“Google, en muchísimos aspectos, sigue trabajando como una ‘startup’”
Hiroshi Lockheimer, vicepresidente responsable de software en Google, se obsesiona con conquistar los siguientes mil millones de usuarios
Cuando llegó a Android eran solo un equipo de 20 ingenieros, era abril de 2006 y en Google comenzaban a pensar en hacer un sistema operativo para móviles. Casi 12 años después, su software funciona en más de 2.000 millones de aparatos y el papel del móvil es crucial. Hiroshi Lockheimer (Tokio, 1975) es el vicepresidente senior de Google al frente de todo su software, una inmensidad que abarca Android, Chrome, tanto navegador como sistema operativo, y Google Play, su escaparate de aplicaciones.
El directivo echa la vista atrás para analizar la evolución de la plataforma móvil que supera el 85% del mercado: “Cuando empezamos fue con un prototipo, el G1. Google, en muchísimos aspectos, sigue trabajando como una startup. Siempre nos hemos centrado en la experiencia de usuario”.
Es habitual que Apple presuma, aportando cifras, de impacto de su AppStore, pero no lo es tanto que Google hable de su ecosistema como un generador de empleos y beneficios. Lockheimer defiende el valor de esta economía de las aplicaciones: “Nuestro trabajo es crear el espacio y momento adecuados para que tengan éxito. Claro que nos importa. Queremos que prosperen. El Mobile World Congress es el congreso de Android, donde se ve el trabajo de los últimos fabricantes con nuestro sistema de Open Source (de código abierto), donde vienen los desarrolladores más relevantes y Europa y el mundo. Play Store (la tienda de aplicaciones) es una parte clave de este sistema”.
Sundar Pichai, el consejero delegado de Google, apoya la llegada de fabricantes de China a Estados Unidos. Sin embargo, las autoridades no están dando demasiadas facilidades para que así sea. El directivo cree que es parte esencial de su futuro: “Cuando hicimos gratis Android queríamos que pasase esto, que se diesen oportunidades a nuevos actores, como Vico, Oppo, Xiaomi y OnePlus. O como BQ aquí en España. Vemos que son firmas que tienen éxito en su país y después se expanden. Xiaomi comenzó en China y ahora es grande en India e Indonesia. Hasta acaban de abrir una tienda aquí al lado. Me impresiona mucho”.
Lockheimer reconoce que hay algunos aspectos mejorables, nos retos que espera superar. “Pensamos siempre en nuestros socios, les damos acceso al software para que saquen lo mejor de nuestra idea, pero también sabemos que la seguridad es muy importante y es algo que recalcamos”, desliza.
En esa línea crearon Android One, una versión de Android cuya actualización es constante y la interfaz extremadamente limpia. Toma una caja de madera, parecida a la de un zapatero y comienza a mostrar varios modelos que ya lo usan. En su bolsillo lleva una de las joyas de este MWC, el Nokia 8 Sirocco, que también usa Android One. “No tienen que ser necesariamente modelos de gama media o baja, sino que quieran ofrecer un Android muy fiel a nuestra visión, con un compromiso de actualización constante. Nokia ha decidido ponerlo en todo su catálogo”, destaca.
En Mountain View tienen la obsesión de llegar a los siguientes mil millones de usuarios de móvil. Android Go apunta directamente a este segmento, el de los países emergentes con conexión escasa y presupuesto muy limitado al comprar un móvil. “Es muy importante que la experiencia sea buena, sin grandes sacrificios. Para la mayoría de estos usuarios es la primera puerta de entrada a Internet en su vida. Suelen ser modelos con poca memoria y apenas un giga de RAM, o menos. Optimizamos todo para consumir menos recursos y ofrecer una experiencia positiva”.
Los relojes inteligentes han pasado de estar en boca de todos a quedar relegados a las pulseras deportivas o el Apple Watch. Lockheimer lo niega, considera que Android Wear, su versión para relojes de pulsera, está muy vivo: “Tenemos Android más allá del móvil. En tabletas, en televisión con Android TV, en coches con Android Auto y en el Internet de las Cosas con Android Things. Android Wear está en un gran número de relojes, desde los que hace Fossil a los de Huawei. Muchos no lo ven tanto, no los perciben porque el diseño es refinado y no llaman la atención como cacharros”.
Desde hace dos años Google ha apostado de manera más firme por sus propios aparatos. Lo hizo primero con Motorola, que vendió a Lenovo, y ha vuelto a la carga con su propia división, que fabrica los Pixel, y una generosa inversión en HTC. ¿Afecta esto a su desarrollo de software? “No. Trabajamos con todos los fabricantes por igual. No podemos dar prioridad a unos sobre otros. La clave del éxito de Android es que somos neutrales”.
Entre los desarrolladores se está extendiendo cada vez más una idea que suena a fantasía, la fusión entre Chrome y Android, la versión de móvil con el navegador de sus ordenadores. Lockheimer no lo ve probable: “Chrome ha cumplido 10 años con muy buena salud. Nació con la meta de impulsar la web al siguiente nivel y lo cumple, pero no veo la fusión con Android. Cubren diferentes necesidades. Sí hemos incluido Google Play en Chrome OS con una finalidad, que los usuarios y los desarrolladores se beneficien de las aplicaciones ya existentes, que se puedan descargar todo”.
El directivo mira a 2018 con ilusión por la próxima versión de Android. Después de Oreo, toca pensar en un dulce o postre que empiece por P. “¿Se te ocurre alguno en español?”, se despide con el suspense hasta que a mediados de mayo, en Google I/O, su conferencia anual, se desvele.
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