España intenta convencer a Francia para suavizar el pacto de inmigración
Con la predicción de que las apuestas por Internet podrían superar los 12.500 millones de euros en 2008 y con los cerca de 100.000 millones de euros que constituyen las apuestas ilegales en EE UU, según algunos cálculos, la tentación para los que pretenden influir en los resultados de los juegos nunca ha sido tan grande.
En la actualidad, la irrupción de los escándalos de las apuestas en los deportes, desde el críquet hasta el fútbol y, últimamente, el tenis, ha planteado una pregunta incómoda: ¿los partidos que vemos están amañados?
El 19 de mayo, un informe encargado por los principales organismos reguladores del tenis recomendaba que se investigaran 45 partidos que se han jugado en los últimos cinco años porque los patrones de apuestas presentaban "indicios sólidos" de que los apostadores se estaban beneficiando de información privilegiada.
Los partidos amañados nunca se habrían descubierto de no haber sido detectados por Betfair, que ha revolucionado las apuestas en Internet desde que creara su página web en junio de 2000. En cualquier momento dado, los clientes de Betfair tienen unos 230 millones de euros en su cuenta y las manos en los teclados, comparando probabilidades con otros apostadores de 80 países.
Betfdair se ha convertido en el centro de atención de la lista en aumento de escándalos por partidos amañados. Durante los últimos siete años, ha alertado a docenas de deportes de actividades de apuestas sospechosas, lo que ha llevado a investigar las carreras de caballos, el fútbol y, ahora, el tenis.
"Si juegas en estos mercados, corres el riesgo de estar en desventaja por la información privilegiada", afirma David Forrest, profesor de economía de la Universidad de Salford, en Inglaterra. "Aunque las apuestas por Internet han ofrecido transparencia, también presentan tentaciones. Hay más liquidez para los que engañan, además de nuevas formas de apuestas y más dinero que nunca".
El escándalo más famoso fue uno en el que estaba involucrado el jugador de tenis Nikolai Davidenko, el cuarto en la clasificación mundial, que iba a jugar el Open de Francia. En un torneo en Sopot, Polonia, en agosto, Davidenko pasó, en el transcurso del partido, de ser el gran favorito contra el número 87 del mundo, Martin Vassallo Arguello, de Argentina, a ser el que tenía todas las de perder.
Las probabilidades de Davidenko se volvieron más elevadas, y siguió llegando dinero para Vassallo Arguello, incluso después de que Davidenko ganara el primer set. Davidenko se retiró por una lesión cuando Vassallo Arguello iba por delante: 2-6, 6-3, 2-1. Durante el partido, Betfair notificó a la ATP, la Asociación de Tenis Profesional masculino, que su equipo de seguridad había captado patrones irregulares de apuestas. Después del partido, Betfair anuló cerca de 4,5 millones de euros de apuestas, la primera vez en su historia que había alcanzado una cantidad así. Y transfirió todos sus datos a la ATP.
Davidenko niega haber obrado mal. Ha rechazado una petición por parte de los investigadores de la ATP de repasar los historiales de los móviles de su mujer y su hermano.
Ahora muchos profesionales del tenis están haciendo un llamamiento para crear un organismo anticorrupción global para el deporte que se gestione de forma parecida a la Agencia Mundial Antidopaje.
"El tráfico de información privilegiada es un negocio más importante en los deportes que en los mercados financieros", explica Justin Wolfers, profesor de empresariales y política pública en la Wharton School de la Universidad de Pensilvania que estudia las apuestas. "En EE UU hay una Comisión de Valores. ¿Por qué no tener lo mismo en el mercado de apuestas deportivas, que mueve miles de millones de dólares?"
Desde su oficina con vistas al Támesis, Betfair ha sido, de facto, un organismo regulador de los deportes. Los ordenadores están encendidos 24 horas al día y en los televisores se puede ver billar, baloncesto, fútbol y carreras de caballos, que son algunos de los deportes para los que Betfair ofrece 4.000 tipos de apuestas por semana.
Los fundadores de Betfair, Andrew Black y Edward Wray, que han trabajado en el mercado de valores y en bancos de inversión, afirman haber construido un sistema innovador. Más de un millón de clientes de la página web, Betfair.com, apuestan unos contra otros, indicando sus propias probabilidades y pagando sólo una fracción de lo que cobran los corredores de apuestas tradicionales.
A medida que las apuestas por Internet se han disparado de una industria de cerca de 3.800 millones de euros en 2003 a más de 12.500 millones, que es lo que se espera este año, según Christiansen Capital Advisors, una empresa de investigación con sede en Maine, los ingresos de Betfair han aumentado de unos 40 millones de euros en 2003 a unos 235 millones. El año pasado, al llevarse entre un 2% y un 5% de comisiones de las apuestas ganadoras, Betfair registró unos beneficios de cerca de 40 millones de euros, según su declaración anual.
Sus fundadores querían trasladar los elementos básicos de los bancos de inversión a los deportes. Ahora, Betfair maneja 15 millones de transacciones al día, es decir, más que todos los mercados de valores europeos juntos. Las apuestas deportivas son legales en Reino Unido: hay 8.000 casas de apuestas que tienen licencia y están reguladas por el Gobierno, al igual que las páginas web de apuestas con sede en ese país. Betfair no acepta apuestas de EE UU, China, Japón, Hong Kong o India, países en los que las apuestas por Internet son ilegales. Los individuales masculinos del Open de EE UU fueron la competición de tenis más popular en Betfair en 2007, con cerca de 200 millones de euros de apuestas.
Lo que Betfair ha aportado a las apuestas ha sido transparencia. Tiene acuerdos con 32 organismos reguladores y está intentando firmar más, al tiempo que promete compartir información siempre que detecte cualquier actividad que se salga de lo habitual.
"Podemos decirles todas y cada una de las apuestas que se han realizado y quién las ha hecho, desde qué fondos y adónde van dichos fondos", asegura Mark Davies, un director de Betfair y ex comerciante de bonos. "Es una investigación de auditoría completa y queremos compartirla con los organismos reguladores del deporte".
Pero muchos organismos reguladores de los deportes han rechazado la oferta de Betfair, señala Davies, incluido el Comité Olímpico Internacional (COI). Durante los Juegos Olímpicos de verano de 2004 en Atenas, Betfair superó la cifra de 50 millones de euros en apuestas por las competiciones olímpicas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.