Comienza el desalojo del hotel de Tenerife en cuarentena por el coronavirus
En última instancia, en el interior del 'resort' solo quedarán los seis turistas italianos amigos de los cuatro casos positivos
Un hecho inédito en la historia de la isla de Tenerife está camino de llegar a su fin. El encierro de las más de 1.000 personas en un hotel por el riesgo al que estuvieron expuestas al tener contacto con cuatro turistas italianos que dieron positivo en la prueba del coronavirus comenzó a relajarse este viernes, cuando se autorizó la salida de 140 personas que estaban aisladas en el interior desde hace cinco días.
En las siguientes horas saldrán los autorizados, mientras queda pendiente qué pasará con el resto de hospedados, unos 500. La idea de las autoridades españolas era vaciar el hotel en los próximos días, pero la embajada británica, de donde son gran parte de los clientes, ya les ha avisado a sus ciudadanos que su estancia en España podría prolongarse hasta el 9 de marzo, ya que las aerolíneas y los touroperadores quieren que pasen una cuarentena de al menos 14 días antes de volar de regreso a casa.
En realidad, no son los primeros en abandonar el encierro. Ayer, jueves por la noche, pudieron irse a casa nueve turistas canarios, ocho adultos y un bebé, que llegaron al resort cuando el primer contagiado ya se encontraba en el hospital sometido a pruebas, por lo que tuvieron menos posibilidades de haber sido infectados.
Los empleados del hotel, exhaustos tras una situación de emergencia que los ha llevado a trabajar jornadas largas y sin relevo, también han ido saliendo a cuentagotas. Los médicos les han pedido, no obstante, que den la voz de alarma si comienzan a sentirse mal. Por ahora, las autoridades no han encontrado otro caso positivo en el H10 Costa Adeje Palace, un resort de 400 habitaciones, más allá de los cuatro primeros. Los seis amigos restantes que componían ese grupo de 10 que vino a pasar unos días de vacaciones en Adeje, en el sur de Tenerife, continuarán aislados.
En breve, si todo transcurre como planean las autoridades, serán los únicos habitantes de un lugar fantasma. El personal sanitario ha tratado con ellos enfundados en trajes especiales y su contacto con el resto de huéspedes se ha reducido a cero. Ninguno de los seis presenta síntomas, al igual que tres de los contagiados. Solo el primer positivo, un médico, tenía fiebre y malestar general. De todos modos, la vida de ninguno de ellos corre peligro.
El hotel, desde el lunes, quedó sellado al exterior. El Gobierno canario necesitó la autorización de un juez, que no dudó en avalar la cuarentena. Los que quedaron atrapados dentro tenían por delante un enclaustramiento sin fecha de caducidad. Los que no presentaban síntomas podían hacer vida normal dentro del hotel —siempre que no se acercaran a la zona especialmente protegida—. Desde el exterior podía verse a turistas bañándose en la piscina y tomando el sol, eso sí, con las mascarillas puestas. Sin embargo, los que no se encontraban bien debían permanecer dentro de sus habitaciones. Han sido evaluados por médicos dos veces al día. Esos médicos, acompañados por traductores para hacerse entender con los viajeros de 25 nacionalidades distintas, también iban protegidos con ropa especial que, nada más salir, desechaban.
"Un primer grupo de 130 personas ya está saliendo. No salen todos de golpe. Solo en pequeños grupos", explicó una fuente del Gobierno de Canarias, que ha tenido un año especialmente intenso en emergencias. La nueva corporación, que tomó posesión en agosto, ha tenido que gestionar una crisis de incendios en las islas, un apagón eléctrico en toda la isla de Tenerife, la peor calima que se recuerda y, ahora, un foco de coronavirus en un hotel. Hasta ahora, explican los expertos, nunca se había paralizado de golpe la actividad completa de un resort de ese tamaño.
La repatriación de los viajeros corre a cargo de los touroperadores que ellos contrataron. La única excepción son cuatro ciudadanos húngaros que no tienen cómo volver de inmediato. El Gobierno húngaro está planeando ir a recogerlos con un avión militar, pero las autoridades canarias están intentando encontrar una solución menos aparatosa, según fuentes del operativo.
Conscientes de que el turismo es el principal activo de la isla, el alcalde de Adeje y las autoridades autonómicas se han esforzado por darle un buen trato a los turistas, pese a las medidas extraordinarias que se han tomado. Cada día, un hotel vecino preparaba el catering para los atrapados y era constante el ir y venir de camiones que abastecían al interior de esa pequeña ciudad sin salida en la que se había convertido el hotel. Los empleados que se quedaron dentro en el momento del bloqueo han tenido unas jornadas maratonianas. Este viernes recibirán un reconocimiento del presidente canario, Ángel Víctor Torres.
"Ese hotel deberá cambiarse el nombre", especulaban los vecinos que se asomaban a comprobar el resort por fuera, como el que vislumbra un castillo asediado. Sin embargo, antes de marcharse, los clientes felicitan a la dirección del hotel y a sus empleados, según un miembro del operativo. "Muchos de ellos han asegurado que volverán a este pueblo y este hotel. A veces lo más importante es cómo te tratan en tiempos de adversidad".
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