Un 25-N partido en dos: el movimiento feminista marcha por separado en varias ciudades españolas
La herida abierta por la ‘ley trans’, la prostitución, las consecuencias de la ley del ‘solo sí es sí’ y el choque político entre Unidas Podemos y socialistas no se cierra en este Día Internacional contra la Violencia de Género tras casi dos años de turbulencias
Madrid no lo es todo, pero sí el punto de foco de cómo palpita el tronco del movimiento feminista ligado a las instituciones y al poder político. Y Madrid, desde 2022, es el reflejo de una ruptura que nació por la ley trans, que continuó con la prostitución, que se avivó por las consecuencias de la Ley de Libertad Sexual —las rebajas de penas y excarcelaciones a reos de delitos sexuales—, y bajo la que late la incomodidad en las filas socialistas y el choque político que provocó la entrada de Irene Montero como ministra de Igualdad con el primer gobierno de coalición de la democracia. Este 25-N no ha sido distinto. El feminismo de la capital ha vuelto a dividirse en dos marchas en el día en el que el consenso, se supone, ha de no tener grietas: el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer en un año en el que, en España, ya se contabilizan más asesinadas por sus parejas o exparejas (52) que en todo el año pasado (50). Un año en el que la Fiscalía y el Ministerio de Interior han alertado del aumento de delitos sexuales, sobre todo entre menores; y también un año en el que la ultraderecha, y su discurso antifeminista y negacionista de la violencia machista, ha entrado tras las elecciones autonómicas de mayo a más instituciones regionales y locales de la mano del PP.
Con ese contexto, la división permanece. En Madrid, a la marcha de la mañana —con una afluencia de unas 25.000 personas según la organización y 2.000 según la Delegación del Gobierno—, convocada por el Foro 25N, que viene haciéndolo desde 1996, fue la nueva ministra de Igualdad, Ana Redondo, junto a otras ministras socialistas como Pilar Alegría, Isabel Rodríguez, Diana Morant, o el titular de Interior, Fernando Grande-Marlaska, y compañeras de partido como Carmen Calvo, Andrea Fernández o la presidenta del Congreso, Francina Armengol. Redondo, en declaración a los medios, reclamó “unidad” frente a la violencia machista: “En una lucha compleja como la que llevamos dando tantos años, en esta lucha contra todas las formas de violencia contra las mujeres no sobra nadie, todas somos necesarias, todas las personas somos imprescindibles en esta lucha. Por lo tanto, mi primer mensaje es apelar a la unidad. Da lo mismo dónde nos manifestemos”.
A la de la tarde, cuyo llamamiento ha hecho la Comisión 8M que calculó la asistencia en 50.000 asistentes (7.000 según la Delegación de Gobierno), se unió la ya exministra Irene Montero, junto a la exsecretaria de Estado Ángela Rodríguez Pam, y la exdelegada del Gobierno Victoria Rosell. Montero también aludió de otra forma a esa unión: “El grito de las mujeres es un grito que traspasa fronteras, para cambiar el mundo entero. El movimiento feminista siempre ha tenido debates, es parte de su riqueza, el compromiso sin fisuras por el derecho de todas las mujeres, de las trans, de las racializadas...”. Y añadió, como lo hizo durante el traspaso de cartera el pasado lunes sobre la salida de Unidas Podemos del Ejecutivo: “Hay muchísima gente en España que cree que Sánchez ha cometido un error echando a Podemos del Gobierno, pasamos página y asumiremos las tareas para transformar este país, volver a gobernar. Para avanzar en derechos”.
Del partido de Yolanda Díaz —que no ha podido ir por motivos de salud— han asistido a la manifestación de la tarde la ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, la vicepresidenta tercera de la Mesa del Congreso, Esther Gil de Reboleño, la portavoz de feminismos, Elizabeth Duval, y la coordinadora de Programa, María Eugenia Rodríguez Palop. Rego ha asegurado que desde su partido tienen “un compromiso inquebrantable para erradicar todo tipo de violencia contra las mujeres”. “Hay cifras que son absolutamente dramáticas y esto exige que el Gobierno siga comprometido con la erradicación de las violencias machistas. Desde el Ministerio de Juventud e Infancia vamos a poner nuestra dedicación para eliminar la violencia vicaria, una de las formas más crueles de violencia”, ha añadido.
