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Los ciberpadres no controlan

“Los niños dejan una huella digital y te sientes un padre negligente si no la controlas”, confiesa Savage,

No hace muchos años, los padres solían encontrar carteles de “prohibido entrar” pegados a la puerta del dormitorio de sus hijos adolescentes. Les controlaban a la antigua usanza: escuchándolos hablar por teléfono y observándolos con sus amigos.

Hoy, los carteles han sido sustituidos por páginas web protegidas con contraseñas. “Los padres ya no saben quién llama a sus hijos”, escribe Pamela Paul en The New York Times, “ni pueden averiguar cosas oyendo fragmentos de conversación, charlas llorosas y teléfonos colgados de golpe”.

Puesto que los adolescentes pasan tanto tiempo enviando mensajes de texto y en las redes sociales, es mucho más difícil para los padres averiguar a qué se dedican. “Todos están en contacto con sus aparatos”, dice a The Times Wendy Weinstein Karp, madre de dos hijos en un lujoso barrio situado a las afueras de Nueva York. “Los chicos entran y salen de casa y no tienes ni idea de lo que está pasando”.

Según una encuesta realizada el año pasado, un 72% de los padres estadounidenses está preocupado por las relaciones de sus hijos con desconocidos en Internet.

Una aplicación para teléfonos inteligentes “alerta a papá si su hijo está enviando mensajes mientras conduce”

Y los informes sobre acoso en la Red son frecuentes. La profesora Emily Layden escribía en The Times el pasado septiembre sobre su hermano, cuyo compañero de clase colgó un mensaje en Facebook en el que pedía a sus amigos que pusieran un “me gusta” en la publicación si odiaban al chico. Obtuvo 57 “me gusta”.

“No existe intimidad para el acosado, no hay separación entre Internet y la realidad”, decía Layden. “El lunes después del incidente en Facebook, mi hermano temía ir a la escuela y enfrentarse a sus 57 acosadores”.

Historias como esta llevan a los denominados ciberpadres a intentar averiguar qué están haciendo sus hijos, avezados en tecnología. Así que las empresas han encontrado la manera de obtener beneficios. Algunas, como Uknow.com, venden aplicaciones que ayudan a los padres a navegar por lo que puede ser un mundo digital aterrador, desde supervisar qué páginas visitan sus hijos hasta endurecer la configuración de privacidad del ordenador.

Una aplicación para teléfonos inteligentes “alerta a papá si su hijo está enviando mensajes mientras conduce”, escribe Somini Sengupta, de The New York Times. “Otra rastrea Internet en caso de que un niño decida probar una nueva red social de la cual los adultos ni siquiera han oído hablar todavía”.

Aun así, quienes estén planteándose prohibir el iPad a sus hijos hasta que cumplan 18 años deberían recordar que, cuando se presentaron los teléfonos para su uso doméstico en el siglo XX, los padres tenían las mismas preocupaciones.

“Cuando sale una nueva tecnología tan importante, se da una reacción inicial de alarma”, dice Megan Moreno, especialista en medicina adolescente en la Universidad de Wisconsin-Madison.

Ser buenos padres no tiene por qué significar una vigilancia digital constante. Como indica el escritor Dan Savage, debería trazarse una línea entre los padres atentos y la vigilancia total. “Los niños dejan una huella digital y te sientes un padre negligente si no la controlas”, confiesa Savage, que tiene un hijo de 15 años. “Lo que intentamos es encontrar el equilibrio entre lo que podemos saber y un cierto margen para que nuestro hijo cometa errores sin morir en el proceso”.

Envíe sus comentarios a nytweekly@nytimes.com.

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