En busca del sistema que mida las próximas olas de covid
La red centinela es un modelo que ya se está probando y cuenta con larga experiencia con la gripe, pero el modelo final tiene que ser replicable y homologable en todos los países de la Unión Europea
Si el coronavirus no da nuevos sustos —algo que nunca se puede descartar—, la sexta ola que ahora decae puede ser la última en España en la que se cuente cada positivo, en la que el Ministerio de Sanidad informe a diario de cuántos diagnósticos se producen en cada comunidad autónoma. Esta es la intención de las autoridades sanitarias, que llevan meses trabajando en otros sistemas de vigilancia que permitan una contabilidad con menos recursos, lo que también redundará en una convivencia más natural con la covid.
La red centinela, la misma que se usa para la gripe, es la preferida por muchos especialistas en salud pública: es sólida, se ha demostrado fiable durante años y varias comunidades tienen en marcha pruebas piloto para extenderla a todas las enfermedades respiratorias, incluida la covid.
Consiste en una red de médicos de atención primaria de todo el país que cubren aproximadamente a un 2% de la población y cuyos pacientes son demográficamente representativos: atienden en su debido porcentaje a hombres, mujeres, mayores, niños, ámbitos rurales, urbanos… Estos doctores son los únicos que recolectan muestras para analizar en el laboratorio a los pacientes que presentan síntomas respiratorios y estos datos sirven a modo de encuesta: se pueden extrapolar a toda la población para saber cómo avanza cada patógeno, cuando los contagios suben o bajan. Paralelamente, en los hospitales hay una red semejante que sirve para hacer los cálculos de cuántos de estos casos son graves.
El sistema centinela lo tiene todo a su favor para convertirse en el método de vigilancia del coronavirus excepto una cosa: no todos los países europeos lo tienen implantado. Y para tener bases de datos homologadas y comparables en toda la UE es necesario que todos operen bajo el mismo mecanismo.
España es uno de los países que está impulsando este cambio de paradigma en Europa. Es algo que ya han saludado con parabienes tanto el Centro Europeo para el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés), como algunos socios comunitarios. El debate ahora, explican fuentes de Sanidad, es que el nuevo protocolo encaje en todo el continente.
La red centinela sigue estando sobre la mesa, pero si el resto de países no está en condiciones de implantarlo en tiempo y forma, también se baraja la posibilidad de poner en marcha otros menos sofisticados, como hacer extrapolaciones de los ingresos hospitalarios para calcular el número de infecciones. Este método de vigilancia es mucho más simple, pero también tiene menos capacidad de predecir las olas, va siempre con algo de retraso porque detecta solo los casos más graves.
Las pruebas piloto
La Rioja es una de las comunidades que está trabajando en la prueba piloto de vigilancia de enfermedades respiratorias mediante la red centinela. A la gripe añaden covid y otros virus, como el sincitial. Eva Martínez, jefa de Epidemiología de Salud Pública en esta comunidad, explica que los resultados que dan estas pruebas son muy similares a los casos reales de covid: la muestra de tan solo un pequeño número de médicos es capaz de medir las olas y sus tendencias con una precisión parecida a la que se obtiene haciendo pruebas a todos los sospechosos de infección.
En La Rioja participa en esta red un pediatra y un médico de cada centro de salud. Ellos piden análisis de laboratorio de sus cinco primeros pacientes del día con síntomas respiratorios. “De todos ellos recogen información epidemiológica, como características clínicas, factores de riesgo, si están o no vacunados”, enumera Martínez.
De ahí pasan al laboratorio del Hospital San Pedro, donde trabaja como microbióloga Míriam Blasco Alberdi: “Hacemos PCR y mandamos a secuenciar las muestras positivas. De esta forma comprobamos si hay mutaciones o nuevas variantes. Estos datos se envían al ECDC y a la Organización Mundial de la Salud. En el caso de la gripe, la información que se recolecta en los laboratorios del hemisferio norte sirve para diseñar la vacuna de la siguiente temporada en el sur; y viceversa. Con el coronavirus, si se convierte en un patógeno estacional, seguramente sucederá algo parecido”.
Igual que La Rioja, otras tres comunidades tienen en marcha sistemas piloto para ampliar la red centinela en atención primaria: Andalucía, Cataluña, Extremadura, además de la ciudad autónoma de Melilla. Nueve incorporan este método también en hospitales: Aragón, Baleares, Castilla y León, Galicia, Madrid y Murcia, además de las tres anteriores.
Su desarrollo está en una “fase de transición”, en palabras de Nicola Lorusso, director de la Estrategia de Vigilancia y Respuesta en Salud Pública de Andalucía. “Implantar este tipo de sistemas no es sencillo en paralelo al manejo de pandemia. La atención en muchos casos no es presencial, por lo que la red centinela no está todavía alcanzando todo su potencial”, explica.
Lorusso cree que para poder cambiar a un “sistema de vigilancia más light” necesitan todavía un poco de tiempo para asentarlo. “El ECDC ya nos está pidiendo que pasemos a una transición que se centre en casos sintomáticos y que pueda ser comparable entre países. Pero incluso notificando caso por caso existen disparidades, las incidencias muchas veces no son homologables porque la indicación de pruebas no es exactamente igual en todos los países”, añade.
Ni el Ministerio de Sanidad ni estos responsables de salud pública saben responder cuándo podrá estar listo el nuevo sistema. La ministra de Sanidad, Carolina Darias, lleva defendiendo en público este cambio desde después de Navidades. “Tenemos que pasar de una vigilancia de emergencia a una de más calidad, compatible con otros fenómenos respiratorios. Hay comunidades que ya lo tienen diseñado y queremos ir de la mano de las autonomías. España quiere liderar ese debate”, dijo el 12 de enero.
Las autoridades sanitarias confían en que después de esta sexta ola el virus de una tregua de unos cuantos meses. Tampoco nadie se atreve a pronosticar cuántos. Los más optimistas creen que, si no hay una nueva mutación muy sorpresiva, los casos se mantendrán muy bajos hasta después del verano. Si es así, debería ser tiempo suficiente para pasar página y dejar de contar los casos diarios.
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