Una división repartida por la geografía
Las decisiones de dónde acudir este 25-N, sobre todo de Redondo y Montero, son la imagen de qué esta ocurriendo en el feminismo, una suerte de dos bandos que se acercan más a uno u a otro partido y que a su vez está relacionado con la posición sobre cómo afrontar a la prostitución —abolicionismo o regulacionismo—, y con la ley trans y la inclusión de la agenda queer (la de colectivos minoritarios) a la agenda feminista. Y la ruptura por esas cuestiones y por esa cercanía a una u otra posición se ha filtrado a otros puntos de España. En al menos otras ocho ciudades se han producido múltiples marchas, aunque no todas las duplicidades han respondido al mismo motivo.
Mientras que en Madrid la división ha reflejado la fractura del movimiento feminista, como también parece haber ocurrido en La Rioja y Murcia (donde no han acudido representates de PP ni Vox, como tampoco lo han hecho en Zaragoza), en Castilla-La Mancha —donde los recursos de acogida de la Junta han atendido a casi 17.000 víctimas de la violencia de género desde 2001 y unas 25.000 mujeres son asistidas al año en los centros de la mujer, según datos de la Consejería de Igualdad—, la cuestión ha sido política. Guadalajara y Toledo han tenido convocatorias feministas y, en paralelo, los Ayuntamientos de esas ciudades, gobernados por PP y Vox, han llamado a otra cita; en Toledo este sábado con una hora de diferencia, en la que la diferencia de asistencia entre una y otra ha sido enorme, “50″ en la convocada por el consistorio y “alrededor de 500″ en la del movimiento feminista, según fuentes autonómicas; y en Guadalajara, la marcha feminista ha sido hoy y la del consistorio será este domingo a las 11.00.
En Sevilla, con 1.500 asistentes como cifra de la Policía, el movimiento feminista ha celebrado el 25-N en la capital andaluza en dos espacios separados: por la mañana la Asamblea feminista unitaria de la ciudad, con 25 asociaciones detrás, ha convocado actividades y una concentración; y por la tarde el Movimiento Feminista y 42 asociaciones han liderado la manifestación por el centro de la ciudad, además de los sindicatos CC OO y UGT y el PSOE, con caras conocidas como el exalcalde socialista sevillano Antonio Muñoz y la feminista Amparo Rubiales.
Lidia Delgado, portavoz de la Asamblea sevillana, afirmaba que no lo ve “como una división”, sino como algo “plural”, inherente al movimiento: “A veces se pretende que sea monolineal y es rico, mixto y diverso. La Asamblea no es transexcluyente ni abolicionista, cada organización tiene que tener espacio para sus decisiones y las compañeras trans tienen que sentirse seguras”. Y, sin embargo, la elección de marchar en una u otra convocatoria ha tenido esas dos cuestiones como parte de las razones en aquellos lugares donde se han producido dos marchas.
Un momento de reacción antifeminista
Aída, de 31 años, acudió la mañana del sábado a la primera de las manifestaciones, con un rotundo perfil abolicionista. Ella también lo es y, aún así, se preguntaba por qué en un día como este no puede existir “un lema común”, aunque “discrepen” el resto del año: “Habría que tener unos mínimos en la agenda, que muestren fuerza de cara al exterior”. Porque, en realidad, aludía, “el enemigo no son las demás”. Con “el enemigo”, Aída se refería a los hombres de los que también hablaba, en esa misma marcha, Elena, de 46, a los “que asesinan a mujeres, a las que son sus parejas o lo fueron o con las que tuvieron una relación aunque fuese de una noche, hombres que violan, golpean, humillan, insultan, someten, retienen o manipulan”.
