Indonesia arranca su programa de vacunación priorizando a los jóvenes
El vasto archipiélago, el país más afectado del sureste asiático, recurre a la vacuna de la china Sinovac y da preferencia a la población joven en la campaña
Subro, que como muchos indonesios se identifica solo con un nombre, se declara feliz. Este jueves recibirá la primera dosis de la vacuna contra el coronavirus en Pontianak (capital de Kalimantán Occidental, en la parte indonesia de la isla de Borneo), apenas un día después de que haya arrancado en su país una de las campañas de vacunación más grandes del planeta. Se diferenciará de las emprendidas en otras partes por una condición llamativa: al contrario que en otros países, aquí se dará prioridad a los jóvenes. “Podré vivir con tranquilidad. Ya no estaré sometido al miedo de contagiarme”, afirma el hombre, de 43 años.
Como líder local —es un superviviente de la masacre ocurrida en Kalimantán en 1999 contra miembros de su etnia, procedente de la isla de Madura—, forma parte del primer grupo de personas elegidas para vacunarse, con el objetivo de que su ejemplo persuada a la población de sus beneficios. El encargado de dar el pistoletazo de salida a la masiva campaña de la cuarta nación más poblada del planeta, con 270 millones de habitantes, fue el presidente indonesio, Joko Widodo. “La vacuna es importante para romper la cadena de transmisión de la covid-19, protegernos y ayudar a la economía indonesia a recuperarse”, enfatizó este miércoles Widodo —Jokowi— tras vacunarse en el palacio presidencial.
Indonesia padece una situación acuciante; el país registra récords diarios de contagios y fallecimientos, con cerca de 25.000 muertes y 860.000 infecciones hasta la fecha. Su campaña de vacunación gratuita, que utiliza de momento las dosis de la compañía biofarmacéutica china Sinovac Biotech —CoronaVac— arrancó este miércoles, destinada a los trabajadores expuestos a mayor riesgo, entre ellos sanitarios, y a líderes políticos y tribales, como Subro, con una novedad. A diferencia de otros países, que han priorizado a la población anciana para las inoculaciones, Indonesia dará preferencia a los ciudadanos de entre 18 y 59 años. En total, pretende inocular el antídoto a 181,5 millones de personas en 15 meses, alrededor del 67% de su población.
El ministro de Salud indonesio, Budi Gunadi Sadikin, defendió la estrategia insistiendo en que se trata de “proteger a aquellos que tienen más probabilidades de contagiarse y transmitirlo. Nos estamos centrando en la gente cuyo trabajo le obliga a ver a muchas personas, como conductores de motocicleta, policías… No se trata solo de preservar la economía, sino de proteger a los indonesios”, aseguró. No obstante, se desconoce todavía si las vacunas impiden el contagio y transmisión del virus, además de prevenir el desarrollo de síntomas.
Indonesia, país donde la población presenta una edad media de 31,1 años y donde además de la alta precariedad hay muchos que empleos que no se pueden realizar desde casa, experimentó el pasado año su primera recesión desde la crisis asiática de 1998. Si bien la necesidad de mantener a su población joven activa es perentoria, los principales motivos por los que las personas más mayores tendrá que esperar parecen ser otros. Se trata de uno de los seis países donde Sinovac ha llevado a cabo la tercera fase de sus ensayos clínicos —ante la dificultad de realizarlos en China por la escasez de casos allí—, y solo la ha probado en la población joven (18-59 años), donde ha observado una efectividad del 65,3%. Alrededor de 1.620 voluntarios se sumaron a los ensayos en agosto, a la vez que el Gobierno se aseguraba el suministro de 125 millones de dosis de la vacuna y la posibilidad de otros 100 millones en el futuro. De momento, 18 millones de dosis han sido entregadas.
“Personalmente, no estoy del todo de acuerdo con la estrategia de priorizar a los jóvenes”, afirma Panji Hadisoemarto, experto en Salud Pública de la Universidad Padjadjaran de Indonesia. “Aunque es la mejor opción actual, ya que la vacuna solo se ha probado en ciudadanos de entre 18 y 59 años, Indonesia podría haber adquirido otras antes o considerado ensayos más extensos que involucraran a los ancianos. Ahora se debería al menos empezar a vacunar a los de 59 y partir de ahí hasta los más jóvenes”, agrega el docente.
De momento, se espera a que la agencia para el control de los alimentos y medicamentos indonesia (BPOM, por sus siglas en inglés) determine si la vacuna puede ser utilizada de forma segura en pacientes de edad más avanzada. Aunque los mayores de 60 años solo representan el 10% de la población indonesia, suponen hasta el 39% de los fallecimientos. Indonesia no ha aclarado cuándo comenzarán a recibir las inyecciones, que tal vez no serán las de Sinovac, sino las de Pfizer o AstraZeneca, de las que Indonesia también espera recibir cerca de 330 millones de dosis a partir de abril, según ha anticipado el ministerio de Salud.
No solo la decisión de priorizar a los jóvenes ha sido controvertida. La utilización de la vacuna de Sinovac ya es lo de por sí, ante la disparidad de resultados publicados sobre su efectividad en función de los países donde se ha probado, con Brasil asegurando este miércoles que tiene una eficacia ligeramente superior al 50%. Pese a que Hadisoemarto cuestiona la decisión de Indonesia de requerir dosis de dicha vacuna antes incluso de que se llevara a cabo la última fase de los ensayos, cree que sus características son adecuadas para su país. Sobre todo, porque solo tiene que ser conservada a entre 2 y 8 grados.
“Considerando la geografía de Indonesia (país formado por más de 17.000 islas), sería muy costoso construir la infraestructura necesaria para preservar la de Pfizer o Moderna (que necesita temperaturas de entre -60 y -80 grados centígrados). (La de Sinovac) es lo suficientemente buena. No es la mejor, pero es aprovechable. Ayudará”, confía el experto.
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