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“El coche autónomo será una realidad en 2020”

La industria del automóvil afronta retos hasta ahora desconocidos: privacidad, actualización de sistemas y cobro por suscripción El consejero delegado de Ford asegura que, gracias a la tecnologia, "los coches ya no se harán viejos"

Un visitante prueba un simulador de Ford Mustang, durante la inauguración de la Feria Electrónica de consumo CES en Las Vegas.
Un visitante prueba un simulador de Ford Mustang, durante la inauguración de la Feria Electrónica de consumo CES en Las Vegas.EFE

Una hilera de minis descapotables, de diferentes colores sortea el tráfico del Strip, la avenida principal de Las Vegas. Van sin matrícula y no tienen dueño. El fabricante los ha puesto en la calle para captar la atención de los visitantes del CES, la mayor feria de consumo electrónico del mundo, que se celebra estos días en Las Vegas. Su punto fuerte es el diseño. Demasiado poco para lo que sucede dentro del recinto de exposiciones, donde dos son los fabricantes que han marcado la pauta en el mundo del motor: Mercedes, con un coche sin conductor, y Ford, cuyo consejero delegado, Mark Fields, dio la conferencia de apertura del congreso.

El Cosmopolitan, una copia del Manhattan más lujoso, fue el lugar escogido por la firma alemana para mostrar lo que, aseguraron, llevan 30 años tramando. Una larga investigación que se plasma en el F015, un vehículo con forma de cápsula metálica pulida, perfil extremadamente deportivo y unos llamativos LEDs azules, que se mueven al detectar peatones, e incluso se dirigirá a ellos con mensajes de voz personalizados. El coche permitirá conducirlo de manera tradicional o, sencillamente, delegar en la máquina. Mantiene pedales y volante, como exigen las autoridades de California tras revisar el prototipo de Google, pero los asientos se pueden girar de modo que los cuatro pasajeros puedan entablar conversaciones. Carece de la llamativa pantalla central de los Tesla, pero, a cambio, permite usar cualquiera de las ventanas como pantalla táctil para ver películas, navegar por Internet o abrir aplicaciones. Su fecha de salida será 2030.

El enfoque de Ford es radicalmente opuesto en cuanto a lujo y precio. La noche antes de su ponencia, Mark Fields compartió mesa y conversación distendida con EL PAÍS. El fabricante de Detroit vaticina que los coches sin conductor rodarán por las carreteras algo antes de que llegue el de los alemanes: “En 2020 el coche autónomo será una realidad, pero solo en zonas urbanas con cámaras, muy bien mapeadas”, asegura. En todo caso, no se atreve a dar una fecha concreta en su empresa: “Lo haremos cuando creamos que sea adecuado, accesible. Nosotros democratizamos los automóviles y queremos hacer lo mismo con la tecnología. Si piensas en las líneas de código que tiene ahora mismo un coche te sorprenderías”. Otro problema por resolver está en las autoridades: “Me temo que están regulando muy pronto. Tienen que vernos como parte de la solución, no como el problema. Tienen que escucharnos a todos antes de legislar”, asegura Fields. Surgen dudas como de quién sería la culpa en caso de accidente. La respuesta todavía es vaga: “Habrá que ver cada caso, conocer si el fabricante, los que deben mantener la carretera, el software sin actualizar… Los sensores van a ser clave”.

Una empresa de tecnología, no de automoción

Ford visitó CES por primera vez en 2007, de la mano de Bill Gates y, desde entonces, el giro ha sido radical. “Comenzamos a ver que no éramos una fábrica de coches, sino una empresa de tecnología”, explica Fields. Los primeros síntomas llegaron en forma de conexión con el móvil; SYNC es la plataforma dedicada a ello. Ya va por la tercera generación.

En Ford apelan a las raíces para explicar por qué los avances llegan de manera lineal a todos sus vehículos. “Tenemos 110 años de historia. Nosotros creamos la cadena de montaje, inventamos la clase media. No nos podemos traicionar a nosotros mismos”, asegura el consejero delegado.

Esta inclusión de tecnología implica algunos puntos de fricción que no se había planteado hasta el momento. Entre ellos, cómo no, la privacidad: “Es posible que, con la compra de un coche, se tenga que firmar un contrato de cesión de datos. A cambio, ofreceremos mejores servicios. No sé si por suscripción, o de modo que el coche se pueda compartir con otros cuando no se use…”, defiende Fields. Rápidamente, añade algunas ventajas que traería consigo: “Virtualmente, el coche nunca se haría viejo. Solo la mecánica, lógicamente, pero podemos actualizarlo cada noche, con lo último”.

“Me temo que las autoridades están regulando muy pronto", dice Mark Fields

Uno de los adelantos que pronto tendrán sus vehículos particulares será la conexión constante a Internet y la posibilidad de ofrecer wifi a los pasajeros. “Los viajes serán más seguros para el conductor, y mucho más llevaderos para los acompañantes. Es una de las demandas que más escuchamos”, insistió.

Fields, que ha vivido en Buenos Aires y Londres, estuvo al frente de Mazda, y lleva 25 años en Ford. “Hago unos cuatro viajes al año a Silicon Valley", explica, al hablar sobre talento e innovación. "Visito grandes y pequeñas empresas y no dejo de sorprenderme con todo lo que sucede allí. A la hora de atraer talento, tengo claro que ya no vendrán para quedarse. Hay que proponer una visión, una misión que quieran realizar, pagar muy bien y asumir que, una vez que vean los resultados, darán el salto a otro sitio. Los tiempos cambian...”, expone con aire resignado.

Lo que sí sabe es que el coche, cada vez más, se aleja de los mitos de la cultura actual: “Quizá vendamos menos coches, pero vemos oportunidades para nuevos servicios y negocios paralelos. La tecnología es nuestra aliada. Queremos que el coche sea parte del internet de las cosas, que esté conectado siempre y cuente con la mejor inteligencia artificial para tomar las decisiones adecuadas”.

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