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Vídeo | Teletrabajo para llenar la España vacía

Pese a que algunos pueblos han visto aumentar su población en el confinamiento, sus vecinos lamentan la dificultad de acceder a Internet

El informático Luis Luzondo teletrabaja este lunes desde su casa en el municipio de Trevijano, en La Rioja. En vídeo, reportaje sobre el teletrabajo en las zonas despobladas de España y su dificultad de conectarse a Internet.Vídeo: PABLO GIL DE MONTES

La empinada carretera que sube a Trevijano de Cameros no tiene señalización horizontal ni vertical y hace años que no se arregla. Pero este verano, en este pequeño pueblo en la sierra de La Rioja se habla más de la falta de conexión a Internet que del mal estado de esos tres últimos kilómetros. El teletrabajo obligado por la crisis del coronavirus ha conseguido que algunos vean su segunda residencia allí como un lugar donde trasladar su oficina y poder pasar temporadas más largas. Pero las dificultades técnicas son mucho mayores que en una ciudad. La conexión de ADSL está limitada a tres megas y solo hay 15 líneas para todo el pueblo, las gruesas paredes de estas casas de piedra dificultan que pase cualquier señal y ni siquiera con el móvil se puede alcanzar una señal de 3G en muchos rincones.

Pese a ello, Trevijano, donde normalmente vive menos de una decena de personas, duplicó su población cuando se anunció el confinamiento. Alba Luzondo fue una de las que se trasladó a principios de marzo desde Logroño para teletrabajar. Calcula que compartió el pueblo con otros 23 vecinos durante la cuarentena. Luzondo tiene 37 años, es profesora de traducción en la UNED, y cuando supo que los colegios iban a cerrar pensó que “el mejor sitio para pasar una posible catástrofe mundial” era la casa que sus padres tiene en este pueblo frente a las montañas.

Como su trabajo siempre ha sido a distancia era de las pocas que tenía experiencia y una conexión de tres megas que le permitía conectarse al correo electrónico e incluso “Netflix por la noche”. Pero se quedó insuficiente cuando el Gobierno permitió la movilidad en la misma provincia y su hermano Luis, junto a su novia, también quisieron disfrutar del teletrabajo en el pueblo. Luis Luzondo, informático, recuerda lo complicado que fue conseguir la alternativa que su compañía telefónica ofrece para tener hasta 20 megas a través del 3G/4G: “Nos llegó después de decenas de llamadas e insistir mil veces. Pero fue difícil, muy difícil. Y hay gente que no lo ha conseguido”.

Laura Gorostiza es una de ellas. Tiene 37 años, trabaja en el departamento comercial y de comunicación de unas bodegas y lleva desde el 16 de junio intentando que su operador le ofrezca cualquier tipo de conexión a Internet. Asegura que con una buena cobertura de móvil que le permitiera usar el suyo como punto de conexión ya le sería suficiente. De momento, se tiene que desplazar a diario desde su casa de Trevijano a su casa de Logroño para poder conectarse a Internet.

Casi el 87% de la población rural tiene capacidad de alcanzar 30 megas de conexión y el 46% puede superar los 100, según el último informe de cobertura de banda ancha que publica anualmente el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital. El secretario de Estado de Telecomunicaciones, Roberto Sánchez, remarca que el camino que les queda para que el 100% de la población tenga acceso a Internet es poco “en términos de población”, pero muy costoso: “Una vez que has alcanzado una cobertura como la que ya tenemos en España, cada punto más cuesta mucho más dinero. Cuando las coberturas en España eran del 32% en estas zonas, construir la red para cada vivienda costaba 110 euros. Ahora mismo, para la convocatoria que acabamos de sacar para el año 2020, estamos estimando que va a costar 450 euros”.

El objetivo del Gobierno es que el 100% de la población tenga acceso en 2025 a banda ancha, es decir, a un mínimo de 30 megas. Hasta entonces, Sánchez señala las conexiones alternativas al ADSL o al cable, como las que utilizan la mayoría de vecinos de Trevijano, para dar solución a los municipios más pequeños.

La alcaldesa de Nieva y Montemediano de Cameros, Inmaculada Sáenz, utiliza otra de esas alternativas, Internet por satélite. Más costoso -por eso el Ministerio de Economía ofrece ayudas para su instalación a través de red.es- y que corre el riesgo de caerse si hay una nevada, como le ocurrió una vez durante el confinamiento. Sáenz, de 54 años, es también portavoz de la plataforma SOS Cameros y le parece imprescindible para frenar la despoblación que todos los pueblos tengan acceso a 100 megas.

Tres familias más en Nieva

Equipada con guantes, mascarilla y una camiseta de SOS Cameros, la alcaldesa de Nieva se revela ante la idea de que por ser poca población tengan que resignarse a una peor conexión de Internet: “Sabemos que las empresas buscan su beneficio y nosotros siempre decimos que no queremos ser números, no queremos que se nos mida por ratios. Siempre insistimos en eso, en que ser pocos no resta derechos”, reivindica en la plazoleta de la entrada, con todas las casas blancas del pueblo a su espalda.

Nieva vio crecer su población de 25 personas a 60 en el confinamiento, y Montemediano, el pueblo cercano que depende del mismo Ayuntamiento, pasó de diez a 40 habitantes. Sáenz remarca que algunas familias ya le han dicho que se van a quedar. Comenta que dos ya han pedido permiso en sus trabajos para poder realizarlos a distancia también cuando el teletrabajo no sea una necesidad, y que incluso hay “un chico de Murcia que se compró la casa en confinamiento”.

La alcaldesa alaba el teletrabajo como una manera de revertir la despoblación, pero sabe que todavía está lejos de ser la solución definitiva: “Aquí lo que queremos es que vengan familias, sobre todo familias con niños y es una pena que por temas ajenos a nuestra voluntad, como pueden ser este tipo de conexiones, nos veamos coartados en esas posibilidades”.

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