Las chicas que lo hacen todo ellas mismas
La organización DIY Girls promueve el interés por la ingeniería y la tecnología entre mujeres jóvenes sin recursos ni estudios en ciencias
El verano pasado, un grupo de adolescentes presentó su proyecto en el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts, el MIT: una tienda de campaña que plegada ocupa poco más que una mochila y desplegada proporciona refugio y electricidad para hacer funcionar pequeños aparatos eléctricos —como móviles o linternas— utilizando la energía del sol. Su propósito es ayudar a personas sin hogar en el Valle de San Fernando, en Los Ángeles. “Ninguna de ellas había programado, soldado, cosido o usado una impresora 3D antes de unir sus fuerzas y ganar los 10.000 dólares del programa Lemelson-MIT para que desarrollen su invento”, escribe Brittany Levine Beckman en Mashable.
El grupo está formado enteramente por chicas menores de 18 años que desarrollaron su idea en DIY Girls, donde se conocieron. DIY Girls ("Do-it-yourself Girls", chicas que lo hacen ellas mismas) es una ONG de Los Ángeles que promueve el interés por la tecnología y la ciencia entre chicas jóvenes, con bajos ingresos, y sin estudios en estas materias. Las manos que mecen esta cuna de la innovación son empresas como Google, General Motors, PPG Aerospace, AT&T o Raytheon, entre otras.
Según DIY Girls, menos del 15% de las chicas adolescentes de secundaria y bachillerato muestran interés en las materias relacionadas con la ciencia y con la tecnología. En muchos casos se debe a prejuicios propios y ajenos, a tópicos de género, y a la falta de motivación en casa. Pero, sobre todo, tiene que ver con el desconocimiento acerca de su propia capacidad y talento, y de en qué medida esas materias (que muchas jóvenes perciben como ajenas e inaccesibles) les proporcionan la habilidad para marcar la diferencia en su vida y a su alrededor. En los últimos años, unas 1200 jóvenes han pasado por el programa de DIY Girls, el 97% de las cuales decide continuar después participando en actividades STEM.
STEM es como se conoce en inglés el conjunto de disciplinas académicas que incluye además de la ciencia y la tecnología la ingeniería y las matemáticas, por science, technology, engineering and mathematics. Sobre ese principio hace diez años la profesora de instituto Georgette Yakman estableció un marco educativo que añadía las artes a la ecuación, con la idea de incorporar la creatividad y de potenciar la innovación. “La ciencia y la tecnología interpretadas a través de la ingeniería y del arte, con las matemáticas como base.” Uno de los preceptos principales de la filosofía educativa STEAM se basa en “aprender construyendo”, en convertir las aulas en talleres inspirándose en la cultura “maker”, en el “hazlo tú mismo” o DIY (Do It Yourself).
La cultura maker promueve el aprendizaje práctico y la socialización, y está muy ligada a los movimientos hacker (averiguar cómo funcionan las cosas y mejorarlas cuando sea posible o darles otros usos)
Cuando todavía es habitual que los jóvenes estudien los principios de la electricidad sin pelar un cable la cultura “maker” es todo lo contrario. Promueve el aprendizaje a través de la práctica y de la socialización, la enseñanza orientada a la acción. Está muy ligada a los movimientos “hacker” (averiguar cómo funcionan las cosas y mejorarlas cuando sea posible o darles otros usos) y “open source” o de código abierto, que se basa en compartir de forma libre conocimientos, ideas, procesos de construcción y de fabricación o el código de los programas de ordenador.
En los últimos años la cultura maker se ha visto impulsada por la popularización de las ferias y reuniones, con laboratorios y talleres en los que mancharse las manos y compartir ideas y conocimientos. Aprender y crear tiene mucho que ver con mancharse las manos y con compartir.
Los “makers” (aquellos que participan de la cultura maker) no solo disponen ahora más que nunca de tecnologías para la creación y la innovación, como la impresión 3D, la robótica o los microordenadores por 5 euros, sino que muchas de estas tecnologías se han vuelto accesibles gracias precisamente a que los movimientos maker, hacker y open source han desarrollado versiones asequibles que casi cualquier persona puede construir y aprovechar para sus proyectos. Se trata de un fenomenal “efecto bola de nieve” acelerada por la difusión de la información y del conocimientos a través de internet.
Montada, la tienda de campaña diseñada y construida por las jóvenes del programa DIY Girls ocupa el espacio imprescindible para no entorpecer el paso cuando se monta en la calle. Además de paneles solares para suministrar electricidad dispone de un pequeño compartimento para guardar objetos. Esa tienda surgió con la pregunta “¿qué podemos hacer para mejorar nuestro entorno?”. La tienda solar es el resultado de añadir la A de arte a las siglas STEM, de poner las ciencias del conocimiento al servicio de las ciencias humanas.
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