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Al menos 216.000 casos de pederastia en la Iglesia francesa, según una comisión independiente

Dos años y medio de investigaciones dan lugar a casi medio centenar de propuestas para evitar nuevos abusos, entre ellas reformar el secreto de confesión

Pederastia Iglesia catolica
Jean-Marc Sauvé, a la izquierda, entrega copias del informe sobre pederastia al obispo Eric de Moulins-Beaufort, presidente de la Conferencia Episcopal de Francia, este martes en París.THOMAS COEX (AFP)
Silvia Ayuso

Probablemente la cifra total de víctimas de pederastia en la Iglesia francesa no se conozca nunca. Pero los datos revelados este martes por la comisión independiente que ha investigado el alcance de este lacra desde 1950 resultan “abrumadores” a pesar de que no son más que “una estimación mínima”, según los autores de la investigación. Al menos 216.000 menores fueron víctimas de pederastia en el seno de la Iglesia católica francesa en los últimos 70 años, concluye el informe final de la Comisión Independiente sobre Abusos en la Iglesia Católica (Ciase). La cifra aumenta hasta los 330.000 si se cuentan también los abusos cometidos por laicos como enseñantes, catequistas o responsables de movimientos juveniles.

“Estos números son abrumadores y no pueden quedarse sin consecuencias, reclaman medidas muy fuertes” de la Iglesia católica, dijo el presidente de la comisión, Jean-Marc Sauvé, al presentar en París el informe de 2.500 páginas, que también contiene 45 “recomendaciones” tanto en materia de reformas legales como estructurales de la Iglesia, además de proponer “indemnizaciones” para las víctimas que la jerarquía eclesiástica aún debe especificar.

El voluminoso documento demuestra, según Sauvé, que los “silencios” y “fallos” de la Iglesia católica francesa ante los casos de pederastia desde 1950 a 2020 tienen un “carácter sistémico” que requieren profundas reformas de la institución y revisar algunas de sus prácticas, incluido delimitar bien el secreto de confesión. En este sentido, la Ciase propone “transmitir un mensaje claro, indicando a los confesores y a los fieles que el secreto de confesión no puede derogar la obligación, prevista por el código penal (…) de señalar a las autoridades judiciales y administrativas los casos de violencias sexuales infligidas a un menor o una persona vulnerable”.

“Hasta comienzos de los años 2000, constatamos una indiferencia profunda y cruel ante las víctimas. No se las cree, no se las escucha, se considera que pueden haber contribuido a lo que les pasó”, señaló Sauvé. Por ello, la Ciase es “unánime” en su conclusión: “La Iglesia no supo ver, no supo escuchar, no supo captar las señales débiles” y, si las víctimas no hubieran, por fin, tomado la palabra,”nuestra sociedad seguiría ignorando o negando lo que pasó”.

En el informe se establece además una “estimación mínima” de “entre 2.900 y 3.200″ sacerdotes y otros responsables eclesiásticos responsables de abusos contra menores, lo que supone alrededor del 3% del cuerpo religioso en Francia.

“No puede haber un futuro común sin un trabajo de verdad, perdón y reconciliación”, insistió Sauvé. La Ciase “ha contribuido al trabajo de verdad, ahora le toca a la Iglesia actuar y recuperar la confianza de los fieles y el respeto de la sociedad”, agregó al entregar el informe al presidente de la Conferencia Episcopal (CEF), Éric de Moulins-Beaufort, y a la presidenta de la Conferencia de Religiosos y Religiosas de Francia (Corref), Véronique Margron.

La amplitud de las cifras reveladas “nos perturba, nos abruma, supera lo que suponíamos”, reconoció Moulins-Béaufort. El informe “nos avergüenza, nos espanta”, admitió el también arzobispo de Reims, que expresó su “determinación a actuar para que el rechazo a escuchar, la intención de silenciar, de ocultar” denunciados por la Ciase “desaparezcan” y haya un verdadero cambio de actitud y de respuesta, si bien más tarde reconoció que todavía queda mucho por discutir, empezando por la cuantía de las indemnizaciones y de dónde procederá el dinero para pagarlas.

“Mi deseo este día es pedir perdón, perdón a cada uno y cada una” de las víctimas, agregó el presidente de la Conferencia Episcopal. Desde Roma, el papa Francisco manifestó su “dolor” por el contenido del informe. “Su pensamiento va ante todo a las víctimas, con gran dolor, por sus heridas, y agradecimiento, por su valentía en la denuncia, y a la Iglesia de Francia, porque, en la conciencia de esta terrible realidad, unida al sufrimiento del Señor por sus hijos más vulnerables, pueda embarcarse en un camino de redención”, dijo el Vaticano en un comunicado.

Unas palabras que, sin embargo, ni reconfortan ni convencen a todas las víctimas. “Ustedes deben pagar por todos sus crímenes”, dijo ante la jerarquía eclesiástica François Devaux, una de las figuras más conocidas del movimiento de denuncia de pederastia en la Iglesia francesa y que reclamó un “Concilio Vaticano III” para abordar la inmensidad de las reformas pendientes.

