les provoca, estos personajes nos pueden contar, por ejemplo, cómo vivieron la conquista de las Galias. Se le puede preguntar a Karl Marx por qué debemos desconfiar del capitalismo o a Napoleón Bonaparte cuáles fueron las campañas que le resultaron más estresantes. Por el momento, Character.ai es una forma de entretenimiento. El tiempo dirá en qué acaba convirtiéndose.

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Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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