GPS para criaturas en movimiento
Un grupo iba recorriendo el bosque en busca de capuchinos de cara blanca, esos monos organilleros famosos que siempre van despeinados, con los ojos penetrantes y cara de pocos amigos. Se dice que los capuchinos son extraordinariamente ingeniosos. "Parece que no hay nada que les frene", afirma Margaret Crofoot, de 29 años, primatóloga que está estudiando a estos monos. "Nunca dejan de moverse".
Crofoot y otros científicos que trabajan en el Smithsonian Tropical Research Institute de la isla de Barro Colorado están encantados con un nuevo sistema para seguir a los sujetos de sus experimentos que podría contribuir a revolucionar la ardua tarea de la biología sobre el terreno.
Se llama Sistema Automatizado de Telemetría por Radio y el método se basa en siete torres de radio de 40 metros esparcidas por la isla que pueden controlar simultáneamente datos de muchos individuos a los que se les ha implantado dispositivos de radio, las 24 horas del día, todos los días del año. Una vez que al animal se le ha equipado con un transmisor, las torres pueden seguir su firma de radio única y, mediante un proceso de triangulación, indicar en qué parte de la isla está, si se está moviendo o está parado y con qué otros individuos provistos de transmisores se ha encontrado.
Los flujos constantes de datos llegan hasta los ordenadores situados en un laboratorio central de la isla y permiten que los investigadores se mantengan al corriente de muchas más actividades animales de las que serían capaces de seguir a través de la observación directa.
Los científicos pueden etiquetar y seguir la pista a grillos, abejas de las orquídeas, mariposas monarcas e incluso semillas de plantas. "Los sistemas automáticos como éstos están haciendo que nos adentremos en una nueva era del seguimiento animal", asegura Roland Kays, otro investigador. "Hay muchas posibilidades de ver las rutas que siguen los animales y las decisiones que toman en cada punto del camino".
La aplicación de torres de telemetría por radio, satélites de posicionamiento global y otras argucias cibernéticas para esquematizar y descifrar el mundo natural han creado una nueva subdisciplina. "La ecología del movimiento es el término de moda en la actualidad", señala Kays, que también es conservador de mamíferos del Museo Estatal de Nueva York en Albany.
Kays también está aplicando este sistema de seguimiento para explorar la relación dinámica entre la población de ocelotes de la isla; los rojizos y narigudos roedores llamados agutíes; y los árboles dipteryx altísimos y de densas raíces que hay en la isla. A los agutíes les encantan las semillas de dipteryx y las que no se comen inmediatamente, las entierran para luego. Los dipteryx necesitan que los agutíes entierren sus semillas antes de que los escarabajos de tierra y otros animales las destruyan, pero luego el árbol quiere que el roedor tenga la bondad de desaparecer. A los ocelotes les encantan los agutíes: estos roedores son su fuente de alimentación más importante. La pregunta que plantea Kays es cuántos miembros de cada sector son necesarios para mantener el equilibrio adecuado.
Los investigadores reconocen que mantener una red compleja e informatizada en las condiciones húmedas y de deterioro de un bosque fluvial tropical siempre es complicado. Además, implantar los dispositivos a los animales sigue siendo una tarea difícil, sobre todo si los sujetos son inteligentes y se asustan fácilmente, como los capuchinos.
Por el momento, sólo cinco de los 250 o 300 capuchinos que se calcula que hay en la isla están equipados con collares de radio, una cifra que Crofoot espera que se duplique o se triplique. Una vez que sea capaz de espiar de forma simultánea a una muestra representativa de los 15 o 20 grupos sociales de capuchinos que campean por la isla, podrá saciar mejor su eterno interés por la política intertribal.
"Durante décadas se han estudiado las relaciones sociales dentro de los grupos de primates", explica. "Pero los primates tienen vecinos y llevan décadas conviviendo con ellos, así que la pregunta es: '¿Qué tipo de relaciones tienen?'".
Las primeras pruebas de seguimiento indican que los capuchinos son xenófobos, pero no imperialistas, explica Crofoot.
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