'Juiced', trillones de coches tuneados
El juego saldrá a la venta este otoño para PlayStation2, Xbox y Pc.
Alerón doble, faldones, parachoques hasta el suelo, fibra de vidrio, neones, pintura irisada, llantas de aleación, tapicería de cuero, sound system, suspensión neumática, bombonas de óxido nitroso Los extras de estos coches van mucho más allá del aire acondicionado y el elevalunas eléctrico. En su taller de la periferia madrileña, uno de los tuneros más importantes de España, Juan Carlos Caballero, transforma coches en potentes máquinas de colores.
Hay un Clio que tiene una consola PlayStation2 en la guantera conectada a una pantalla del salpicadero: "Es que en las concentraciones hay mucho tiempo muerto", explica Juan Carlos. ¿Y qué es ese pequeño cilindro montado sobre el volante de otro vehículo? "Una luz que salta cuando te pasas de revoluciones, para avisarte de que cambies". Automóviles convertidos, mediante alteraciones que rondan los 36.0000 euros, en juguetes de lujo.
El taller Caballero Audio es hoy el escenario para otro tipo de juguete que tiene mucho que ver con el tuning. Se presenta Juiced, un videojuego de carreras en el que la modificación del coche es lo importante, y la pantalla del taller, un quirófano de cirugía estética. Sólo por fuera, sin contar los cambios mecánicos, las posibles combinaciones de lo que le puedes hacer a un coche alcanzan la absurda cifra de 7,2 trillones. El productor, Colin Bell, comienza su demostración con un trasto triste y abollado. Al principio el jugador no tiene mucho dinero, y cada mejora sale cara: "Igual que en la vida real, hay que comprar con cabeza", explica, ya que casi todas las modificaciones tienen su repercusión en el rendimiento del coche y no merece la pena gastarse los ahorros en una pegatina fardona y olvidar la suspensión o la aerodinámica.
El dinero se consigue apostando contra las ocho bandas callejeras que controlan los diferentes barrios de la ciudad, al tiempo que el jugador trata de ganarse su respeto. Cada banda admira una cualidad: la destreza al volante, la temeridad con las apuestas, la cantidad de coches poseídos, el buen gusto... Si no impresionas a los más chulos del barrio, no te dejarán competir en sus calles. El productor admite que para el juego se mezclaron dos culturas —el tuning y las carrerras urbanas—, que normalmente no están relacionadas. Juan Carlos lo reafirma: "No te gastas el sueldo en tunear un coche para luego destrozarlo haciendo el cafre. Lo de correr, mejor sólo en la consola".
En aras del realismo, el juego mantiene, sin embargo, la obsesión por cuidar del coche. Las burradas no sólo se pagan en forma de daños físicos (que habrá que arreglar en el taller apoquinando), sino que además te hacen perder reputación, ya que entre caballeros no está bien visto destrozar el alerón del contrincante.
Hay 47 vehículos licenciados entre los que elegir, nuevos o de segunda mano, desde discretos utilitarios como el Clio o el Corsa hasta Pontiacs o Chevrolets. El simulador calibra todos los detalles específicos de las máquinas, como la física de cada rueda, el centro de gravedad, la geometría de la dirección, la resistencia al viento... Los cientos de piezas y accesorios disponibles están sacados de los catálogos de fabricantes como A'PEXi, AEM, Bridgestone, Konig o Alpine. Tanta es la fidelidad al tuning de verdad que Juan Carlos piensa usar Juiced para "probar cosillas antes de meter mano a un coche". "Es muy realista", dice, planeando presentar a sus clientes los prototipos digitales de sus encargos, "me voy a ahorrar un montón en explicaciones".
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