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El lector digital exige autores más prolíficos

Internet permite a los lectores disfrutar de una relación más íntima con sus escritores favoritos

John Grisham.
John Grisham.

La era del libro digital ha acelerado el metabolismo del sector editorial. Los autores que en su día escribían una obra al año despachan ahora relatos cortos, novelas o incluso un segundo libro completo en ese mismo periodo.

Los lectores se han acostumbrado a descargar instantáneamente el libro que quieren, y las editoriales animan a los escritores a aumentar la productividad, ya que creen que cuanto más presente esté su nombre entre el público, más célebres serán. “Hoy la cultura son unas grandes fauces hambrientas, y tienes que alimentarlas”, afirma Lisa Scottoline, autora de novela negra.

Editores y libreros están tratando de retener desesperadamente a lectores que se ven atraídos por otras formas de entretenimiento, buena parte de ellas disponibles de manera constante e inmediata. E Internet ha permitido a los lectores disfrutar de una relación más íntima con sus escritores favoritos, de quienes esperan que estén accesibles en la Red a través de blogs, Twitter y Facebook.

Parte de la ofensiva proviene de los propios autores, que ya no tienen tanto miedo de caer en el olvido si permanecen demasiado tiempo alejados del mercado.

El escritor británico de suspense Lee Child complementa ahora sus libros en tapa dura con relatos cortos en formato exclusivamente digital. “Parece que corramos todos más para quedarnos en el mismo sitio”, asegura.

Incluso John Grisham, que escribía un libro cada 12 meses, está realizando una serie adicional destinada a lectores de grado medio, las populares novelas Theodore Boone, que se publican anualmente.

Los editores dicen que un relato corto publicado seis u ocho semanas antes de que salga una edición en tapa dura puede atraer a nuevos lectores que tal vez estarían dispuestos a pagar 99 céntimos por una historia, pero son reacios a gastarse 14 dólares en un libro electrónico o 26 en una encuadernación de lujo. Eso puede traducirse en mayores reservas anticipadas de la novela e incluso en un crecimiento de las ventas de libros anteriores del autor.

Jennifer Enderlin, editora adjunta de St. Martin’s Paperbacks, afirma que muchos de sus escritores notaron un gran aumento en las ventas de ediciones en tapa dura cuando empezaron a publicar más trabajos.

Scott Schiefelbein, abogado de Portland, Oregon, escribió recientemente una reseña favorable en Amazon.com de Second son, un relato corto de Child que leyó después de comprar The affair, del mismo autor, para su Kindle.

Las expectativas no atañen a novelistas literarios como Jeffrey Eugenides y Jonathan Franzen, que pueden publicar una nueva novela aproximadamente cada década y aun así cuentan con numerosas reseñas destacadas.

Los autores no parecen escribir relatos cortos en formato digital por una cuestión de dinero, ya que estas obras de bajo precio no generan demasiados ingresos. Y aunque aceptan el nuevo régimen, a muchos de los escritores el trabajo adicional les resulta agotador. “Este tema me pone de bastante mal humor”, dice Steve Berry, un popular autor de suspense cuyos relatos cortos se publican entre libro y libro. “No quiero verme en una situación en la que mi trabajo sea juzgado por el ritmo de productividad”, se lamenta.

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