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Ainara y Néstor, dos de las 34 voces de los niños ante el Gobierno: “Por fin se nos escucha”

Se constituye en España el primer consejo de participación infantil a nivel estatal, un órgano que tendrá autonomía para trasladar propuestas a las instituciones. Dos de sus miembros cuentan su experiencia

Consejo Estatal de Participacion de la Infancia España
Néstor y Ainara, miembros del primer Consejo Estatal de Participación de la Infancia y la Adolescencia, este jueves en el Ministerio de Derechos Sociales, en Madrid.
María Sosa Troya

Ainara quiere luchar por el fútbol mixto. Ella, que tiene 10 años, es la única niña en su equipo. Va a quinto de primaria y ahora, además de estudiante, también es consejera. Ha sido seleccionada como miembro del primer consejo de participación infantil de España a nivel estatal. Igual que Néstor, un muchacho de 16 años y ojos claros que pide que se escuche la voz de la infancia y la adolescencia, esa que tantas veces se silencia, aun en temas que les atañen. A partir de ahora, 34 niños podrán interactuar de tú a tú con las Administraciones y tendrán autonomía para lanzar propuestas.

Se perciben nervios durante el encuentro, este jueves en la sede del Ministerio de Derechos Sociales. Ainara y Néstor, los dos madrileños, están a punto de participar en la primera reunión formal de este órgano largamente reclamado por expertos, que era un mandato de la ley de protección de la infancia frente a la violencia y una recomendación del Comité de los Derechos del Niño de la ONU.

Ainara, que pasó años jugando al fútbol en su urbanización, decidió federarse este año, en la escuela deportiva club Breogán, donde es extremo izquierdo en la categoría de alevines. Eligió un equipo mixto. “Todos somos iguales”, defiende. En el vídeo que mandó junto a su candidatura explicó que ella y sus compañeros van a celebrar un torneo en el que animarán a las niñas a jugar con niños. Fue elegida entre 136 aspirantes. Lo primero que quiere reivindicar son “los derechos” de la infancia, que la gente conoce “regular”, opina.

A Néstor le viene a la cabeza el medio ambiente. “Me preocupa en especial, me parece que todavía hay mucho por hacer”. Rápidamente matiza que es solo un ejemplo porque hay otras muchas cosas importantes. Él lleva “tres o cuatro años” en movimientos de participación infantil, ahora forma parte de un consejo que agrupa a niños y adolescentes en el Ayuntamiento de Madrid (Copiam). Hay más de 400 órganos a nivel municipal, según las organizaciones de infancia. Pero hasta ahora nunca un consejo había juntado a menores de todo el país para actuar en el ámbito nacional. Han resultado elegidas 21 niñas y 13 niños de 14 comunidades autónomas. Los más pequeños tienen 10; el mayor, 17. Néstor ahora representa a sus compañeros de Copiam. “Por fin se nos escucha a nivel estatal”, dice. “Me parece una oportunidad para presentar nuestras ideas y para pedir cambios”, expone.

Durante la primera sesión, a puerta cerrada, les toca sentarse al lado de la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra. “No es exagerar si decimos que hoy estamos en un día histórico en nuestro país”, afirma la ministra, quien poco después publica su discurso en su perfil de Twitter. Les anima a compartir sus ideas y a trasladarlas a “los órganos del Estado” donde se tomen decisiones sobre políticas públicas que les atañan. El Gobierno podrá consultarles sobre leyes que les afecten, por ejemplo, pero ellos también podrán tomar la iniciativa. “En este consejo de participación no hay error posible, es importante que todos expreséis con libertad vuestras ideas”, prosigue Belarra. “Mi compromiso como ministra es que las aportaciones que hagáis en este consejo sean trasladadas bien al resto de ministerios, bien al Congreso de los Diputados, bien las podamos recoger aquí mismo”.

Minutos antes de ese encuentro, al apasionado de la política que es Néstor le da la sensación de que aún no ha procesado lo que va a ocurrir. “Debería tener una sensación mucho más sobrecogedora de la que tengo”, admite. Ainara es más espontánea. Risueña, dice: “No sabía ni lo que era un ministerio ni una ministra, así que…”. Lo que sí sabía es que quería aportar sus ideas, que “no sean los adultos los que siempre den voz a las cosas de política”. Así que ella, que viste una camiseta en la que se lee “pinta tus propios sueños”, escrito en inglés, se propone ponerse manos a la obra con sus compañeros.

La asamblea de los 34 niños y niñas se reunirá al menos dos veces al año, según la orden por la que se creó el Consejo Estatal de Participación de la Infancia y la Adolescencia. Ahora deben elegir a un grupo motor, de cinco representantes que se encontrarán como mínimo cada dos meses. Y formar comisiones y decidir un calendario de trabajo. Néstor y Ainara están emocionados. El mandato es de dos años y quienes no hayan cumplido 18 pueden optar a renovarlo durante otros dos. El martes pasado, los 34 se pusieron cara por primera vez, de manera telemática, pero este jueves es la primera vez que algunos de ellos se ven en persona, otros siguen online. Durante el proceso, dos dinamizadoras les acompañarán, aunque sin interferir en sus decisiones.

Ainara y Néstor deberán hacer hueco en su tiempo libre. A la primera, además de jugar al fútbol, le gusta pintar y hacer lettering, que podría definirse como el arte de dibujar letras. “Con sombras y así”, explica. El segundo disfruta tocando el violín, con los videojuegos y leyendo. “A veces me salgo un poco de la norma, me gusta hacer rompecabezas y ese tipo de cosas”, sigue. Los dos confían en que podrán compaginar sin problema este nuevo compromiso con las clases. La pequeña no se ha llevado “ningún disgusto todavía” y el mayor por el momento encuentra bachillerato menos temible de lo que creyó en un principio: “Estoy casi cómodo, se podría decir”. Tiene en mente estudiar matemáticas o física, aunque no descarta dedicarse a la política en un futuro, si surgiese la oportunidad.

Néstor está convencido de que se ha avanzado en participación infantil respecto a hace cinco o diez años, pero cree que el camino aún es largo. “Mucha gente dice ‘os dirán que sí pero luego no harán nada’. Entre esa mentalidad en gente de mi edad y los adultos que piensen que a veces nuestras ideas son un poco descabelladas, aunque a veces lo son, y que nos tachan de infantiles, hay mucho que trabajar”, afirma.

Ambos niegan con la cabeza cuando se les pregunta si esperaban ser seleccionados. “Fue muy increíble”, dice Ainara, abriendo los ojos. Néstor se enteró por su padre. “Lo llamaron a él, y la verdad es que me alegró el resto del día, estaba esa semana de exámenes, agotado, y fue como energía que me vigorizó el resto de la semana”. Con esa ilusión afrontan su nueva tarea.

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Sobre la firma

María Sosa Troya
Redactora de la sección de Sociedad de EL PAÍS. Cubre asuntos relacionados con servicios sociales, dependencia, infancia… Anteriormente trabajó en Internacional y en Última Hora. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y cursó el Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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