Un estudio del Banco de España pide innovación tecnológica para poder competir en la nueva UE
Resalta "la necesidad de introducir mejoras en la eficiencia productiva"
España necesita incentivar el desarrollo de tecnologías más innovadoras, como mecanismo que le permita mejorar las ventajas competitivas que emanan de la mayor calidad de sus productos, ya que, de lo contrario, los nuevos países de la UE ocuparán ese espacio. Es la conclusión del estudio "Algunas implicaciones de la ampliación de la UE para la economía española", difundido por el Banco de España.
La especialización y calidad tecnológica de la industria en los nuevos países de la UE "comporta riesgos para la economía española", advierte el estudio, ya que puede lastrar el necesario desarrollo de estas ramas de actividad en la estructura industrial de España. Nuestro país tiene, por su parte, una mayor especialización en las industrias de tecnología media-alta, un segmento en el que los países de la ampliación están mostrando una capacidad creciente para producir.
Esto supone un riesgo no sólo por los esfuerzos de estos países, sino porque "es en estos sectores donde, además, el esfuerzo innovador de la economía española presenta un mayor desfase en relación con el realizado por los países más avanzados de la UE". Los datos ponen de manifiesto, según el estudio, "la necesidad de introducir mejoras en la eficiencia productiva", incentivando el desarrollo de tecnologías más innovadoras que permitan incrementar las ventajas competitivas derivadas de la diferenciación cualitativa de los productos españoles.
No conviene olvidar, agrega el estudio, la necesidad de seguir invirtiendo en infraestructuras de transporte y comunicaciones, donde España mantiene aún "retraso", sobre todo en un momento en el que el centro de la UE se ha alejado de la Península Ibérica y se ha desplazado hacia el Este.
Reorientación de las exportaciones
Los nuevos países de la UE han aprovechado los últimos años, impulsados por el bajo nivel de sus salarios y la llegada de multinacionales, para transformar de manera notable su patrón de especialización productiva y comercial, orientándose hacia las industrias de tecnología alta y media-alta. Estos países cuentan con una mano de obra altamente cualificada a un coste inferior al existente en el promedio de la UE, lo que ha supuesto "un elemento de atracción de capital hacia aquellas industrias cuya producción presenta, en general, mayor complejidad técnica".
El informe realizado por Esther Gordo, Esther Moral y Miguel Pérez, revela que el 3,1% del total de las exportaciones españolas se dirigió en 2002 a los países de la ampliación, frente al 1,4% de 1995. En el lado de las importaciones provenientes de los diez nuevos países comunitarios, en 2002 alcanzaron el 1,6%, cuando en 1995 supusieron el 0,9%.
Cabe esperar, según el estudio, que en el futuro se produzca una mayor reorientación de las exportaciones hacia estos mercados, al igual que sucederá con las importaciones. La UE-15 dirigía en 2002 el 4,8% de sus exportaciones a estos países, de los que provenían el 4,3% de las importaciones.
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