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Salvador Illa, el ministro monotema

La irrupción de la pandemia al poco de tomar posesión ha acaparado la gestión de Salvador Illa en el Ministerio de Sanidad

Salvador Illa, exministro de Sanidad.
Salvador Illa, exministro de Sanidad.Sciammarella

No se puede separar la gestión de Salvador Illa (La Roca del Vallés, Barcelona, 54 años) al frente del Ministerio de Sanidad, al que llegó el 13 de enero de 2020, de la crisis del coronavirus que justo empezaba entonces. La identificación es tal que cuando se le pregunta a Juan Abarca, de la Fundación IDIS, que agrupa a la sanidad privada, fija tres fases en la trayectoria del ministro que coinciden, exactamente, con las tres olas de la pandemia. Manuel Cascos, presidente del sindicato de enfermería Satse, lo resume así: “Illa no ha sido el ministro de Sanidad, sino el ministro de la covid-19″. De Illa “no pueden evaluarse políticas concretas más allá de la gestión de la pandemia”, admite Ildefonso Hernández, que fue director general de Salud Pública entre 2008 y 2011.

Pese a la tensión de una crisis que va por su undécimo mes, todos los representantes del sector sanitario a los que se ha preguntado coinciden en la capacidad de diálogo del ministro. Es, desde luego, el premio naranja del Gabinete. “Lo mejor de este ministro es su amabilidad y aparente buena voluntad. Creo que es difícil poner eso en tela de juicio”, resume José María Martín-Moreno, director general de Salud Pública entre 2002 y 2004, siendo ministra Ana Pastor (PP). En el sector se dice que a los ministros los nombra el presidente, pero los cesan las crisis. Aunque hay casos sonados (Celia Villalobos y las vacas locas; Ana Mato y el ébola), hay problemas que impulsaron a quienes los gestionaron, como a Trinidad Jiménez con la gripe A y ahora a Illa, que ha pasado de ser prácticamente un desconocido, incluso en Cataluña, a ser el emblema electoral del PSC.

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Esa simpatía se la tuvo que trabajar el ministro, quien no contó con una bienvenida calurosa. “Es el sexto de Sanidad en seis años. Esto demuestra que la salud no es una prioridad para el Gobierno. Vienen de paso, para irse a otro lado”, afirma Carina Escobar, presidenta de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes. “Son ministros cuota, porque se nombran más por ser catalanes o mujeres, no por lo que saben de sanidad”. Efectivamente, desde 2014 han sido ministros Alfonso Alonso, Fátima Báñez, Dolors Montserrat, Carmen Montón, María Luisa Carcedo y Salvador Illa. Este “fue designado para el puesto por razones fundamentalmente políticas. El ministerio no ostenta muchas competencias, y, lamentablemente, en el reparto de carteras el de Sanidad se ha convertido en una prebenda política y, por ello, pocos sanitarios han ocupado esta cartera en los últimos años”, afirma Florentino Pérez Raya, presidente de los colegios de enfermería.

Con esa falta de conexión con el entorno sanitario, era difícil que Illa pudiera, de primeras, proponer cambios o iniciativas en el ministerio. La pandemia, además, lo enturbió todo. Y aquí entra en escena un personaje que ya está unido indisolublemente a Illa, y que determina la valoración que se hace de su trabajo: Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias sanitarias (CCAES). José Polo, presidente de la sociedad de médicos de familia Semergen, cree que al llegar sin referencias al cargo, Illa no tuvo más remedio que confiar en Simón, al que atribuye los mayores errores de comunicación del ministerio –y, por tanto, de su titular– desde “la primera valoración del impacto que iba a tener la pandemia a la utilidad de las mascarillas, hasta ahora con la gestión de las vacunas”. Fernando Hontangas, responsable de Sanidad del sindicato CSIF afirma que llevan más de 20 días pidiendo la destitución de Simón. “Hace falta un nuevo equipo que dé un golpe de timón y aporte credibilidad y solvencia para afrontar lo que queda de pandemia”, opina. Médicos y enfermeras también han pedido en algún momento su dimisión.

“Illa ha ido de menos a más”

Que Illa no sea un experto en Sanidad “ha sido un grave problema en la gestión de la pandemia, y la experiencia vivida ha dejado muy claro que este puesto debe ser ocupado por un profesional sanitario con experiencia y preparación”, añade Pérez Raya. “Le hubiera preferido solo que con Simón”, dice Luis de Palacio, presidente de la asociación de dueños de farmacias Fefe. El máximo representante de los colegios de farmacéuticos, Jesús Aguilar, no es tan crítico: “Valoro más la capacidad de una persona para ser ministro que sus conocimientos; estos se adquieren con unos buenos asesores”, afirma, y opina que “claramente”, Illa ha ido “de menos a más”. “Hay que reconocerle que se ha evitado el colapso del sistema nacional de salud”. El presidente de las enfermeras sostiene: “Su mayor error ha sido no dejarse asesorar por verdaderos expertos en la gestión de esta crisis y convertirla en una batalla política. Respecto a su equipo, no ha sido el adecuado y en general no se ha contado con el asesoramiento de los profesionales sanitarios. Pongamos como ejemplo el caso de Fernando Simón, siempre a contracorriente de lo que decían los expertos profesionales desde todos los sectores”.