Los avances en igualdad se encuentran de frente con los reaccionarios a ellos, no solo en España —a través de Vox y su ausencia, como la del PP, en la mayoría de convocatorias ayer—, sino en otros países como Italia, Estados Unidos o Argentina. Y esto se recordó ayer en pancartas o bloques completos dentro de las manifestaciones españolas: pañuelos verdes por la reciente victoria del ultraderechista argentino Javier Milei, grupos pro Palestina y por las mujeres de Kirguistán, que según datos del índice Women, Peace and Security de 2021, es el país más inseguro de Asia Central para las mujeres.
Según los datos españoles de la Encuesta Europea de Violencia de Género, que revelan la alta prevalencia de los distintos tipos de agresiones sobre mujeres y niñas, a más de 4,8 millones de mujeres en España su pareja o expareja las ha humillado, pegado, violado o amenazado. En lo que va de año se han interpuesto 94.554 denuncias por violencia machista; hay 4.293 mujeres con dispositivos de seguimiento activos para protegerlas de sus maltratadores; 14.130 órdenes de protección en vigor; de las asesinadas hay 52 huérfanos hasta este 25 de noviembre, y 428 desde 2013 y hasta el 18 de septiembre, el Gobierno registra este año 13 feminicidios fuera de la pareja o expareja, 47 desde que comenzó el recuento oficial, en 2022; se disparan las llamadas de jóvenes por violencia machista; y se estima, además, que la bolsa oculta es inmensa, solo en violencia sexual, el Gobierno calcula que se conocen una de cada diez agresiones, los números de violencia sexual hablan de que se producen dos violaciones cada hora y media y de que las menores son cada vez un porcentaje mayor de las víctimas de delitos sexuales.
Contra ellos, contra esa violencia, ejercida desde el patriarcado y nacida del machismo, es por lo que este sábado, cientos de miles de mujeres en España han salido a la calle. Algunas por separado, sí, pero también en una sola convocatoria, juntas, en muchas otras. En Barcelona, por ejemplo, donde se calculan en 6.000 las asistentes, las entidades feministas convocantes de la movilización han apelado a hacer frente común “a las diversas formas y expresiones de las violencias machistas” y han llamado a “derrocar el sistema capitalista, heteropatriarcal, racista y colonial” para construir una sociedad “en libertad, sin violencias machistas y con vidas dignas”. Allí, representantes del PSC, ERC y Junts han formado parte de la manifestación.
En Valencia, también unitaria y con unas 2.000 personas, convocada por el Movimiento Feminista, la marcha ha contado con la presencia de representantes políticos de la izquierda, como la delegada de Gobierno, la socialista Pilar Bernabé, o el portavoz parlamentario de Compromís, Joan Baldoví. No se ha visto ningún cargo político de la Generalitat, gobernada por el PP y Vox. “Dónde están, no se ven, las mujeres del PP”, ha sido uno de los gritos de la marcha que ha criticado especialmente a los partidos que “niegan la violencia machista”, en alusión a Vox.
Carteles contra los feminicidios, contra la cultura de la violación y la doble violencia que sufren las mujeres en las guerras, contra la violencia vicaria, la económica, la psicológica, la sexual, repartidos por toda la geografía española, han reflejado lo extenso de eso que no es una lacra sino un problema estructural que Naciones Unidas marca como la “violación de los derechos humanos más extendida del mundo”.
Al freno a esa violencia, en Madrid, la manifestación de la tarde, llegando a su final, a la plaza de Callao, cantó. Sonaba Se acabó, la canción de María Jiménez que ha servido como lema a esta marcha, que se ha convertido en un himno contra la violencia machista y que es parte también del lema elegido por el Ministerio de Igualdad este 25-N junto a otra frase, también salida de esa canción: “Ahora ya España es otra”.
Con información de Ferran Bono, Bernat Coll, Javier Martín-Arroyo, Patricia Peiró, Eva Pérez, Virginia Vadillo e Isabel Valdés.
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