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Cultura

Siete veces que Björk vino del futuro para reinventar la música

En su última visita, la islandesa nos ha dejado un sistema que adapta sus melodías a las condiciones meteorológicas. ¿Con qué? ¿Con qué iba a ser? Inteligencia artificial

Björk en un instante de su gira 'Cornucopia', a su paso por Nueva York en mayo de 2019
Björk en un instante de su gira 'Cornucopia', a su paso por Nueva York en mayo de 2019Santiago Felipe/Getty Images

Pongamos, por ejemplo, que un día nos encontramos una especie de nave espacial en las tierras altas islandesas o, por qué no, en el desierto de Tabernas (Almería). Y que se descubre que es de Björk, que nos tiene a todos engañados: lleva cuarenta años yendo y viniendo del futuro brillante al pasado miope para enseñarnos lo que se puede hacer mezclando música y tecnología. ¿Sorprendería? Claro. Pero si la viajera es la islandesa, suena casi factible.

De Björk hemos visto de todo. Literalmente. Desde el torrente de creatividad de sus videoclips hasta las escenografías oníricas y alienígenas de sus conciertos. Lo que hemos escuchado tampoco se queda atrás. Estas son algunas de las incursiones futuristas que nos ha dejado la intérprete y compositora.

La obsesión del cuarto disco de Bjork, Vespertine, fue conseguir sonidos que no perdieran calidad ni acabasen distorsionados al descargarse en las controvertidas plataformas P2P, como Napster. Lograr esto exigió cierto esfuerzo analógico. Empleó arpas, cajas de música y clavicordios, entre otros.

En la gira de su disco Volta, Björk compartió protagonismo en los escenarios con un instrumento poco conocido por el gran público: la Reactable. Esta mesa redonda, pensada para facilitar el contacto físico con el ordenador, a través del desplazamiento de diferentes objetos sobre su superficie y la consecuente generación de distintos sonidos y variaciones, nació en Barcelona, en el Departamento de Tecnología Musical de la Universitat Pompeu Fabra. Y llegó a oídos de la finlandesa a través de Youtube.

En lo que a instrumentos se refiere, Bjork no ha hecho ascos a nada. Y cuando no existe, se lo inventa. Un ejemplo de esto es el gameleste, que ideó y utilizó en varios temas de su disco Biophilia. Este instrumento estaba inspirado en el gamelán, un conjunto de instrumentos de percusión de origen indonesio, y la celesta, también de percusión, pero con un aspecto similar al de un piano.

Biophilia fue su séptimo álbum y llegó al mercado convertido en una aplicación para el Ipad. En su interior, cada una de las diez canciones tenía su propia 'miniapp', pensada para permitir a los fans de la cantante interactuar con su música de un modo nuevo. Juegos, visualizaciones e incluso ensayos académicos que exploraban los aspectos más técnicos de la composición que acompañaban.

Vulnicura marcó el punto de encuentro entre las tecnologías del siglo XV y las del XXI. El lanzamiento del octavo disco de la intérprete y compositora estuvo acompañado por un álbum de versiones acústicas interpretadas sobre la viola organista que inventó Leonardo Davinci y una exhibición de realidad virtual en 360º. Esta última mostraba los videoclips de algunos temas del disco en lo que Bjork describió como "un teatro capaz de capturar el paisaje emocional de Vulnicura".

El año pasado Bjork recuperó los trabajos de la exhibición que acompañó a Vulnicura y los condensó en Vulnicura VR, un compendio comercial de los desarrollos hechos a lo largo de los años que duró la gira. ¿Por qué entonces? Porque ya no es tan descabellado que el público tenga un casco de realidad virtual en casa.

La artista describe su última gira, Cornucopia, como un teatro digital o un concierto pop de ciencia ficción. Este tour, que terminó el pasado mes de diciembre, puso sobre los escenarios un coro de cincuenta personas, una cámara de reverberación hecha a medida, constantes proyecciones de vídeo sobre distintas superficies, sonido en 360º y múltiples instrumentos digitales hechos a medida. En una entrevista con The New York Times, Björk describía el resultado como un futuro alternativo femenino, feminista y optimista. No en vano, se diseñó en torno a su último álbum, titulado Utopía.

El más reciente escarceo de Björk con las tecnologías del momento se llama kórsafn. Esta palabra islandesa, que significa archivo de coro, resume a la perfección el proyecto, que bebe de los archivos musicales que la islandesa ha generado durante los últimos 17 años.

Con la ayuda de la inteligencia artificial de Microsoft, se ha construido un sistema que genera nuevas variaciones basadas en el corpus musical de Björk y las adapta en tiempo real a lo que esté ocurriendo en el mundo exterior, visto a través de una cámara. Amaneceres, atardeceres, cambios en la presión barométrica, nubes, lluvia, bandadas de pájaros y aviones ponen sus granitos de arena en la generación de estas melodías inéditas, que ambientan el vestíbulo del hotel neoyorquino Sister City.

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