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Columna
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La revolución del post ‘baby boom’

Después de los nacimientos masivos vendrá la drástica desaparición de varias generaciones, una realidad pocas veces analizada

Málaga (España) Marbella 29/09/2010 Reportaje sobre la saturación urbanística de la localidad de Marbella (Costa del Sol). En la foto, vista de varias viviendas y yates en Puerto Banús.
 Foto: García-Santos
Málaga (España) Marbella 29/09/2010 Reportaje sobre la saturación urbanística de la localidad de Marbella (Costa del Sol). En la foto, vista de varias viviendas y yates en Puerto Banús. Foto: García-SantosGarcía-Santos (El País)
Gabriela Cañas

Pocas veces se plantea una cuestión evidente sobre el baby boom, ese fenómeno caracterizado por un alza sin precedentes de la natalidad en apenas dos décadas: ¿Qué pasará cuando esas generaciones empiecen a morir? ¿Qué desafíos tendrán que afrontar los políticos cuando las poblaciones europeas se reduzcan drásticamente? ¿Recomendarán los expertos elevar las pensiones? Estamos acostumbrados a analizar nuestro próximo futuro, pero debido quizá a la cortedad de las legislaturas, miramos con luces cortas. De ahí, por ejemplo, la dificultad de convencer a la gente de que actuar contra el cambio climático exige algo más que palabras y buenas intenciones.

En España, al final de esta legislatura, aun en el caso de que solo durase dos años, las generaciones del baby boom empezarán a jubilarse produciendo una entrada masiva en el sistema de pensiones en muy poco tiempo. Las secciones de información económica alertan sobre ello. Hablan de desequilibrio, sostenibilidad y factura inasumible. Pero ¿y después? ¿Qué pasará? ¿Acaso nuestro modo de vida está preparado para perder población y, en consecuencia, ver cómo se contraen las economías? El crecimiento económico infinito no podrá seguir siendo la panacea. ¿Habrá que modificar nuestros parámetros?

Michèle Delaunay, una política francesa, médica de profesión, ha abordado el asunto en un libro titulado El fabuloso destino de los babyboomers con un enfoque positivo que invita a romper moldes. Porque, efectivamente, esas generaciones representan un desafío para los sistemas públicos de pensiones, pero también son la mejor expresión de las inmensas conquistas sociales de los Estados de bienestar.

La jubilación masiva del baby boom no solo se debe a que en España, entre 1958 y 1978 nacieron más niños que nunca (unos 14 millones). Es consecuencia, fundamentalmente, de la bajísima tasa de mortalidad infantil, nunca alcanzada antes de los años cincuenta del siglo pasado. Aquellos niños hoy mayores se van a jubilar en buena forma física en términos relativos porque globalmente el envejecimiento y la invalidez se han pospuesto 20 años respecto a generaciones anteriores.

En España, muchos perciben negativamente el retraso de la edad legal de jubilación a los 67 años. Eso significará que tendrán que seguir activos más tiempo, aunque no lo deseen, para acceder a la pensión completa. Pero lo cierto es que para otros muchos retirarse a la edad legal es una opción demasiado temprana porque preferirían estar activos, porque se sienten bien y capacitados, porque desarrollan una actividad que les gusta (quizá diferente a la profesional) y a la que, objetivamente, aportan experiencia y veteranía.

Hay que ampliar el foco. Bancos y organismos oficiales aportan una visión rígida y una única receta: reducir las pensiones frente a jóvenes mal pagados que sufren tantas dificultades para incorporarse al mercado laboral. La desaparición masiva de las generaciones del baby boom demuestra que se necesita aplicar más flexibilidad frente al sistema capitalista actual, explotador y cortoplacista, culpable en parte de la bajísima natalidad europea. Mirar un poco más allá puede descubrirnos que el baby boom no es una losa, que su aportación es importante también para los jóvenes y que la perspectiva de su desaparición obliga a abrir las puertas a políticas natalistas, a la inmigración, a una mayor flexibilidad y, sobre todo, a la imaginación para modificar el sistema.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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