El confinamiento contra la covid en Shanghái alarma a otras ciudades en China
La capital financiera ha batido este miércoles un nuevo récord de casos diarios
“Antes de que llegue la riada, construye la presa”. Es uno de los proverbios que pueden utilizarse en mandarín como equivalente del castellano “cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar”. Y también es uno de los dichos que salen a relucir en las conversaciones en China a raíz del caótico confinamiento de Shanghái, la capital financiera, donde continúan los graves problemas de desabastecimiento y las quejas por las condiciones antihigiénicas de los centros de cuarentena. Desde Pekín, en el norte, a Cantón, en el sur, los residentes comienzan a prepararse ante el temor a que se les acabe aplicando aislamientos parecidos.
Las grandes metrópolis de China, que a lo largo de los dos años y medio de pandemia nunca sufrieron un confinamiento completo, miran ahora nerviosas el ejemplo de Shanghái, donde el peor brote desde el de Wuhan está dejando más de 20.000 casos diarios pese a llevar ya dos semanas de aislamiento estricto. Muchos residentes denuncian desde problemas para recibir la atención médica necesaria a escasez de alimentos, pasando por el sacrificio de perros cuyos dueños han sido llevados a un centro de cuarentena, mientras para mantener la producción trabajadores voluntarios se han confinado en las propias fábricas.
La capital financiera, que en los últimos dos días había registrado una disminución en los contagios y había comenzado a relajar sus medidas de aislamiento, ha sufrido un revés este miércoles al anunciar una nueva subida de los casos diarios, para llegar a los 26.330, un nuevo récord.
Ante el descontento creciente de los ciudadanos por un aislamiento que inicialmente estaba previsto que se levantara el pasado día 5, la policía de Shanghái ha advertido que quienes se salten las medidas de confinamiento serán tratados con dureza por la ley, y ha exhortado a no distribuir noticias falsas. Debido a la escasez de productos frescos y de repartidores —que están en sus casas—, los precios se han ido disparando, hasta el punto de que las autoridades han debido advertir contra la especulación.
Dado lo impredecible del abastecimiento, muchos residentes de la ciudad más cosmopolita del país explican que para lograr algo de alimentos frescos —tradicionalmente, el consumidor chino no compra congelados ni latas— han debido recurrir a formar grandes grupos en internet para la compra al por mayor, a racionar los alimentos con los que cuentan en la despensa, o incluso al trueque.
“No podemos salir de mi complejo residencial en el distrito de Hongkou, pero hace unos días me llegó una caja con verduras que mandaron las autoridades: patatas, zanahorias, cebolla y brócoli. Conozco a un camarero que se ha quedado confinado en un restaurante de mi calle, y la puerta trasera da a mi complejo residencial. Así que quedé con él una noche. No se puede salir de casa y tenía miedo de que alguien me pillara yendo hacia allá, pero nadie me dijo nada. Le di patatas, zanahorias y una cebolla, y a cambio él me pasó dos paquetes de fideos. Así hemos ido tirando”, cuenta Zhang, uno de los residentes afectados por el confinamiento.
En escenas similares a las que Occidente vivió hace dos años, en las redes sociales chinas circulan numerosos consejos sobre qué hacer en caso de que la aplicación de salud en el móvil, imprescindible para entrar casi en cualquier parte, muestre el temido color amarillo que denuncia el paso por una zona de riesgo o el posible contacto con alguna persona infectada. O qué productos son los mejores para tener almacenados en caso de cuarentena. O cómo guardar mejor las verduras para que aguanten más antes de consumirlas. O cómo crear un huerto urbano en la terraza. El anuncio de casos en una ciudad desata un nerviosismo generalizado entre su población.
En Pekín, la calificación como “zona de alto riesgo” de un barrio en el que se detectaron media docena de contagios vinculados a una tienda de moda ha llevado a residentes a hacer acopio de alimentos y productos de primera necesidad desde el fin de semana. Los supermercados del centro de la capital muestran un tráfico mayor de lo habitual y en algunos se han agotado productos como los huevos, el aceite o artículos para el desayuno.
“Por si acaso”, explica Xu, una asesora financiera de 44 años que dedicó parte de su domingo a comprar verduras congeladas por internet y llenar su congelador. “No soy una persona que tienda a preocuparse, pero después de haber visto lo que ha pasado en Shanghái, mejor estar prevenida”. Por su parte, Janet, traductora de 38 años, ha optado por adquirir una segunda nevera. “La que tenía era pequeña y no podía guardar gran cosa. Con otra más, me garantizo que podrá almacenar comida fresca para unos cuantos días. Cuando pase esto ya veré qué hago con la nueva. Siempre puedo revenderla”, explica, entre risas.
En Cantón, donde se han detectado varias decenas de casos desde la semana pasada, las autoridades municipales ya han llevado a cabo dos rondas de pruebas PCR para sus 18 millones de residentes y han suspendido las clases presenciales en las escuelas. Los viajeros que quieran entrar en la ciudad deberán cumplir estrictas medidas de control, incluidas pruebas de detección del virus. Solo podrán salir de ella las personas que tengan una “razón inaplazable” y se hayan sometido a una prueba PCR con resultado negativo no más de 48 horas antes de su marcha. Desde este martes y hasta el día 18 los lugares de entretenimiento tendrán que permanecer cerrados y se limitará el aforo de otros eventos.
Esta ciudad, un núcleo de producción manufacturera, ha convertido uno de los mayores centros de convenciones del mundo, el Complejo de la Feria de Cantón, en un hospital temporal para acoger a posibles casos en cuarentena. Medios locales han indicado que numerosos residentes se han lanzado a comprar productos frescos tanto en los mercados físicos como en las plataformas de comercio electrónico. Las autoridades, no obstante, aseguran que la situación está bajo control y los suministros están garantizados.
En total, según los cálculos de los analistas del banco japonés Nomura, en torno a 373 millones de personas, o casi una cuarta parte de la población total de China, se encuentran confinadas total o parcialmente en 45 ciudades que acumulan el 40% del PIB de la segunda economía del mundo.
Las autoridades chinas calculan que el número de nuevas infecciones se mantendrá elevado a lo largo de los próximos días. “La epidemia se encuentra en una fase de aumento rápido, sin que el contagio comunitario haya quedado controlado todavía de manera efectiva”, indicaba un portavoz de la Comisión Nacional de Salud, Lei Zhenglong, en una rueda de prensa este martes en Pekín.
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