El tacto mágico
La sensibilidad más primaria se asocia al tacto. Y el Magic Mouse es como una segunda piel. Poner la mano, un dedo, al azar, encima de este futurista ratón es casi erótico. El futuro de este periférico empieza con Magic Mouse. Ya nada es igual.
Por un olvido, tuve que estar una noche sin mi ratón mágico y recuperé el mouse del MacBook, un artilugio con Bluetooth.
El iMac lo reconoció rápidamente, pero prefiere el ratón mágico. Las comparaciones son odiosas, en este caso mucho más. Lo confieso: cuando estoy en el trabajo echo de menos mi Magic Mouse, esa suavidad, ese jugueteo, esa elegancia para llevar el cursor a donde uno quiere. Y todo parece magia. Porque es un wireless de verdad y con una batería que aguanta lo suyo.
La culpa es de la tecnología Multi-Tacto. Sólo con los gestos, con una mera intuición del movimiento, se mejora enormemente el desarrollo diario en relación con otros aparatos portátiles. A veces pienso que me lee el pensamiento, y me asusta un poco; pero me ha vencido. Hace más de un mes que por la mañana y por la noche enciendo el ordenador para curiosear el correo y, sobre todo, para ver que más puedo hacer con Magic Mouse.
En la página de Apple aprendí que se puede crear un botón derecho —como el de los PC de toda la vida— de la nada. Sigue siendo como una pieza mágica, perfecta y llena de vida a pesar de ser inerte. Sin colores ni lucecitas, se acopla perfectamente a la mano, casi no hay que moverlo, la mano descansa.
Es un mouse de Apple, sí. Funciona por Bluetooth. Para los curiosos, diré que vale la pena probarlo. Si gusta la estética, deslizo el precio: 47,5 euros.
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