Devaux agradeció a la Ciase un trabajo que ha sido “como caer en una fosa común de almas trituradas de la Iglesia” para revelar “crímenes y delitos atroces en masa”, cometidos “durante décadas” sin que la jerarquía francesa ni “un papa abonado a los ausentes, que prefirió proteger a los que contribuyeron a esta mecánica antes que a las víctimas”, lo frenaran. “Ha habido una traición de la confianza, de la moral, se ha traicionado a los niños, a la inocencia del pueblo, es una traición del evangelio, de todo lo que somos”, denunció Devaux, presidente de la ya disuelta asociación Palabra Liberada, la primera organización de víctimas de un cura pederasta que, en 2016 en Lyon, rompió el silencio que pesaba hasta entonces sobre esta lacra. Fue la responsable de llevar hasta los tribunales el caso más emblemático, el del cardenal y entonces arzobispo de Lyon Philippe Barbarin, acusado de haber ocultado varios casos.

La Conferencia Episcopal de Francia (CEF) decidió encargar a una comisión independiente la tarea de investigar posibles casos de pederastia desde 1950 y “las razones que favorecieron la manera en que fueron tratados esos asuntos”, además de pedirle que proponga medidas para evitar nuevos casos en el futuro, a finales de 2018, justo en vísperas del juicio a Barbarin. En esa época, se multiplicaban en toda Francia los procesos contra religiosos por abusos sexuales de menores o por silenciar denuncias recibidas, en momentos además en que crecía el debate nacional —gracias entre otros a Palabra Liberada, que llevó a juicio a Barbarin— y hasta internacional sobre el tema, con casos muy mediatizados en Estados Unidos, Europa y hasta Australia. En febrero de 2019, el papa Francisco convocó un sínodo sobre la pederastia en el que aceptó pasar de la retórica a “medidas concretas y eficaces”. A finales de ese año, el Vaticano anunció dos nuevas leyes que, entre otras cosas, liquidan el secreto pontificio —que viene impuesto desde 1972 en asuntos e investigaciones de particular gravedad— en los casos de abusos a menores por parte de representantes de la Iglesia.

El mandato fue entregado a Sauvé, un católico practicante y exvicepresidente del Consejo de Estado, que convocó a 21 hombres y mujeres de diferentes ámbitos —desde expertos en derecho a teólogos, psicólogos o trabajadores sociales— y diversas confesiones religiosas, incluso no creyentes. Así nació la Ciase, que unos seis meses después de su constitución, en junio de 2019, empezó a buscar testimonios con los que componer su investigación y sus propuestas, ahora presentadas.

La cifra de 216.000 víctimas es una “estimación estadística” extraída sobre todo de una investigación realizada por el Instituto Nacional de Salud sobre una base representativa de la sociedad de 28.000 personas y que estudió los abusos sexuales de menores en un marco más amplio, de toda la sociedad. De acuerdo con el informe, 5,5 millones de personas en Francia han sido víctimas de abusos sexuales antes de cumplir la mayoría de edad. De ellas, 216.000 lo habrían sufrido en el seno de la Iglesia católica, es decir, algo menos de 4% del total de casos de pederastia en Francia. Aunque el estudio demuestra que la mayor parte de los abusos de menores se cometen en el marco de la familia o los amigos, “la Iglesia católica es, más allá de los círculos familiares y amicales, el lugar en el que la prevalencia de violencia sexual es la más elevada”, por delante de otras esferas de socialización como la escuela pública, los campamentos, clubs deportivos o actividades culturales, indica la Ciase, que también hizo un llamamiento a testimonios que le permitió establecer casi 6.500 contactos de víctimas o personas cercanas, además de investigar en los archivos eclesiásticos y los civiles, tanto los judiciales como policiales y hasta de la prensa.

Al contrario que los casos generalizados de pederastia, donde la mayor parte de las víctimas son mujeres, en el caso de la Iglesia católica hay una “particularidad neta”, señaló Sauvé: la gran mayoría de los abusos (casi 80%) los sufrieron los varones, especialmente niños entre 10 y 13 años. El informe concluye que la mayor parte de las agresiones, alrededor del 56%, se produjeron entre 1950 y 1970. Un hecho que puede deberse a diversos factores, desde la caída en las cifras de religiosos como a la de franceses que acuden a instituciones religiosas, “cuya huella social se ha reducido las últimas décadas”, señaló Sauvé, que en otras ocasiones también ha recordado que muchas de las víctimas —como en otras agresiones sexuales— tardan a veces décadas en recordar o denunciar lo sucedido, por lo que es posible que casos más recientes no hayan sido aún revelados. En cualquier caso, subrayó Sauvé, “hay que abandonar la idea de que la violencia sexual en la Iglesia católica ha sido completamente erradicada, que el problema ya está superado. El problema subsiste”, aseveró.

Si conoce algún caso de abusos sexuales que no haya visto la luz, escríbanos con su denuncia a abusos@elpais.es


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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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