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El 28% de los hogares en España son de alguien que vive solo

La población en el país creció en 2023 gracias a la inmigración en más de medio millón de personas hasta rozar el máximo de 48,6 millones de habitantes

Un hombre en la cocina, en una foto de archivo.
Un hombre en la cocina, en una foto de archivo.Lyndon Stratford (Getty Images)
María Sosa Troya

En España hay cerca de cinco millones y medio de personas que viven solas. Son el 28% de todos los hogares, según los datos a 1 de enero de 2024, aún provisionales, publicados este jueves por el Instituto Nacional de Estadística (INE). En enero de 2021, adonde se remonta la Estadística Continua de Población, eran el 27%. Pero el crecimiento es sostenido desde mucho antes, en parte empujado por el envejecimiento de la población y por generaciones numerosas que van enviudando, y también por los cambios sociales, con más parejas que se separan y personas que deciden no emparejarse. Las cifras difundidas este jueves permiten, además, sacar una segunda conclusión: el país roza los 48,6 millones de personas, es el máximo de la serie histórica. En 2023, el crecimiento gracias a la inmigración fue de más de medio millón de personas.

España ha alcanzado los 19,3 millones de hogares. En la subida de los unipersonales hay una parte de “inercia”, ligada a la propia estructura de la población, explica Antonio López Gay, profesor de Geografía en la Universidad Autónoma de Barcelona e investigador del Centro de Estudios Demográficos. “Cuando tenemos una población envejecida, lo que podemos esperar es que haya personas viviendo solas. Sabemos que la esperanza de vida de las mujeres es más larga que la de los hombres, las probabilidades de enviudar son más altas para ellas”, añade. Pero la explicación no puede reducirse exclusivamente a esto. “Si tenemos una perspectiva más amplia, vemos que hay más gente en edad adulta que vive sola, esto se debe a transformaciones a nivel social: divorcios, menos personas que viven en pareja... Esa transición en España llegó un poco más tarde que en países del norte de Europa, pero ya hemos hecho un camino muy grande”, apunta el demógrafo.

Esta estadística no permite mirar más atrás de 2021, pero hay otras fuentes del INE. Por ejemplo, la Encuesta de Población Activa: si en el último trimestre de 2023 los hogares unipersonales son el 28% del total, en ese mismo periodo de 2003 son el 21%. Entonces eran más de tres millones de personas las que vivían solas y ahora rondan los cinco millones y medio. Cada vez son más. Y la cifra va a seguir en aumento. “Todavía hay generaciones muy llenas que tienen que llegar a la cúspide de la pirámide. Si consideramos que la generación del baby boom empieza en los años sesenta, aún tienen 60 años”, sostiene López Gay.

Diego Ramiro, director del Instituto de Economía, Geografía y Demografía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), apunta además a otro factor: “La caída de la fecundidad hace que haya cada vez hogares más pequeños, con una proporción creciente de parejas sin hijos que en el futuro hará que los hogares unipersonales aún crezcan más”. El tamaño medio del hogar, a 1 de enero de 2024, es de 2,49 personas. En 2021 era de 2,54. Pero en 1970, con cifras del censo de población, era de 3,82.

López Gay indica, sin embargo, otra clave que habrá que tener en cuenta en el futuro. “Los demógrafos somos cautos”, advierte. Puede ocurrir que cada vez haya más hogares unipersonales pero también hay que atender a otro fenómeno. “El acceso a la vivienda es un problema, especialmente en las grandes ciudades, con alquileres por las nubes y precios que hacen difícil comprarse un piso. Tenemos cada vez a más personas en hogares compartidos. Algo que antes pasaba a los 20 años ahora pasa en personas de 30 o 40 años”.

