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Los epidemiólogos llaman a la precaución en las celebraciones prenavideñas tras el evento supercontagiador de Málaga

La subida de la incidencia hace cada vez más probable que en un encuentro haya una persona infectada y propague el coronavirus

Aglomeraciones en el centro de Madrid este lunes, durante el puente de la Constitución.
Aglomeraciones en el centro de Madrid este lunes, durante el puente de la Constitución.Olmo Calvo
Pablo Linde

Una comida navideña, un brote y, al menos, 68 infectados. La propagación del coronavirus en la celebración del personal del Hospital Regional de Málaga, a la que acudieron 173 profesionales del equipo de UCI, es un buen ejemplo de los riesgos de las próximas semanas en España: eventos supercontagiadores que impulsen la curva de infecciones hacia arriba, no necesariamente ocasionando hospitalizaciones inmediatas —según fuentes sanitarias, todos los afectados están leves o asintomáticos—, pero sí cuarentenas, trastornos laborales y un aumento de la saturación de los servicios de primaria y salud pública. Es una llamada de atención que sirve a los epidemiólogos para recordar lo que repiten las autoridades sanitarias: el SARS-CoV-2 sigue circulando y si se relajan las medidas en un periodo de muchos encuentros sociales (puente, cenas de empresa, Navidad...) habrá consecuencias.

Clara Prats, investigadora en Biología Computacional de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), resume así la situación: “El crecimiento seguirá al menos las próximas dos semanas. Más allá es complicado hacer predicciones. Independientemente de que alcancemos el pico en Navidad, una semana antes o una después, en esas fechas estaremos en niveles de transmisión bastante altos. Por lo tanto, la probabilidad de que en cualquier encuentro, sea de trabajo o de familia, entre una persona infectada no es despreciable. Así que hay que actuar en consecuencia: no celebrar grandes encuentros, limitarlos a los más cercanos, vigilar la ventilación”.

El Ministerio de Sanidad no tiene por el momento intención de imponer limitaciones drásticas y espera que la situación quede controlada con las medidas que las comunidades ya tienen a su alcance. Por el momento, han hecho caso omiso a un documento del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, dirigido por Fernando Simón, que recomendaba el pasado 30 de noviembre “establecer límites en el número de participantes en eventos públicos y sociales, especialmente durante las celebraciones de las fiestas navideñas”. La ministra, Carolina Darias, hizo la semana pasada una llamada a la vacunación y a la prevención, reforzando las medidas que han sido útiles, como la mascarilla, cuyo uso en exteriores enfatizó cuando no se pueda mantener la distancia en fechas en las que las aglomeraciones en las calles son frecuentes, como se ha puesto de manifiesto en este puente en las grandes ciudades españolas.

Una alta transmisión comunitaria afecta a muchos aspectos de la vida, como recuerda Fernando Rodríguez Artalejo, catedrático de Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid. “Por ello, hay que seguir vacunando a los no vacunados [el ritmo ha aumentado algo desde que algunas comunidades comenzaron a pedir el certificado covid], acelerar los booster [dosis de refuerzo] de vacunación y ampliarlos por debajo de los 60 años, empezar cuanto antes con los niños para protegerlos a ellos, y sobre todo, reducir la transmisión y reforzar las medidas de prevención no farmacológicas [distancia, mascarilla, aforos, ventilación]”, enfatiza.

Cuáles sean las consecuencias de esta sexta ola dependerá del nivel de propagación del coronavirus. En una población mayoritariamente vacunada, el riesgo una saturación generalizada de los hospitales es más improbable. Con una incidencia acumulada (IA) en España de 248 casos por 100.000 habitantes en 14 días (y subiendo), la situación en la mayoría de comunidades todavía es de riesgo bajo, pero siete ya han llegado a medio, según el semáforo covid del Ministerio de Sanidad. La repercusión será muy distinta si la IA llega a los 500 casos que si alcanza los 1.000 o los 2.000. Y esto depende en buena medida del comportamiento de los ciudadanos.

Alberto Infante, profesor de la Escuela Nacional de Sanidad, se muestra muy pesimista: “Vamos mal y si seguimos sin hacer lo necesario iremos a peor. Las Navidades serán amargas y enero muy negro. En Guipúzcoa [954 casos por 100.000 habitantes en 14 días], que tiene incidencias como Países Bajos, ya están trasladando pacientes covid a hospitales de Bizkaia y Álava y posponiendo cirugías no urgentes”.

Hay ejemplos, como el danés, que sufre su mayor ola de positivos desde que comenzó la pandemia —ha superado una incidencia acumulada (IA) de 1.000 casos por 100.000 habitantes en 14 días— pero que, con el 76,7% de la población vacunada, tiene menos de la mitad de hospitalizados que el invierno pasado, cuando no alcanzó los 800 casos de IA, según datos del repositorio Our World in Data.

Incluso en un escenario mucho más tranquilizador que el de hace un año, una curva disparada podría afectar la actividad asistencial, como ha sucedido en Bélgica: más de 2.100 de IA, un 74,8% de la población con pauta completa y una presión hospitalaria que, si bien está lejos de sus peores momentos, sí preocupa seriamente a sus autoridades.

Aunque es difícil establecer comparaciones precisas entre países, ya que hay entre ellos muchas diferencias más allá de los datos de vacunación, es un marco que puede servir a España para tomar referencias. Con un 80% de la población vacunada, los expertos consultados insisten en que conviene ser precavidos durante este puente y todas las celebraciones en torno a la Navidad para no pasar apuros. En definitiva: las vacunas han amortiguado mucho la peligrosidad de la covid, pero a más casos, más probabilidades de consecuencias graves para la salud, sobre todo de los más vulnerables.

Ildefonso Hernández, catedrático de Salud Pública en la Universidad Miguel Hernández de Alicante, apuesta por aprender de lo que estamos viendo en otros países: “Que los encuentros en interiores masivos sin mascarilla conllevan riesgos y que debemos evitarlos. Y recordar lo que repetimos perseverantemente: ventilación, distancia y mascarilla”.

La relajación de las medidas ha sido evidente en las últimas semanas. La Junta de Castilla y León, por ejemplo, ha abierto una investigación para dilucidar posibles responsabilidades ante la celebración multitudinaria de un concierto en Valladolid en la que la gran mayoría de los 4.500 asistentes no hacían uso de las mascarillas, según informa la agencia EFE.

Una llamada de atención

Tanto el brote malagueño como la nueva variante ómicron pueden suponer un toque de atención, más allá de que se desconozca qué repercusión puede tener esta última y de que su presencia en España sea todavía anecdótica.

En Málaga, muchos restaurantes ya están notando cancelaciones de fiestas navideñas, informa Nacho Sánchez. La mayoría de los hospitales ya las han suspendido; y, más allá de eso, varios establecimientos consultados han asegurado que les han anulado varias reservas de entre 50 o 60 comensales, que habían reservado el establecimiento al completo, pero que, a última hora, han decidido suspender. “Todos nos dicen lo mismo: que las empresas, que eran las que pagaban la comida, tienen miedo a los contagios”, cuenta un chef de la capital.

Habrá que esperar para comprobar si estas primeras sensaciones se extienden por el resto del país. El sector de la hostelería esperaba un buen mes de diciembre, con una facturación prevista de unos 10.000 millones de euros, lo que sería un 10% menos que en diciembre de 2019. Supondría una enorme remontada con respecto a 2020, en el que cayó un 50% con respecto al último año sin pandemia. Pero la subida de la curva amenaza de nuevo al sector.


Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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