“Debemos lograr que se fabriquen vacunas en Sudáfrica”
El epidemiólogo Salim Abdool Karim reclama más voz africana ante la respuesta global a la crisis sanitaria y asegura que el país puede formar a técnicos y científicos para tener disponibles dosis en dos o tres años
El epidemiólogo Salim Safurdeen Abdool Karim (Durban, 60 años) es una eminencia en Sudáfrica. Respetado por llevar más de tres décadas investigando el VIH, el director del Centro para el Programa de Investigación de SIDA de Sudáfrica (Caprisa, por sus siglas en inglés) analiza los aciertos y fallos cometidos en la gestión del coronavirus durante el año que ha presidido el comité científico de su país, hasta el pasado marzo. Sudáfrica lidera las peores cifras de la pandemia en África, con más de 1,6 millones de casos y 59.974 muertes.
Karim sigue siendo la cara visible que mejor ha contado a los ciudadanos lo que pasaba, el que les pidió responsabilidad individual por el bien de todos y en quien confiaron para vencer a la covid. Profesor en las universidades de KwaZulu-Natal, Cornell y Columbia, ha decidido que el tiempo que destine a partir de ahora a esta crisis sanitaria será en el ámbito global, para asegurarse de que el continente africano es escuchado. El presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, anunció el pasado 30 de mayo que el país se adentraba en la tercera ola de la pandemia, pero Karim se muestra optimista y dice estar convencido de que África saldrá reforzada de esto.
Sudáfrica lidera junto a la India una propuesta para liberar las patentes de vacunas, medicamentos y productos sanitarios destinados a combatir la covid. La primera versión de la propuesta se presentó ante la Organización Mundial de Comercio en octubre del año pasado, y fue renovada el mes pasado. Una iniciativa a la que se han sumado 60 países, incluida la Unión Europea, y 170 personalidades mundiales, y cuya discusión está prevista para este mes.
“Debemos trabajar junto a la Unión Europea para lograr que se fabriquen vacunas en Sudáfrica, pero no podemos hacerlas completamente solos. La UE anunció que dará mil millones de euros para contribuir a ello y crear dos o tres plantas de fabricación en África. Vamos a trabajar para que se hagan aquí, tenemos la capacidad, por eso formaremos a los técnicos y científicos”, señala Karim confiando en que estén operativas en dos o tres años, porque las vacunas serán necesarias contra las nuevas variantes.
Durante los primeros días de la pandemia, el país destacó por la rapidez en la que se sumaban nuevos casos. Conscientes de la gravedad que podía significar el nuevo virus por la experiencia de Sudáfrica en la lucha contra el VIH y la tuberculosis, Karim asegura que se trabajó de forma intensa para, por ejemplo, habilitar 800 camas con oxígeno en el Centro Internacional de Convenciones de Ciudad de Cabo reconvertido en seis semanas en un hospital. “Nuestra primera ola fue en julio o agosto. En Sudáfrica, como en la mayor parte del continente, se esperaba una situación terrible, pero no pasó. Muchas personas dijeron que África estaba salvada al no registrarse una ola severa. Todo lo contrario de la segunda, en la que apareció la nueva variante que se extendía muy rápido”, señala. Entre la última semana del año pasado y la primera de 2021, Sudáfrica registró hasta 800 muertes al día por covid.
El desigual reparto de la vacuna hizo que Sudáfrica se uniera a la iniciativa Covax. “Decidimos ser parte del acceso global e igualitario a las vacunas, por lo que hicimos el esfuerzo de apoyar esta iniciativa, aunque no tuviéramos los recursos de otros países. Pero no había avances y empezamos la negociación con empresas médicas para comprarlas directamente. La iniciativa se quedó atrás porque no había dosis para nadie y empezó la presión política para conseguirlas. Le dije al ministro de Sanidad Zweli Mkhize que no las comprase de forma independiente, que se equivocaba, pero fuimos a India y conseguimos 1,5 millones de AstraZeneca. Pagamos el doble que Europa, y por desgracia, cuando llegaron no funcionaban contra la variante sudafricana, por lo que no pudimos usarlas”, afirma en referencia a un estudio realizado en el país, que concluyó que el fármaco anglosueco ofrecía menos eficacia ante dicha mutación.
Fue precisamente en un laboratorio situado unas plantas más arriba del despacho de Karim donde se averiguó que la eficacia de la vacuna de Oxford-AstraZeneca era limitada, “efectiva en infecciones severas, pero con capacidad mínima en casos leves y moderados”. Esa fue la conclusión de un estudio científico en el que participaron 2.000 voluntarios que provocó la suspensión del tratamiento con esta vacuna porque la variante sudafricana ya estaba provocando el 90% de los casos de covid en el país.
En el aprendizaje global constante que está suponiendo esta enfermedad, Karim considera que África debe ocupar un asiento en la mesa de discusiones sobre lo que se debe hacer. “Nuestras decisiones no pueden ser tomadas por otros. Cuando el presidente me pidió presidir el comité, a la primera persona que llamé fue a Anthony Fauci [asesor médico jefe del presidente de EE UU], para pedirle que se involucrara, porque todos estábamos intentando entender qué era este virus”.
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