Condenadas a 99 años de prisión cinco personas de una red de prostitución y trata de mujeres
Uno de los procesados ejercía de brujo e intimidaba a las víctimas con vudú
"Aquí cuando un cliente te coge nunca te hará daño". Esta es una de las frases grabadas por la Policía a los integrantes de una red de trata y prostitución en Tenerife, entre cuyos miembros había uno que ejercía de brujo y que intimidaba a las víctimas con vudú. Los cinco integrantes de la trama han sido condenados a penas que suman 99 años de prisión.
En la sentencia de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife, a la que ha tenido acceso EL PAÍS, se considera probado que los acusados constituían una trama criminal que captaba a mujeres en Nigeria y las obligaba a trasladarse, en ocasiones a pie, hasta Libia, desde donde cruzaban el Mediterráneo en patera hasta Italia. Después eran trasladadas en avión hasta Madrid y finalmente al sur de Tenerife, donde eran obligadas a ejercer la prostitución para pagar una deuda de 30.000 euros. También fueron llevadas con el mismo fin a Benidorm (Alicante).
Durante el juicio, celebrado el pasado mes de noviembre, testificaron tres víctimas. Los condenados imponían a las mujeres, según indica la sentencia, condiciones claramente abusivas: carecían de descanso semanal, desarrollaban jornadas continuadas entre las ocho de la tarde y las siete de la mañana, carecían de la posibilidad de relacionarse o de desarrollar cualquier actividad lúdica, vivían en una infravivienda hacinadas, donde dormían sobre colchones colocados en el suelo y en condiciones higiénicas "lamentables". Debían dedicar la totalidad del dinero que ganaban con la prostitución al pago de su manutención y de la deuda que les reclamaban sus explotadores.
La brutalidad a la que eran sometidas las víctimas se evidencia en los pinchazos telefónicos realizados por la Policía Nacional. En las transcripciones, se trata a las mujeres como si fuesen ganado. Una de las cabecillas de la organización, Linda Osagie —conocida en como “Mama Blessing”— era la encargada de alojar en un piso en Madrid a las mujeres y tramitar las solicitudes de asilo antes de enviarlas a los destinos previstos para ser prostituidas. En los pinchazos telefónicos Osagie se pone en contacto con un brujo Vudú nigeriano expresando su preocupación por la resistencia de una de las víctimas. “He gastado mucho dinero, dinero que podría usar para construir una casa de ocho habitaciones, he gastado mucho en ella”, señala Osaige. El brujo le recomienda intimidar más a la víctima.
En la sentencia se explica cómo esos rituales se realizaban tanto a la salida de Nigeria como en España. En esos ritos se utilizaban muestras de su cabello, vello púbico y trozos de uñas de la mujeres afectadas. Las víctimas asumían el compromiso de trabajar para la organización criminal, de pagar la deuda y de no acudir a la Policía, bajo la pena se sufrir "terribles desgracias personales y familiares”.
Los investigadores calculan que las víctimas podían recaudar entre 2.500 y 3.000 euros al mes ejerciendo la prostitución.
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