Miles de personas claman contra Moreno por el escándalo de los cribados: “Hoy son ellas, mañana podemos ser cualquiera”
La convocatoria en solidaridad con las afectadas por los retrasos recibe un apoyo masivo de ciudadanos que por primera vez han pedido la dimisión del presidente de la Junta


Miles de personas, todas las que pueden caber en el espacio que ocupa la fachada de la catedral de Sevilla que da a la avenida de la Constitución y el ancho de esa vía, se han concentrado en la tarde de este miércoles para clamar contra la gestión del Gobierno de Juan Manuel Moreno en el escándalo por el retraso en el diagnóstico del cribado de cáncer de mama, que afecta, al menos, a 2.000 mujeres. La indignación de los asistentes -muchas pacientes oncológicas o familiares de personas con tumores, pero también víctimas de las largas listas de espera y jóvenes y mayores sanos- se ha canalizado primero clamando por la defensa de la sanidad pública, entre palmas, y ha terminado pidiendo la dimisión del propio presidente de la Junta, un grito que no se había escuchado en ninguna de las multitudinarias manifestaciones convocadas en estos últimos cuatro años por Marea Blanca, ni en ninguna otra marcha de protesta hasta hoy.
“Estamos muy satisfechas por el apoyo que hemos recibido, pero muy tristes por el motivo”, explicaba Juani Fernández, miembro de la junta directiva de la Asociación de mujeres víctimas de cáncer de mama de Andalucía (Amama), principal impulsora de las denuncias, paciente oncológica pero, ante todo, “una luchadora”. La displicencia y desapego con los que la Junta abordó su causa cuando saltaron los primeros casos no solo las ha irritado a ellas. Esa indignación es la que ha movido a muchos de los asistentes a desplazarse a una convocatoria organizada prácticamente en dos días por asociaciones de mujeres para mostrar su rechazo a la actitud del Ejecutivo y su solidaridad con las mujeres afectadas.
“Yo tenía claro que tenía que estar aquí”, decía Rocío. “Por necesidad, porque hoy son ellas, pero mañana nos puede tocar a cualquiera. ¿Quién se salva de esta ruleta?”, contaba, mientras a su alrededor la gente coreaba: “No es un error, es mala gestión”.
A su lado, y tapada con una mascarilla, María del Carmen Murillo permanecía más callada, pero igual de firme en su determinación por estar presente en este acto de protesta. “Vengo a apoyar a estas mujeres que están sufriendo una incertidumbre innecesaria, pero también porque se está produciendo un abandono de la sanidad”, explica. Ella ha vivido en las dos orillas: ha sido sanitaria y ahora es paciente porque padece cáncer de colon. María del Carmen vino acompañada por Dolores Gómez. A ella le duele la falta de empatía que el Gobierno ha demostrado a las mujeres con cáncer de mama, pero también la falta de atención hacia la sanidad pública: “Mi hija tiene 39 años y tiene que llevar muletas porque lleva dos años esperando a que la operen de una hernia”, se lamentaba.

Los gritos continuaban y a la petición de dimisión de la consejera se sumaba un nuevo grito inédito en esta legislatura: la dimisión de Moreno. El presidente hasta ahora había conseguido sortear y salir indemne de los problemas que habían asaltado su plácida mayoría absoluta. Ni siquiera con la crisis generada por la polémica ley de ampliación de regadíos en Doñana, su imagen había sufrido tanto desgaste.
Aunque en la concentración también había representantes de los partidos de la oposición de izquierdas y líderes sindicales, las consignas que se han lanzado eran espontáneas y sonaban con una sinceridad inusual en este tipo de manifestaciones. Así sonaba también la voz de Marta, dependienta e hija de una superviviente de cáncer de mama. “Siento mucho orgullo de estar aquí y ver esta respuesta”, aseguraba, con una emoción que compartían la mayoría de los asistentes, sorprendidos pero, como Marta, orgullosos de haberse convocado para apoyar a unas mujeres que jamás deberían haber sufrido el desasosiego que les ha asaltado estos últimos días.
“Soy un ser humano, por eso estoy aquí”, decía Pedro Villegas, médico jubilado, que advertía: ”Con la sanidad no podemos jugar”. Él es de los que pudo disfrutar del mejor momento de la sanidad andaluza, pero también empezó a experimentar el deterioro con el PSOE. “Hemos llegado hasta aquí, donde con estos señores o nos dejan morir de un cáncer de mama o solos en una residencia de mayores”, añadía.
Una hora después, los manifestantes se iban retirando. Al clamor de sus gritos le puso cierta sordina el anuncio inesperado del presidente de la Junta de la dimisión de la consejera de Salud, pero no consiguió acallar el eco de la fuerza de tantas voces exigiendo cambios en una gestión que falló a la hora de atender a las necesidades de sus ciudadanos.

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