Por qué hay personas a las que les resulta tan incómodo hablar por teléfono
Dos estudios recientes concluyen que la voz nos hace sentir más conectados con los demás, pero los usuarios tienden a ser reticentes a llamar
De todas las formas en que la tecnología posibilita transmitir un mensaje de un lugar a otro, llamar por teléfono se ha convertido en una de las menos populares. En España, los usuarios cada vez tienen menos conversaciones telefónicas y utilizan más las aplicaciones de mensajería instantánea, según recoge el informe La Sociedad Digital en España, de la Fundación Telefónica. Aunque la pandemia ha hecho resurgir el uso de las videollamadas, la mayoría de los usuarios prefiere comunicarse a través de mensajes escritos, a pesar de que escuchar la voz del otro nos hace sentir más conectados y comprendidos. Al menos esa es la conclusión a la que han llegado dos investigaciones de la Universidad de Chicago que estudian cómo de conectados nos sentimos con los demás dependiendo de por qué medio nos comunicamos.
En uno de los experimentos, los investigadores encontraron que los participantes anticipaban que se iban a sentir incómodos hablando por teléfono y ese era el motivo mayoritario por el que elegían un mensaje de texto para ponerse al día con alguien a quien hacía tiempo que no veían. Sin embargo, los investigadores señalaron que era una percepción errónea: “Cuando finalmente llamaban no sentían esa incomodidad que habían anticipado, no estaba justificada”, explica Nicholas Epley, al frente de la investigación.
Cuando compararon los resultados entre quienes habían llamado y quienes habían escrito, no encontraron diferencias en lo incómodos que se habían sentido al terminar la conversación. Entonces, ¿por qué existe esa reticencia a llamar? Hay varios factores psicológicos que pueden estar implicados y que tienen que ver con la personalidad y el estilo perceptivo de cada uno. “Es posible que las personas con una autoestima baja o más inseguras tiendan a evitar las llamadas porque son entornos más imprevisibles que los mensajes de texto”, explica Ovidio Peñalver, psicólogo sanitario y psicoterapeuta.
Puede existir cierto temor a que los otros perciban cosas de nosotros con las que nos sentimos incómodos, como no tener tiempo para elaborar una respuesta rápida y adecuada a lo que nos piden por teléfono. “Cuanta más falta de autoestima tienes, más te cuesta defender un criterio, sobre todo si no tienes tiempo o si la otra persona te está mirando a través de la pantalla en una videollamada”, añade Peñalver.
En un segundo experimento, los investigadores de la Universidad de Chicago valoraron si añadir imagen a la llamada implicaba alguna diferencia. Encontraron que poder ver a la otra persona no hace que los usuarios se sientan más conectados que si solo los escuchan: la sensación de conexión no parece prevenir de poder ver a otra persona, sino de escuchar su voz. Esta es una conclusión consistente con hallazgos anteriores. “Efectivamente, desde la psicología más clásica es así: lo más cálido es la voz. Pero depende de la forma en que cada uno procesemos la información”, valora Peñalver.
El ser humano es eminentemente visual en comparación con otros animales y la mayoría de la gente prefiere ver a la otra persona además de escucharla, independientemente de si es en persona o por videollamada. “El 70% de la emoción de una persona se transmite a través de la expresión de la cara”, explica Peñalver. Hay otros usuarios que son más auditivos y perciben la realidad mejor desde los sonidos. “Son aquellos que cuando están en una videollamada apagan la cámara: no necesitan ver al otro pero tampoco quieren que les vean”.
Hacia las notas de voz
Según los últimos datos del informe La Sociedad Digital en España, el uso diario de la mensajería instantánea casi duplica al de llamadas. Este uso es especialmente significativo en el caso de los jóvenes. En 2018, el 96,8% de los españoles entre 14 y 24 años utilizó WhatsApp como canal preferente para comunicarse con familiares y amigos. “La llamada telefónica puede percibirse como más agresiva o más intrusiva, también en el entorno laboral”, explica Peñalver. “Ha crecido de una manera exponencial la nota de voz. Se está cambiando de la conversación tradicional a la espaciada que sucede cuando se intercambian notas de voz”.
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