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La censura china bloquea Clubhouse

La aplicación de conversaciones se había convertido en un insólito espacio de libertad de expresión en la China continental

Macarena Vidal Liy
La censura china bloquea Clubhouse
ClubhouseNew York Post

Era, temían sus usuarios, cuestión de tiempo. Los censores chinos se han movilizado rápido. La aplicación de mensajes de voz Clubhouse, que se describe a sí misma como “un espacio para conversaciones casuales y directas”, se había convertido en un raro espacio de libertad de expresión en este país, para aquellos que pudieran acceder a una invitación para entrar en ella. Este lunes ha quedado bloqueada, después de un fin de semana en el que centenares de ciudadanos de este país debatieron en sus chats sobre asuntos como los campos de reeducación en Xinjiang o las relaciones entre China y Taiwán.

La aplicación, que solo funciona con el sistema operativo de los IPhone, funciona desde hace un año, pero desde hace una semana había estallado en popularidad, después de que el fundador de Tesla, Elon Musk, interviniera en uno de sus chats, o “habitaciones”. En China, donde hasta entonces había pasado desapercibida tanto para los internautas como para el potente aparato censor, se convirtió de repente en un oscuro objeto de deseo. Al menos entre aquellos en las clases medias urbanas y acomodadas que tienen en el móvil de Apple un símbolo de estatus y cuentan con conexiones para conocer esta red social y acceder a una de sus preciadas invitaciones. Y que pueden descargarse la aplicación desde tiendas de Apple en el extranjero, puesto que tampoco está disponible en la versión china de esa plataforma.

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Son una minoría en un país donde la mayor parte de los usuarios de móvil utilizan alguna variante de Android, aunque una minoría de tamaño no desdeñable. En las plataformas de comercio electrónico y en redes sociales, estas invitaciones -en teoría, gratuitas- se ofrecían por 500 yuanes, o unos 65 euros.

Contar con una invitación abría todo un mundo de posibilidades, normalmente cerradas a quienes dentro de China no cuenten con alguna de las herramientas informáticas que permiten saltarse el Gran Cortafuegos, como se conoce popularmente a la censura que el gobierno impone dentro de sus fronteras.

El atractivo era, principalmente, poder hablar con libertad, y escuchar todo tipo de opiniones, sobre asuntos considerados sensibles, desde las protestas en Hong Kong al trato a la minoría musulmana uigur en Xinjiang. Ese tipo de conversaciones están fuertemente censuradas en las redes sociales chinas, incluida la ubicua WeChat, el WhatsApp chino, o Weibo, equivalente a Twitter. Las redes sociales occidentales más populares, como Facebook, Instagram o la propia Twitter, están bloqueadas.

Algunos de los debates en los chats mantenidos a lo largo de este fin de semana en mandarín se han desarrollado de manera “fantásticamente sincera”, como describían algunos de sus participantes en otras redes sociales. Uno de estos canales, que agrupó a miembros de la diáspora uigur en el exilio y chinos de la etnia han, la mayoritaria en el país, contó con decenas de participantes que expusieron todo tipo de puntos de vista; varios de sus oyentes la fueron comentando en tiempo real en otras redes sociales. Otra conversación, sobre Tiananmen, alcanzó el viernes pasado el máximo de 5.000 usuarios conectados.

En Weibo, las etiquetas relacionadas con las conversaciones en Clubhouse recibían hasta 50 millones de comentarios sobre el contenido de los debates y la posibilidad de abordar todo tipo de asuntos políticos o sociales. Otros advertían sobre el riesgo de dejar, como exige la aplicación, el número de teléfono, que en China está vinculado a la identidad real de un usuario.

En la propia Clubhouse comenzaban a crearse también canales en mandarín dedicados específicamente a debatir, casi siempre en tono jocoso, “cuánto tiempo estará abierto Clubhouse” o “¿te han invitado a tomar té por usar Clubhouse?” En China, en determinados contextos, “ser invitado a tomar té” alude a ser convocado para un interrogatorio de la policía o para una amonestación de las autoridades.

Este lunes, incluso el periódico de línea nacionalista Global Times, propiedad del Partido Comunista de China, dedicaba un artículo al frenesí en torno a la aplicación, aunque para restar importancia al interés que había despertado. “Al contrario de las informaciones en medios que describen la app como “un paraíso de libertad de expresión”, muchos usuarios en China continental consideran que los debates políticos en Clubhouse son a menudo sesgados y las voces pro-chinas pueden eliminarse fácilmente”.

La tendencia captó la atención de los censores. Este lunes, a partir de las 19.30 hora local (12.30 hora peninsular española), quienes deseaban acceder a la aplicación desde China recibían un mensaje de error. “No se puede establecer una conexión segura con el servidor”. Donde la página de apertura de la aplicación mostraría una lista de conversaciones y la actividad del usuario aparece un espacio vacío, solo roto por la frase “abra un nuevo chat para empezar una conversación”. Algunos usuarios indicaban en las redes sociales chinas que no podían recibir los códigos de verificación, necesarios para activar la aplicación, en sus números de teléfono chinos.

De inmediato llegaban las reacciones de desilusión entre sus usuarios chinos. “Han bloqueado #Clubhouse en China. No es sorprendente, pero es un poco decepcionante”, escribía una internauta de esta nacionalidad.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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