La Audiencia de Sevilla ratifica la condena a dos menores por violar a una chica que se negó a bailar para ellos

Ana, nombre ficticio, se negó a bailar como premio para el ganador de un juego de cartas de un grupo de chavales de su edad. Dos de ellos, sin embargo, la acorralaron en un dormitorio de la vivienda en la que estaban y la arrojaron sobre la cama. Uno se puso sobre ella y otro detrás, le quitaron la camiseta y el sujetador, le tocaron los pechos y la obligaron a hacerles una felación, mientras la cogían por los pelos y la amenazaban con asfixiarla. “Esto queda entre nosotros”, le dijeron antes de dejarla sola en el cuarto. Todo ocurrió en Dos Hermanas (Sevilla) en 2018 y todos tenían 16 años. La Audiencia Provincial de Sevilla ha corroborado la pena inicial impuesta por una juez de menores en 2019 de dos años de internamiento en régimen cerrado, seguido de tres años de libertad vigilada por dos delitos de agresión sexual y de otros dos como coautores en concepto de cooperados necesario.

Las conclusiones de los magistrados de la Audiencia incluyen la intimidación ambiental que sufrió la víctima para justificar que, aunque no hubiera una negativa explícita por parte de la víctima —que es uno de los argumentos aportados por la defensa de los condenados en su recurso—, siguiendo la línea argumental que la sentencia del Tribunal Supremo que falló en contra de La Manada, considerando que la agresión sexual en grupo de los Sanfermines de 2016 no fue abuso, sino que fue violación. “La perpetración del injusto penal se vio favorecida por la superioridad física de ambos denunciados, la escasa iluminación de la estancia donde sucedieron los hechos, el volumen de la música y la notable vulnerabilidad de la menor”, señalan los jueces en la sentencia, fechada el 4 de junio de 2021.

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Las similitudes con el caso de la Manada no están solo en las argumentaciones, tanto de la juez de menores que dictó la primera sentencia condenatoria, como de los magistrados de la Audiencia de Sevilla, sino en las alegaciones que esgrimió la defensa de los jóvenes en su apelación. Sus abogados, además de cuestionar la verosimilitud del testimonio de la víctima, aportaron imágenes sacadas de redes sociales en las que se la veía con su familia y en actitud relajada, para probar que la situación no le había afectado anímicamente. En sus alegatos también incluyeron que la menor denunció por miedo a que su novio se enterase.

En la sentencia de la Audiencia se hace hincapié en que la víctima “siempre ha mantenido el mismo decurso de los hechos” y se descarta que “fabulara el relato para proteger su relación de noviazgo”, porque fueron los acusados quienes “tomaron la iniciativa de asegurar la confidencialidad de lo acontecido manifestando: ‘Esto queda entre nosotros”.

Antonio Rubio, el abogado de la joven, se muestra muy satisfecho por ambos fallos. “Rompen arquetipos jurídicos del pasado y recogen en sus razonamientos la evolución jurisprudencial imperante en los delitos de índole sexual”, señala. “Las dos sentencias siguen el espíritu de la del Tribunal Supremo que condenó a La Manada por violación, recalcando que, aunque la víctima no haya podido repeler la agresión, no significa que esté consintiendo y quedan patentes que la superioridad numérica, el ambiente de la habitación, la música alta, son elementos suficientes como para intimidar a la víctima”, abunda Rubio.

En la primera sentencia, recurrida por los acusados y confirmada por la Audiencia de Sevilla, la jueza también subrayó que “el hecho cometido es cometido por dos personas creando así un ambiente intimidatorio”. La magistrada, además, no solo los condena como autores de dos delitos de agresión sexual, sino que también lo hace como cooperadores necesarios del cometido por el otro.