Los terremotos por el volcán se ensañan con La Palma
La isla registra este miércoles casi 250 temblores hasta las dos de la tarde, más del doble que durante todo el día anterior
De una u otra manera, el volcán de La Palma se niega a salir de la vida de los palmeros cuando la erupción está a punto de cumplir dos meses de vida. Las lenguas de lava aceleran su camino hacia el mar, la desgasificación del centro eruptivo vuelve a llenar de ceniza el sureste de la isla y, este miércoles, los terremotos se encargan de atemorizar más todavía a los isleños. “Yo estoy todo el día con el ataque de nervios encima. Mi casa parece que va a caerse cada vez que hay un terremoto”, dice Lucía González, de 58 años, a la salida de un hipermercado en la localidad de El Paso. Desde donde ha aparcado su Toyota se divisa el volcán. Pero ella confiesa estar más angustiada por los temblores. “Parecía que se había calmado y ya estamos otra vez”, afirma Juan Pais, vecino de Los Llanos de Aridane, que ha acudido al municipio fronterizo a hacer gestiones.
Su intranquilidad parece justificada. Desde las 00.00 (hora local) hasta las 18.00, la isla de La Palma se ha visto sacudida por 249 terremotos, según los datos del Instituto Geográfico Nacional. El martes, el número total había ascendido a 81; el lunes se quedaron en 44 en todo el día. Del par de centenares de sismos registrados este miércoles, más de dos centenares se han producido a profundidades intermedias, de entre 10 y 20 kilómetros, que casi habían desaparecido.
Estos sismos guardan estrecha relación con el fluir del magma que llega de la corteza de la isla y están relacionados con la actividad en superficie, explica el sismólogo del Instituto Geográfico Nacional Itahiza Domínguez. El principal evento se registró a las 12.33 (hora local) en Villa de Mazo, con una magnitud de 4.7 y una intensidad de IV. En realidad se trató de dos terremotos consecutivos, sentidos en toda la isla, que incluso interrumpieron la rueda de prensa que daba a esa hora el presidente del Cabildo de La Palma, Mariano Hernández Zapata, para hacer balance de los primeros 60 días de erupción.
Para estos temblores, sin embargo, aún no hay una explicación segura. “Podría ser un aporte nuevo de magma relacionado con los terremotos profundos que hemos visto en días anteriores”, asevera Domínguez en declaraciones a EL PAÍS. Destaca, en todo caso, que no se observan “deformaciones locales todavía, tal y como se han podido advertir en otros aumentos de actividad eruptiva”. Es más, la portavoz científica del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca), María José Blanco, ha asegurado que “desde comienzos de noviembre se observa una notable disminución de la deflación regional”.
Energía en fase descendente
El repunte de la sismicidad y del tremor, que se ha incrementado hasta valores medios, según el Pevolca, en todo caso, podrían ser indicios de que la energía del volcán de La Palma, en fase descendente en los últimos días, podría volver a subir, explica Domínguez. “Tenemos que observar si se mantiene esta tendencia. En estos procesos se dan ocasiones en que la actividad sísmica funciona a pulsos de varias horas”. De confirmarse el alza en sucesivas horas, se observaría una reversión de este parámetro, con niveles no alcanzados desde finales de octubre.
Este miércoles, volcán ha presentado “una importante emisión de cenizas”, ha apuntado el vulcanólogo del IGN Rubén López. ”Hoy no ruge, parece que la explosividad ha descendido desde ayer”. De hecho, el oscuro penacho que sale del cono eruptivo constituye la nota más destacada a simple vista. Y eso, a pesar de que las emisiones de dióxido de azufre han vuelto a retraerse en las últimas horas hasta una horquilla de entre 2.000 y 3.000 toneladas diarias, frente a las 3.000 y 3.500 toneladas del martes y las 12.000 y 15.000 toneladas del lunes.
Pese a ello, la erupción dista mucho de estar inactiva. Tanto el IGN como el Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan) ha informado este miércoles de “un pequeño desborde” y de que una nueva colada baja a una velocidad aproximada de 70 metros por hora entre las montañas de Todoque y La Laguna, atravesando terreno previamente devastado y,”en menor medida”, hacia los dos deltas lávicos. En conjunto, el crecimiento se limita hasta poco más de dos hectáreas hasta un total de 1.085.
La amenaza sobre la población no cesa. Antonia Sánchez, de 70 años, resume a la perfección el sentir de los palmeros apoyada en el quicio de la puerta de su casa: “Yo creía que estaba apagándose, pero el demonio este está dispuesto a seguir amargándonos la existencia”.
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