El CSIC crea el 'Archivo del Duelo', un estudio de muestras de dolor tras el 11-M
Un equipo de antropólogos del CSIC ha creado el "Archivo del Duelo", una recopilación ordenada y catalogada de todas las muestras masivas de dolor que, tras los atentados del 11-M, se produjeron espontáneamente en Madrid, con el fin de conservarlos y que sirvan para investigaciones posteriores. La presentación del archivo, que será virtual, se produjo hoy en el marco de unas jornadas sobre "Archivo y Memoria" organizadas en Madrid por el CSIC.
La directora del proyecto, Cristina Sánchez, explica que el "Archivo del Duelo intenta que las voces de la ciudadanía que, por ser efímeras y anónimas no se suelen conservar, permanezcan, se documenten y sean accesibles con fines de investigación. No sólo se trata de un proyecto de investigación, también queremos que sea útil a psicólogos o pedagogos y que puedan utilizarlo para elaborar materiales didácticos", explica.
El "Archivo del Duelo" es un proyecto de antropología social, pionero en Europa en el estudio de la respuesta ciudadana a un acto de violencia extrema. Se compone de casi 60.000 mensajes electrónicos escritos en diferentes idiomas; grabaciones de audio y vídeo, más de 6.000 manuscritos, unas 2.500 fotografías y cerca de 500 objetos.
Sí existen archivos similares en Estados Unidos, en la biblioteca del Congreso de Washington y en el Folk Life Center, donde, además de documentos sobre el 11-S hay otros anteriores, en la misma línea, sobre el daño y el dolor personal que causó la guerra de Vietnam, y otra sobre la muerte de Lady Diana, explicó Ortiz.
El origen de esta investigación, que "no lo es sobre los objetos, sino sobre la reacción ciudadana a la violencia", puntualiza Sánchez, nació "casi como una respuesta visceral a los atentados". "El equipo de antropólogos del CSIC especialistas en culturas populares de la sociedad actual, sintió la necesidad de documentar y explicar las respuestas ciudadanas que se produjeron, sobre todo, en las estaciones" para lo que contaron con el material donado por Renfe que la gente había depositado en los altares espontáneos que se organizaron en Atocha, el Pozo y Santa Eugenia.
El estudio de lo que significan "todos aquellos ositos de peluche, o por qué había tantas poesías, y ningún mensaje racista o xenófobo", aparte de los cientos de banderines de equipos de fútbol "de pueblos pequeñísimos de España y del extranjero, o de mensajes escritos en árabe, religiosos y no", permite extraer conclusiones como que "esto es un fenómeno nuevo: cuando hay casos en los que la sociedad se siente concernida, necesita manifestarlo".
"Hay una necesidad de hacerse visible de forma colectiva y, seguramente -opina Carmen Ortiz, miembro del equipo de investigadores del CSIC- también es la necesidad de la ciudadanía de mostrar una expresión directa no mediatizada". Ésta antropóloga señala que los espacios públicos, como los cementerios, suelen utilizarse para expresar el dolor "cuando el fallecido tiene una relación personal, pero en este caso no ocurre eso; la herida social pone en marcha unos mecanismos de respuesta diferentes".
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