Abarca, de la fundación IDIS, exculpa en parte a Illa de la situación a la que se ha llegado, con una tercera ola que ha llevado la incidencia por encima de 800 (la UE aconseja no viajar cuando esta supera los 500; Sanidad cataloga de riesgo extremo cuando se pasa de 250; el objetivo del ministerio es que baje a 25). “Poco ha podido hacer. La crisis ha puesto en evidencia la falta de coordinación del sistema. En la primera ola, cuando el ministerio asumió el mando único, se vio que no tenía los recursos suficientes; en las olas posteriores, le impusieron la cogobernanza más por motivos políticos”. También Salvador Tranche, presidente de la sociedad de medicina de primaria Semfyc, cree que el ministro ha pasado la prueba con un “aprobado”. “Le ha tocado lo más difícil”, dice.

En esta línea de los reconocimientos, tanto las asociaciones de fabricantes de genéricos Aeseg como la de medicamentos publicitarios Anefp destacan el esfuerzo para que no faltaran productos durante la crisis sanitaria. También Fenin, la federación de las empresas sanitarias, señala que pese a los desabastecimientos iniciales, se ha puesto en marcha un plan para tener una reserva estratégica de material.

Pero también hay defensores rotundos de Illa. José Martínez Olmos, que fue secretario general de Sanidad en los Gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero, afirma: “Ha sido un buen ministro de Sanidad, muy honesto en su gestión, que ha tenido que afrontar la mayor crisis sanitaria de los últimos 100 años en un contexto de dificultad propio de esa crisis al que se añade el deterioro de la sanidad pública por los recortes sufridos en los últimos años”.

Falta de medios de protección

Y es a esos recortes y a la situación vivida durante la pandemia donde apuntan las críticas de los sindicatos de personal sanitario. Así, Isabel Lozano, de SAE (técnicos sanitarios), califica directamente de “nefasta” la gestión, por la falta de medios de protección durante la primera ola y la falta de un reconocimiento posterior. En esta línea, el representante de CSIF recuerda que “Illa fue el responsable máximo del desabastecimiento de equipos de protección, que provocó el contagio de más de 55.000 profesionales”.

En esta crisis inconclusa tampoco hay unanimidad sobre cómo debía haberse ido el ministro. “Habría preferido que se hubiese quedado”, dice el farmacéutico Jesús Aguilar. Los sindicatos coinciden en que debía haber dimitido antes.

Entre las asignaturas pospuestas por la urgencia de la covid, Hernández, que es miembro de la Sociedad Española de Salud Preventiva y Administración Sanitaria (Sespas), destaca el no abordaje de los problemas estructurales que, según su opinión, están en la raíz de las dificultades para afrontar la pandemia. “Falta un desarrollo más exhaustivo de la Ley General de Salud Pública, incluso en el día a día, pues, por ejemplo, no se está aplicando el criterio de equidad en las políticas ni se han desarrollado reglamentos imprescindibles para abordar el actual y futuros problemas. Igualmente, no se presta atención a los problemas graves del Sistema Nacional de Salud. Puede ser comprensible por la actual catástrofe y ya sabemos que el ministerio es frágil en todos los sentidos, pero, quizá por eso es más necesario que nunca plantearlo y buscar soluciones”, sostiene. CSIF añade cuestiones de personal, como acabar con la temporalidad, la homologación entre comunidades y el necesario refuerzo de la primaria.

“En general, la pandemia es un claro problema de salud pública y en España esta área está infradesarrollada en todas sus áreas y administraciones”, dice Manuel Franco, de Sespas. “Esta crisis ha evidenciado la debilidad existente en algunas áreas, debiéndose haber reforzado la salud pública y las herramientas de vigilancia epidemiológica, así como la gestión de compras y, sin duda, relanzar el liderazgo y fortaleza del Consejo Interterritorial”, añade un portavoz de la sociedad de directivos sanitarios Sedisa.

Habrá que ver si el sucesor o sucesora de Illa —al portavoz de CSIF le gusta la posibilidad de que sea Carolina Darias, actual titular de Política Territorial, quien le suceda porque ya participa en el Consejo Interterritorial “y la tarea del ministerio ahora es coordinarse con las comunidades”— le da tiempo de meterse con esos asuntos o sigue enfangado en la crisis. La Organización Médica Colegial cree que debe ser una persona que haya estado en primera línea de la crisis. “Por lo menos”, dice Tranche, “no podrá decir que esto le ha pillado por sorpresa. Quien llegue viene avisado”.

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