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El empleado de Sutton que atendió a la víctima de Alves: “Dijo que sabía a lo que iba, pero que después se arrepintió”

Los ‘mossos’ y los responsables de la sala relatan el estado de agitación de la joven tras la agresión en la discoteca y su miedo a denunciar

La mujer de Dani Alves, Joana Sanz, en el centro, junto a su madre, este martes a la salida de la Audiencia de Barcelona donde está siendo juzgando el futbolista.
La mujer de Dani Alves, Joana Sanz, en el centro, junto a su madre, este martes a la salida de la Audiencia de Barcelona donde está siendo juzgando el futbolista.Enric Fontcuberta (EFE)
Jesús García Bueno

El auxiliar de seguridad de la discoteca Sutton que atendió a la víctima de Dani Alves ha sido uno de los testigos más relevantes en la segunda jornada del juicio, este martes. En su declaración, ha narrado cómo la noche de los hechos custodió a la joven, de 23 años, y a las dos chicas que la acompañaban (una amiga y una prima) en una sala, a la espera de que llegasen los Mossos d’Esquadra. La joven acababa de contar a los responsables de la discoteca que el exfutbolista del FC Barcelona la había violado en los lavabos de la zona VIP. Mientras el auxiliar le curaba una herida en la rodilla, la joven habló con él: “Ella dijo que estaba segura de a lo que iba al baño, pero que después no quiso. Llegó un momento en que se arrepintió de estar ahí”.

La declaración como testigo del auxiliar este martes, en la segunda jornada del juicio que se celebra en la Audiencia de Barcelona, opera en dos sentidos: refuerza a las acusaciones (en la medida en que avala que la penetración no fue consentida), pero también da cierto oxígeno a la defensa del futbolista brasileño, cuya única posibilidad pasa por mermar en lo posible la credibilidad de la víctima y de sus acompañantes. Alves sostiene que hubo un interés sexual mutuo entre ambos y que las imágenes de las cámaras de seguridad de Sutton (que aún no se han podido ver en la vista oral) lo avalan. El problema para él (también para la víctima) es que no hay testigos directos ni imágenes de lo que ocurrió en el interior del baño, de ahí que el crédito que los jueces den a la víctima vaya a ser determinante.

Durante su declaración ante la jueza instructora —que ratificó el lunes, en el juicio, a puerta cerrada—, la víctima explicó que Alves “tonteó” con las tres hasta que se puso “muy insistente” con ella. El futbolista llegó a poner una mano de la joven en su pene y le insistió para que se fuera con él a otra sala. “Me hizo un gesto como para que fuera hacia él”. La víctima explicó que en ese momento se sintió “colapsada” y empezó a tener “miedo” del jugador. Al final, accedió a “hablar con él” y traspasó la puerta que daba acceso a la suite Moët, en cuya planta baja, pegada a la mesa donde habían estado bailando, está el cuarto de baño donde se produjo la agresión.

La víctima aseguró que entró voluntariamente, pero que no sabía adónde iba. “No llegué a imaginar dónde me estaba llevando. Dije, ‘seguro que es una puerta a la calle o a otra sala vip”. Una vez en el baño (donde según los atestados permanecieron 16 minutos) intentó marcharse, pero Alves se lo impidió. Tras intentar obligarla a que le practicara una felación, insultarla y abofetearla, la penetró vaginalmente sin su consentimiento hasta eyacular.

En aquella declaración, la jueza le preguntó si se besaron. “No, en ningún momento nos besamos”, contó la joven. La declaración de otro testigo, este martes, matiza esa afirmación. Se trata de uno de los dos agentes de los Mossos que acudieron a la discoteca cuando los responsables de la sala activaron el protocolo contra agresiones sexuales. El agente activó sin querer una cámara que llevaba consigo, por lo que la conversación con la víctima quedó registrada. “¿Recuerda si hizo alguna alusión a que se habían besado?”, ha preguntado la abogada de Alves, Inés Guardiola. “Sí, creo que sí”, ha respondido el mosso.

