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La cuarta ola del coronavirus en España amaina

La vacunación y el mantenimiento de las restricciones frenan el auge del actual episodio de covid y, aunque persiste la presión asistencial, Sanidad da por hecho un “comienzo de estabilización”

Una sanitaria vacuna a una mujer, este viernes en Sevilla.
Una sanitaria vacuna a una mujer, este viernes en Sevilla.PACO PUENTES (EL PAÍS)
Jessica Mouzo

La curva epidémica en España avanza hacia una especie de meseta. La cuarta ola, mucho menos empinada que las tres anteriores, parece que amaina o, al menos, no se dispara y el Ministerio de Sanidad da por hecho que el país se adentra en un “comienzo de estabilización”. Por lo pronto, la incidencia acumulada a 14 días, aunque muy elevada —232,55 casos por 100.000 habitantes—, apenas reflejó este jueves un ligero ascenso de tres puntos después de dos días estancada. Los expertos achacan a la vacunación y al mantenimiento de las restricciones sociales en buena parte del país la suavidad de la ola, aunque alertan de que la situación en España no es boyante: siete comunidades y las dos ciudades autónomas están en riesgo extremo (con una incidencia por encima de 250) y una de cada cinco camas de cuidados intensivos está ocupada por pacientes con covid.

“Cautela y prudencia”, insiste Daniel López-Acuña, exdirector de Emergencias de la Organización Mundial de la Salud. Después de más de un mes con los contagios al alza —desde el 16 de marzo la curva empezó a repuntar—, la incidencia acumulada a 14 días ha registrado un parón durante esta semana: desde el lunes, que se instaló en los 230 casos, ha estado bailando sobre esta cifra y este jueves ascendió a 232,55. “Estamos en una fase mesetaria, dando un pasito adelante y otro atrás. Quizás el sistema sanitario no sufre tanto y ojalá se produzca una bajada consolidada, pero estamos un poco despistados porque esta ola no ha seguido el patrón de otras olas”, apunta Toni Trilla, jefe de Medicina Preventiva del Hospital Clínic de Barcelona.

Algunos epidemiólogos apuntan que la incidencia acumulada a siete días también confirma un estancamiento: lleva más de una semana en torno a los 108 casos por 100.000 habitantes en los últimos siete días, menos del 50% de la incidencia a 14 días. “Si la incidencia a siete días es menor del 50% que la incidencia a 14 días, significa que la curva va de bajada. Esta ola no es comparable a las anteriores y parece que se estabiliza ya. En cualquier caso, si hay un repunte, no sería importante: ya ha pasado más de una semana de la Semana Santa, que es cuando pudo haber un incremento de contagios, y lo esperable es que no aumente más”, tercia Jesús Molina Cabrillana, portavoz de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene.

La velocidad de transmisión del virus en España (la Rt, que mide a cuántas personas contagia, de media, un positivo) también tiende a la baja. El 14 de abril, último día del que se tienen cifras, estaba, por primera vez en un mes, por debajo de 1, como recomiendan las autoridades sanitarias para mantener a raya el virus: ese día, la Rt era de 0,98, esto es, que por cada 100 positivos se infectan otras 98 personas. “Es bueno que esto siga así, pero lo que nos debe guiar es que, si seguimos teniendo un estancamiento de unas incidencias tan altas y las unidades de cuidados intensivos (UCI) tan ocupadas, deberíamos preocuparnos”, avisa López-Acuña.

Lo cierto es que la situación epidémica es muy heterogénea según las autonomías. La Comunidad Valenciana, por ejemplo, está en 40 casos por 100.000, la incidencia más baja de España. Y también Galicia, Baleares y Murcia están por debajo de 100. En cambio, Madrid y Navarra se sitúan en torno a los 400 casos por 100.000 y el País Vasco supera los 500. “Puede influir el hacinamiento de la gente: no es lo mismo la densidad de población de Galicia que la del área metropolitana de Barcelona. En el caso de la Comunidad Valenciana, lo que hacen muy bien allí es el estudio de contactos y eso puede ser determinante para aislar casos e impulsar cuarentenas”, valora el epidemiólogo Joan Caylà. La dureza de las restricciones sociales y el cumplimiento de las medidas, señalan los expertos, constituyen otro de los factores determinantes en la fluctuación de las curvas epidémicas: Valencia, por ejemplo, ha tomado medidas muy duras y está haciendo una desescalada muy suave —hasta el lunes los bares cierran a las seis de la tarde—, mientras que Madrid, que tiene una incidencia 10 veces superior, ha sido mucho más laxa en las restricciones —la restauración baja la persiana a las 23.00—.

Los expertos asumen que la vacunación también ha desempeñado un papel en la evolución de esta ola, pero con matices. Con solo el 21,4% de la población inmunizada con una dosis (sobre todo en los grupos de edad más elevados), los epidemiólogos coinciden en que la vacuna no ha tenido tanta influencia en la curva de contagios, ya que la mayor parte de las infecciones se produce en gente más joven que no ha tenido acceso al pinchazo. El gran efecto, señalan, está en la reducción de muertes y hospitalizaciones, donde la edad es determinante. “Algo ha podido influir en la curva de contagios, pero donde ha contribuido es en la enfermedad grave y en la mortalidad. No hay, ni de lejos, la sobrecarga asistencial de noviembre y enero”, apunta Molina Cabrillana.

Las UCI de los hospitales encararon la cuarta ola con una ocupación elevada —el 16 de marzo, el 20% de las camas estaban utilizadas por pacientes con covid— y los profesionales temían un aluvión de enfermos tras la Semana Santa. Sin embargo, las entradas, por ahora, no se han disparado: este jueves había 2.283 pacientes ingresados en estado crítico, esto es, el 22,6% de las camas de UCI disponibles estaban ocupadas por personas con coronavirus. Con todo, López-Acuña reitera la prudencia: “Es probable que la magnitud de la ola no sea tan pronunciada porque hay menos movilidad que en Navidad, menos aglomeraciones y un segmento de la población está protegido. Pero hay un par de elementos preocupantes: no está controlada la transmisión comunitaria y persiste una alta ocupación en las UCI, con casos más severos ligados a la variante británica, que da estancias hospitalarias más largas”. La variante británica del virus es la predominante en España desde marzo.

Pese a que la situación no es tan crítica en España como en anteriores olas, los expertos piden extremar la cautela con respecto a las restricciones sociales y las medidas de protección, y no bajar la guardia antes de tiempo. “El impacto sobre el sistema sanitario necesariamente tendrá que ir a la baja si acelera el ritmo de vacunación, pero en los contagios tardaremos en verlo”, apunta Trilla. El Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) ha lanzado una recomendación que permite que dos personas se quiten las mascarillas en un espacio cerrado si ambas están vacunadas o flexibilizar las cuarentenas y la exigencia de pruebas diagnósticas en los viajes si las personas están vacunadas. Molina Cabrillana lo ve factible, pero Trilla y López-Acuña tildan la recomendación de “prematura” porque puede dar “un mensaje de falsa seguridad” y llevar a “una relajación excesiva”.

A propósito de las restricciones sociales, Trilla apuesta por la “asimetría en las medidas y adaptar la talla a cada comunidad y al momento”. Molina Cabrillana pide “aguantar un poco más, hasta estar por debajo de los 50 casos por 100.000″, y López-Acuña insta, sobre todo, a “proseguir con las restricciones en atmósferas cerradas”. Con todo, si en algo coinciden los expertos consultados es en la gran tarea pendiente: “Impulsar estudios de contactos de forma estricta”, resume Caylà.

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Sobre la firma

Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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