En cualquier caso, hay diferencias entre los mayores de 65 y los menores de esa edad que viven solos. Según el censo de 2021, en España había entonces unos cinco millones de hogares unipersonales, de los cuales 2,9 millones no llegaban a los 65. De ellos, seis de cada 10 eran hombres. De los 2,1 millones de hogares que superaban los 65, siete de cada diez estaban formados por mujeres. Mirando datos algo más antiguos, de la Encuesta Continua de Hogares de 2020, y atendiendo exclusivamente a la edad, entonces 887.100 personas de 80 y más años vivían solas. En 2013 eran 738.300. La tendencia es evidente y el reto de país, “mayúsculo”, según López Gay. “Hicimos hace poco una investigación en Barcelona, con entrevistas a gente que vivía sola. No con muchísima dependencia, pero sí aislamiento, que se nota en quienes viven en muchas personas que viven en ciudades, con menos personas de referencia, barrios que cambian, la gentrificación, apartamentos turísticos…”

Es un error equiparar vivir solo con sufrir soledad no deseada. No hay una relación de causa-efecto. “Un estudio de 2015 preguntaba a las personas que vivían solas si lo hacían por voluntad propia o por obligación, el 59% estaba en el primer supuesto y el 41%, en el segundo”, afirma Adrián Tuñón, portavoz del Observatorio Estatal de la Soledad no Deseada de la Fundación Once, una de las entidades autoras de dicho informe. La clave está en ese 41% “es un factor de riesgo para sufrir soledad no deseada”, continúa. De media, según datos del observatorio, un 13,4% de la población tiene este problema, independientemente de la edad. “Los jóvenes son los que más lo sufren, va bajando en la edad adulta y luego aumenta en los mayores”, explica. “Un estudio de la Junta de Andalucía en mayores de 65 a 79 años concluía que quienes viven en hogares unipersonales tienen hasta cuatro veces más riesgo de aislamiento social”.

Ese es, precisamente, uno de los mayores riesgos. “En el caso de los mayores que viven solos, cuando se junta el sentimiento de soledad no deseada con el aislamiento social, porque la persona deja de recibir visitas de familiares y amigos, se dan los casos más graves, porque se unen también otros problemas de salud, no sale de casa...”, prosigue Tuñón. De ahí que celebre que el Ministerio de Derechos Sociales esté trabajando en una estrategia para combatir la soledad no deseada. Advierte, eso sí, de la importancia de que la prevención, la detección y la atención de esta problemática no se dé solo en los mayores, sino en todas las edades, atendiendo especialmente a los jóvenes.

Ciclo de crecimiento

Los cerca de 48,6 millones de personas que viven en España constituyen el máximo de la serie histórica, que comienza en 1971, aunque hay datos censales de la población desde 1900. “Es el sexto trimestre consecutivo con un crecimiento interanual por encima del 1%, así que la tendencia de crecimiento pospandémica, que comenzó en el último trimestre de 2022, se consolida. El año pasado sumamos más de 507.000 personas al país, según los datos provisionales, algo que no ocurría desde 2007″, sostiene López Gay. “Sabemos, por el comportamiento de la natalidad y la mortalidad, que el crecimiento natural negativo en el que en el que entramos en 2015 lo seguirá siendo durante muchos más. Las ganancias de población que tengamos serán por un crecimiento migratorio”, añade. Cuánto más creceremos será una incógnita. Aquí la economía tiene mucho que ver.

En cualquier caso, aún no se llega al casi un millón de habitantes que España ganó antes de la crisis originada en 2008, añade el demógrafo. Pero está muy clara la tendencia de los últimos años. A 1 de enero de 2024, el 18% de quienes viven en España ha nacido en el extranjero. Son 8,7 millones de personas (muchos de los cuales tienen ya nacionalidad española). “En 1998, según el padrón continuo, eran el 2,9%”, dice López Gay. “Hasta entonces, la migración interna explicaba el crecimiento de algunas regiones urbanas. La migración internacional en los ochenta y noventa pasaba un poco de largo de España. Al final, hemos convergido a lo que sucede en la mayoría de los países de Europa occidental y del sur”. Las principales nacionalidades de los inmigrantes en el cuarto trimestre del año pasado fueron la colombiana, la venezolana y la marroquí.

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Sobre la firma

María Sosa Troya
Redactora de la sección de Sociedad de EL PAÍS. Cubre asuntos relacionados con servicios sociales, dependencia, infancia… Anteriormente trabajó en Internacional y en Última Hora. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y cursó el Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.
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