La escasez de ingenieros amenaza el predominio
Japón se queda sin técnicos. Tras años de preocuparse por la futura escasez, el país se enfrenta de hecho a un número menguante de estudiantes que cursen ingeniería y carreras tecnológicas.
Las universidades lo llaman rikei banare o "huida de la ciencia". El descenso está siendo tan drástico que la industria ha lanzado campañas publicitarias para que la ingeniería parezca atractiva y moderna, y las empresas empiezan poco a poco a contratar a trabajadores extranjeros, o a trasladar los empleos allí donde están los técnicos, en Vietnam e India.
La escasez está causando una creciente preocupación por la competitividad de Japón. China produce unos 400.000 técnicos al año, con la esperanza de usurparle algún día a Japón el título de principal potencia económica de Asia.
La capacidad de sus técnicos es lo que sacó a este país de la postración de posguerra, convirtiéndolo en una superpotencia económica. Pero según los educadores, los ejecutivos y los propios jóvenes, éstos se comportan cada vez más como los estadounidenses: escogiendo campos mejor pagados como la economía o la medicina, o carreras más puramente creativas como las artes, en lugar de seguir a sus padres asalariados al mundo poco elegante de las fábricas.
El problema no ha tomado por sorpresa a Japón. Las primeras señales de descenso del interés de los jóvenes por la ciencia y la tecnología se percibieron hace casi dos décadas, cuando Japón alcanzó los niveles de vida del primer mundo, y en años recientes se ha registrado una disminución constante en el número de estudiantes de ciencia y tecnología. Pero sólo ahora empiezan las empresas japonesas a sentir una verdadera necesidad.
De acuerdo con los cálculos del Ministerio de Interior, el sector de la tecnología digital ya tiene una escasez de casi medio millón de técnicos. Los empresarios han empezado a atraer a los técnicos en mitad de carrera con importantes primas de contrato, una práctica depredadora antes desconocida en la versión menos brutal del capitalismo que se practicaba en Japón.
Es probable que el problema empeore porque Japón presenta una de las tasas de natalidad más bajas del mundo. "Japón se asienta sobre una bomba de tiempo demográfica", explica Kazuhiro Asakawa, profesor de gestión empresarial en la Universidad de Keio. "Se va a producir una explosión. La ven venir, pero nadie hace lo suficiente al respecto".
Japón se esfuerza por atraer de nuevo a más jóvenes a las ciencias y la tecnología. Pero los expertos laborales dicen que estas medidas tardías son limitadas y tienen pocas probabilidades de solucionar el problema. Mientras tanto, el país ha empezado lentamente a aceptar a más trabajadores extranjeros, pero ni mucho menos en la cantidad que la industria necesita.
Puede que el mayor problema de Japón sean las actitudes que la prosperidad forja. Algunos jóvenes japoneses, producto de una sociedad rica, desconocedores de las dificultades de posguerra que muchos de sus padres y abuelos sufrieron, no comprenden qué valor tiene el esforzarse con planos y números cuando hay otras formas de ganar dinero, tener más contacto con otras personas y divertirse más.
Desde 1999, el número de estudiantes universitarios que escogen ciencias y tecnología ha caído un 10%, a 503.026, de acuerdo con el Ministerio de Educación. El número de estudiantes que se especializan en artes creativas y en campos relacionados con la salud aumentaba en ese tiempo, declara el Ministerio. Las solicitudes para cursar ingeniería en la Universidad de Utsunomiya, situada una hora al norte de Tokio, se han reducido en un tercio desde 1999.
Los estudiantes de tecnología se ven a sí mismos como una tribu en extinción. Masafumi Hikita, de 24 años, que estudia el último curso de ingeniería eléctrica, afirma que la mayoría de sus compañeros del instituto escogieron especializarse en economía para intentar conseguir "dinero más fácil" en finanzas y banca. De hecho, a los amigos y vecinos les sorprendió que eligiera un campo difícil como la ingeniería, dice.
Aunque el Japón empresarial se muestra reacio a aceptar a extranjeros, media docena de empresas de contratación de personal están llenando el vacío con la contratación de ingenieros chinos y surcoreanos para enviar temporalmente a las empresas japonesas.
Una de las más grandes es Altech, que ha establecido dos centros de formación en sendas universidades chinas para captar a estudiantes de ingeniería y enseñarles el idioma y las costumbres empresariales de Japón.
De los aproximadamente 2.400 técnicos de Altech, 138 son chinos, y la empresa tiene intención de contratar a más, a un ritmo de 200 por año.
Una de las primeras contratadas fue He Xifen, ingeniera mecánica de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Qingdao, reclutada por Altech hace dos años y medio. Gana tres o cuatro veces más de lo que ganaría en China. Aunque los clientes japoneses parecen al principio indecisos respecto a cómo tratar a los extranjeros, dice, enseguida se acostumbran. "Los técnicos extranjeros empiezan a ser aceptados", afirma Shigetaka Wako, portavoz de Altech. "Japón se va dando cuenta de que su economía no puede avanzar sin ellos".
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