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El 5G ralentiza su avance por la falta de usos y el coste de los dispositivos

“La tecnología se ha adelantado a la identificación de necesidades”, explica Telefónica, que mira al sector empresarial porque, por ahora, el usuario apenas nota diferencias

Un equipo de médicos realiza una operación en Málaga con la asistencia de un facultativo japonés desde su casa gracias a la tecnología 5G. En vídeo, declaraciones de Nadia Calviño, este viernes, tras el Consejo de Ministros.Vídeo: Telefónica / EPV (EFE)
Nacho Sánchez

El 5G es una tecnología que revolucionará las comunicaciones. Lo hará por su enorme capacidad de transmitir información, la mínima latencia (el periodo que tardan esos datos en ir y venir entre emisores y receptores) y su capacidad para conectar multitud de dispositivos. Ya está aquí. Y, sin embargo, es difícil darle uso. La industria aún está buscando fórmulas y explorando sus posibilidades. Y el usuario medio todavía no termina de entender qué ventajas le aportará esa revolución que le exige, además, un gran desembolso para elegir uno de los pocos terminales existentes compatibles con la nueva generación. “La tecnología se ha adelantado a la identificación de necesidades”, explica Mercedes Fernández, gerente de Innovación de Telefónica. La ausencia de una ordenación definitiva de la banda de frecuencia que se usará -que se licitará el próximo año- tampoco ayuda.

“Falta que haya servicios que aprovechen las capacidades especiales del 5G. Por eso se hacen proyectos piloto que impulsen usos y servicios. Son necesidades que todavía debemos ir encontrando en los clientes”, añade Fernández, quien explica que, por ahora, se han centrado en el sector empresarial. Es ahí donde Telefónica está buscando aliados para encontrar sentido definitivo a la quinta generación de telefonía móvil. Lo está haciendo a través de su proyecto Ciudades Tecnológicas 5G, que arrancó a comienzos de 2018 en Segovia y Talavera de la Reina para seguir más tarde con Barcelona, Alcobendas y Málaga, ciudad que ya posee cobertura en buena parte de su territorio, aunque otras muchas localidades de España también cuentan con áreas conectadas. “Se está trabajando en ver para qué la queremos y, desde ahí, fomentar la implantación comercial”, explica la responsable de Telefónica.

Hay varios factores que influyen en la lenta implantación del 5G. El primero es la inexistencia de un uso innovador inmediato para el consumidor medio. No se ha encontrado lo que el sector denomina una killer application, es decir, una app cuyo uso determine el desarrollo de la tecnología. Youtube o la mensajería instantánea lo fueron para las generaciones anteriores de telefonía, pero la quinta aún busca la suya. Y la industria tampoco sabe que puede resolver buena parte de sus problemas. El segundo, el alto coste de los terminales que acceden a esta tecnología, que son pocos y rondan el millar de euros. El tercero es la definitiva ordenación de la banda de 700 megahercios que ocupará el 5G. Su licitación tiene como horizonte límite el 30 de junio de 2020, aunque el Gobierno espera que se pueda adelantar a principios de año. Y hasta que ello no ocurra, las empresas de telefonía no comenzarán un despliegue real del 5G. Lo que se efectúa actualmente a medio gas se sigue apoyando en la red 4G y, además, las antenas tienen un radio reducido de alcance y dificultades para penetrar en los interiores de los edificios.

Cinco años para el uso masivo

“Eso hace que no se pueda hacer un despliegue poblacional amplio”, subraya Mercedes Fernández. “Por ello seguimos haciendo casos de uso, proyectos piloto, despliegues no masivos. Porque la tecnología no es definitiva y la frecuencia tampoco. Y los terminales son muy pocos y muy caros”, concluye la gerente de Innovación de Telefónica que confía en que el asentamiento la quinta generación sea la base de una revolución. Para formar parte de ella, eso sí, habrá que tirar de paciencia: los fabricantes dan un plazo de entre tres y cinco años para un uso “masivo, estandarizado e interiorizado”, como decía Jesús Martín, responsable de tecnología de Samsung Iberia, en el Forum 5G celebrado en Málaga la pasada primavera. Fecha similar a la que ofrecía Federico Ruiz, director del observatorio Nacional del 5G, que apuntaba a 2024 “para un despliegue real y en buena parte del territorio”.

¿Y qué pasa mientras tanto con el usuario de esta tecnología? Pues que, de manera inmediata, esta tecnología apenas le sirve para subir o bajar vídeos con mayor rapidez o seguir sin problemas eventos en streaming. “Para el consumidor final, los terminales lo único que detectan es mayor capacidad de descarga. Pero con el 4G ya hay velocidad suficiente para que la experiencia sea satisfactoria”, añade Jerónimo Vilchez, director del Territorio Sur de España en Telefónica. El responsable de la mitad sur nacional de la empresa también insiste en que, por ello, el futuro a corto plazo del 5G pasa por la industria: “La aplicación directa será donde las características -alta velocidad, bajo retardo y concentración de terminales- digan que lo necesitan”, concluye.

Operar a 11.000 kilómetros de distancia desde el salón de casa

Telefónica ha puesto en marcha en los dos últimos años proyectos que buscan demostrar la necesidad de la implantación definitiva del 5G. Málaga posee un circuito para estudiar la tecnología en vehículos autónomos, Segovia ensaya también con el coche conectado, Alcobendas experimenta un sistema de almacenamiento en la nube y, entre otros proyectos, en Galicia, Navantia prueba esta tecnología para la construcción de barcos y el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF), para la supervisión de las vías férreas.

Otra de esas aplicaciones se mostró este jueves en la capital de la Costa del Sol. El doctor Pedro Rosón, jefe del Servicio de Aparato Digestivo del hospital Quirónsalud en Málaga, practicó una endoscopia a una paciente de un tumor premaligno en el colon mientras uno de los mayores especialistas en ese campo, el japonés Katsumi Yamamoto, le apoyaba desde el salón de su casa en Osaka (Japón).

La conexión 5G, sondas con imagen calidad 4K y el uso de realidad aumentada permitían al especialista asiático formar parte del equipo sanitario a tiempo real a pesar de estar a más de 11.000 kilómetros de distancia. “Es algo que no tiene precio”, explicaba Rosón. “Tener la posibilidad de consultar sobre la marcha y reconfirmar lo que tú piensas es increíble. Esto va a redefinir el modo en el que los médicos nos relacionamos”, afirmaba el especialista que, por la tarde y desde Málaga, ejerció de asesor en otra intervención a los doctores del hospital Poniente de El Ejido (Almería) usando la misma tecnología.

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