Dyson Omni-Glide, a prueba: una aspiradora futurista para quienes odian limpiar
El último aparato de la tecnológica británica permite limpiar toda la casa con una sola mano, pero ronda los 400 euros. ¿Cuánto pagaría por hacer el mínimo esfuerzo?
Desde mi más tierna infancia, ostento el dudoso honor de ser la hija que peor barre. El problema principal es que no me detengo suficiente: cepillo poco en esquinas o rodapiés, y hago pasaditas desganadas por debajo de los muebles. Además, pierdo la noción de lo barrido y acabo dejando pedazos sin limpiar. Todo bochornoso, especialmente cuando se me comparaba con mi meticuloso hermano, que dedicaba sus visitas al parque a pasar un trapo por los columpios. Lo que no esperaba mi unidad familiar era la invasión de las máquinas.
Si los humanos vamos a ser reemplazados, a las escobas se les acaba el tiempo. No solo las amenazan los robots capaces de limpiar la casa sin que los humanos muevan un dedo; también las aspiradoras, cada vez menos aparatosas y cuyos filtros llegan a atrapar el 99,97% de las partículas de hasta 0,3 micras (una micra es la milésima parte de un milímetro). Al menos eso es lo que promete la nueva Omni-glide de Dyson. Y de acuerdo con mi experiencia —la de una escéptica alérgica al polvo que estuvo respirando 15 segundos en la salida de aire del aparato—, es probable que lo cumpla.
Los sistemas de filtrado están en el ADN del fabricante británico, también conocido por sus secadores y purificadores de aire. Pero no son la única apuesta de la Omni-glide, que Dyson presenta como su máquina “más fácil de manejar”. El detalle es clave, ya que los 20 minutos de autonomía de esta máquina nos obligan a completar la tarea con agilidad.
Se trata de una aspiradora de pie y sin cables que, desde el punto de vista estético, es lo que mi yo infantil habría imaginado como la escoba del futuro, con formas ligeramente redondeadas y una paleta de colores que explota en contraste entre el gris, el morado y el rojo. El montaje no puede ser más sencillo: el mango con el motor se encaja al tubo alargador y este a su vez a la base. Dos clics más tarde, podemos darle al botón de encendido. O, si nos sentimos aventureros, podemos pulsar la tecla vecina y activar el aspirado a máxima potencia.
¿Fácil de montar? Sí. ¿Fácil de manejar? También. Los alérgicos al polvo que además tenemos la mala fortuna de ser alérgicos al zafarrancho podemos negociar con la Omni-glide un acuerdo de mínimos: “Venga, vale. Limpio la casa y mis pulmones, pero sin matarme de esfuerzo”. Una vez descansando sobre el suelo, esta escoba futurista que pesa menos de dos kilos se desliza con facilidad y describe con precisión hasta las curvas más cerradas. Si queremos aspirar el pasillo en un minucioso zigzag, podemos hacerlo con una mano en el bolsillo. ¿Queremos aspirar en círculos como si fuésemos Julie Andrews en Sonrisas y Lágrimas? También podemos.
Además, la mano que sobra nos abre un mundo de posibilidades: según se ha podido comprobar en esta prueba, es posible retirar obstáculos, mirar WhatsApp, limpiar sin mucha atención el polvo de las estanterías, quitar las hojas secas de las plantas que encontremos en el camino, peinarnos y, quizás por encima de todo, comer algo, sin que sea necesario hacer una pausa o exigir un mayor esfuerzo a la extremidad que está aspirando.
Pequeño depósito
En el espectro del de los residuos visibles, polvo, migas, pelos, misteriosos trocitos de papel, e incluso accidentalmente medio diente de ajo, ascienden sin problemas hasta el depósito de la Omni-glide. Este último que es algo pequeño, especialmente cuando se compara con las aspiradoras de bolsa. En promedio y tomando como punto de referencia una casa no demasiado limpia pero tampoco demasiado sucia, es necesario vaciarlo cada dos habitaciones. Aunque es muy fácil de vaciar, sí exige acostumbrarse a las nuevas limitaciones, ya que sobrecargar el recipiente puede dañar el filtro.
Los cabellos merecen un apartado propio. En experiencias previas con aparatos similares he visto como mi pelo largo acababa enredándose y casi inutilizando los rodillos del aparato. El cepillo doble de la Omni-glide, llamado Fluffy —como el perro tricéfalo de Harry Potter—, no parece tener problema con ellos. Todos van a parar al depósito y se quedan ahí formando un anillo que se retira con facilidad en el momento del vaciado.
Los complementos no traen grandes sorpresas. Son los habituales para estos aparatos: un cepillo más estrecho para espacios pequeños y tapicerías, una boquilla para grietas y otra más corta especialmente útil para limpiar repisas y encimeras.
¿Cuánto tiempo podemos estar dando vueltas por la casa con la Omni-Glide? Según el fabricante, hasta 20 minutos que inicialmente me parecían totalmente insuficientes pero que no he logrado agotar ni una sola vez. Con todo, es probable que esta autonomía pueda resultar algo escasa para usuarios más concienzudos (por ejemplo, mi hermano) o las casas más grandes. En cuanto al tiempo de carga, Dyson estima que restablecer una batería completamente agotada cuesta unas tres horas y media.
En cuanto al precio, los 399 euros que cuesta esta aspiradora la sitúan en el rango alto, especialmente de las aspiradoras de pie, aunque en un nivel muy inferior al de otras propuestas de alta gama como la Roomba, cuyo último modelo supera los 1.000 euros. Quienes no puede permitirse o no quieren un robot que lo haga todo, pero sí tiene unos ahorrillos que invertirían en simplificarse la vida tiene en la Omni-glide una buena opción. Aquellos que están dispuestos a esmerarse un poco más, aunque sea con una aspiradora menos potente y más tradicional, con sus cables y su bolsa, podrían encontrar otras opciones. ¿Cuánto pagaría estaría dispuesto a pagar por hacer el mínimo esfuerzo?
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