En el informe de urgencias del Hospital Clínic (que atendió a la joven esa madrugada) consta que la chica “refiere que se besaron”. Al policía, en cualquier caso, la joven le contó que había accedido de forma voluntaria al baño y que quería irse. “Inicialmente, no quería denunciar por miedo a la repercusión que podía tener, dijo que se sentía culpable de lo ocurrido y tuvimos que contarle que ella no era culpable de nada”, ha dicho el testigo, quien ha subrayado que la joven estaba “abrumada por los hechos” y “en shock”.

El relato de la víctima sobre la violación en el baño es sólido y creíble, según la jueza que instruyó el caso y según la fiscal, que pide nueve años de cárcel para Alves. La defensa, no obstante, está tratando de buscar agujeros en el relato para concluir que, si no contó exactamente lo ocurrido en los momentos previos, bien pudo mentir sobre el episodio del baño. Su objetivo es generar lo que se denomina una “duda razonable” en el tribunal, de manera que dicte una sentencia absolutoria.

“La chica estaba bastante mal”

Alves, sin embargo, tiene muchos elementos en contra, empezando por él mismo. En su primera declaración, en enero de 2023, dio hasta tres versiones distintas (y contradictorias entre sí) de lo ocurrido. No fue hasta cuatro meses más tarde, cuando intentaba abandonar la prisión preventiva y ante la evidencia de los indicios recogidos por la policía, cuando admitió que hubo penetración. Alegó entonces que se trató de sexo consentido.

En la primera jornada del juicio, las dos jóvenes que acompañaron a la víctima en Sutton ratificaron su relato. Aseguran que salió del baño con mala cara y que enseguida explicó que le había hecho “mucho daño” y que quería irse a casa. En la guardarropía se encontraron con un vigilante de seguridad y allí la joven empezó a explicar lo sucedido. Este martes han declarado otros dos responsables de la discoteca que fueron también testigos de esos primeros momentos tras la agresión. Robert M., el director, fue quien la invitó a pasar a una sala más tranquila y activó el protocolo. “Costó muchísimo que nos dijera qué había pasado. Estaba bastante alterada y quería irse a casa. Al final me dijo que había entrado de forma voluntaria, pero que después quiso salir y ya no pudo”. Cuando estaban en el pasillo, Alves pasó al lado del grupo y se marchó. Justo después, la víctima lo señaló como el autor de la agresión.

En la sala, antes de dejarlas a cargo del auxiliar, también la vio otro responsable de Sutton, Rafael Ll. “La chica estaba bastante mal, lloraba mucho. Le pregunté si quería denunciar. Ella dijo que no, que nadie le iba a creer”. Rafael Ll. ha contado también que Alves era un cliente habitual, pero que esa noche lo vio distinto. “O había bebido o se tomó algo, pero no era como siempre”.

“Volvió a casa muy borracho”

La presunta embriaguez de Alves es otra carta que trata de jugar la defensa. Aunque sostiene que su cliente es inocente, Guardiola pide que, en caso de que se le condene, se le apliquen dos atenuantes: reparación del daño (por haber abonado los 150.000 euros de indemnización para la víctima que pide la Fiscalía) y estado de embriaguez. Para reforzar esa tesis han declarado otros dos testigos. Uno de ellos es Bruno César S., el amigo que le acompañó a Sutton, que ha tratado de echar un capote a Alves asegurando que esa noche fue el que más bebió de todos los amigos que salieron a cenar y a tomar copas juntos. El testigo ha negado que, tras la supuesta agresión, salieran precipitadamente de la discoteca. “Salió del baño, vino a mi lado y siguió bailando”. Y ha negado que viera a las chicas en el pasillo de salida, al pasar junto a ellas, porque “estaba muy oscuro”.

La última en declarar este martes ha sido la esposa de Alves, Joana Sanz. “Volvió a casa muy borracho, oliendo a alcohol. Se chocó con un armario”, ha dicho a preguntas de la defensa. La modelo ha asegurado que el futbolista no le contó nada sobre lo ocurrido y que esa noche se cruzaron mensajes de WhatsApp hasta las 23 horas. Tras la declaración, Alves ha salido esposado por los Mossos camino a prisión y ha lanzado un beso a Sanz, que momentos después ha roto a llorar. La última sesión del juicio se celebrará este miércoles con la declaración, entre otros, del acusado.

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Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.

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