España carece de normas para combatir el virus en el aire
Con el debate científico abierto sobre la transmisión por aerosoles, las autoridades sanitarias solo hacen recomendaciones. Los expertos piden más directrices
Manos, metros y mascarilla. Las tres emes son la clave, repiten las autoridades sanitarias, para combatir la pandemia: lavarse las manos, mantener la distancia social y ponerse el cubrebocas. Les ha faltado, sin embargo, hacer hincapié en la uve, de ventilación. El coronavirus también está en el aire y, además de posarse en superficies o saltar a otro a través de las gotículas que expulsa un infectado por la nariz o la boca, puede quedar suspendido en el aire (en forma de aerosoles) durante un tiempo e infectar. Para combatir esta vía de contagio, cuya magnitud de transmisión aún está en discusión entre la comunidad científica, no hay directrices severas más que ventilar bien los espacios cerrados y optar por los exteriores. Tampoco hay un plan para cuando arrecie el frío. Los expertos advierten de que falta concretar cómo se deberían acondicionar los sitios cerrados para evitar los aerosoles y algunos avisan de que las medidas pueden tener un impacto socioeconómico elevado.
Es difícil poner coto a una vía de contagio que ni las propias autoridades sanitarias terminan de aceptar. Mientras algunos científicos ven evidencias “abrumadoras” de transmisión por aerosoles, la Organización Mundial de la Salud y los centros de control de enfermedades (ECDC y CDC) se muestran más cautos. Asumen esta transmisión en procedimientos médicos que generan aerosoles, como una intubación, y no descartan que sea una vía más de contagio en contextos muy específicos (lugares cerrados, con aglomeraciones y mala ventilación). Pero insisten en que la principal forma de transmisión es a través de gotículas de mayor tamaño que exhala el infectado y alcanzan a un contacto estrecho.
Con el debate científico abierto, las autoridades sanitarias tampoco toman cartas en el asunto más allá de hacer meras recomendaciones. El real decreto del 9 de junio contempla “adoptar medidas de ventilación” en los centros de trabajo con arreglo a los protocolos que se establezcan. El Ministerio de Sanidad ha elaborado una guía de recomendaciones —que no órdenes— para el mantenimiento de los sistemas de climatización y ventilación en edificios y locales para prevenir la transmisión de la covid-19. El documento, actualizado el 30 de julio, apunta que el aporte de aire exterior debe ser “siempre el máximo que permita el sistema que atienda el edificio”. Por ello, se debe “reducir o eliminar en lo posible la recirculación de aire en los equipos” de ventilación y abrir las ventanas si el espacio cerrado no cuenta con ventilación mecánica.
“Aunque pueda generar cierto disconfort por las corrientes de aire, o sensación térmica, el beneficio de la renovación de aire por ventilación cruzada está demostrado para bajar las tasas de contaminantes de las estancias. Incluso en edificios con ventilación mecánica es recomendable realizar una ventilación regular con ventanas”, reza el documento, que admite que las medidas “tendrán un impacto en los costes de operación del edificio, como por ejemplo un mayor consumo energético”. Cuando se registra un positivo en un espacio cerrado, se recomienda, además de desinfectar la zona, ventilar esa estancia durante, al menos cuatro horas.
Más allá de las recomendaciones, los expertos señalan que se está haciendo muy poco para contener la transmisión por aerosoles. “Se ha hecho mucho menos hincapié en el tema de la ventilación. Para los bares, por ejemplo, hay filtros de aire de alta eficiencia que filtran el virus, pero la mayoría no los tiene. Y muchos equipos de empresas grandes, como los mataderos, reciclan el aire frío”, ejemplifica Salvador Peiró, epidemiólogo de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunidad Valenciana. “La gran mayoría del esfuerzo debería ser en interiores. Ahí es dónde se están produciendo la gran mayoría de los contagios y ahí es donde se deberían limitar más las actividades y ventilar mejor, todo lo que se pudiera”, explicaba en una entrevista a EL PAÍS José Luis Jiménez, profesor de Química en la Universidad de Colorado y uno de los científicos que defiende la importancia de la transmisión aérea.
Pese a saber que el riesgo de contagio en interiores puede ser hasta 20 veces mayor que en la calle, se cierran parques y se mantienen casi los mismos aforos dentro de los bares (50%) que fuera (60%). “Eso no tienen ningún sentido. Entiendo que se trate de disuadir las aglomeraciones, pero no tiene razón epidemiológica”, valora Daniel López-Acuña, exdirector de Acción Sanitaria en Crisis de la OMS. “Cerrar parques no tiene ni pies ni cabeza. Hay que ser más estricto y restrictivo en interiores”, coincide Alberto Infante, profesor emérito de Salud Internacional de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III.
Con todo, no hay un plan más allá de ventilar los espacios cerrados. Ejemplo de ello son los colegios, que han dado la primera señal de alerta. Ahora que llega el frío, y a falta de purificadores de aire en las aulas o sistemas de ventilación adaptados, por ejemplo, toca abrir las ventanas. Sanidad defiende que en su protocolo para las escuelas ya se contempla la importancia de la ventilación. Se recomienda, de hecho, ventilar al menos durante 10 o 15 minutos al inicio y al final de la jornada; durante el recreo y entre clases. Y señala que las ventanas tendría que estar abiertas “todo el tiempo posible”.
Los expertos consideran esto insuficiente. “Colegios que ventilan cuando no hay niños, de noche, eso no vale. Tiene que ser cuando están en clase. Ventanas abiertas y calefacción a tope. Y abrigos si hace falta. Hay que crear corrientes de aire”, apunta Peiró. “Lo más eficaz es hacerlo todo afuera. Todas las ciudades deberían tener los parques divididos en espacios para escuelas, gimnasios, repartirse lo que se pueda”, indicaba Jiménez.
En Estados Unidos, el protocolo para las escuelas prevé el uso de depuradoras con filtro HEPA. En Alemania, los ministros de Educación de los länder decidieron optar por la ventilación natural —se ventila el aula cada 20 minutos abriendo las ventanas durante cinco minutos— y en la región de Baviera instalarán depuradoras de aire con filtros y sensores de CO2 en zonas escolares con mala ventilación.
Impacto socioeconómico
Algunos especialistas sostienen que el impacto socioeconómico de aceptar la importancia de la transmisión aérea y aplicar medidas específicas para combatirla sería muy elevado. “Tanto la OMS como las agencias reguladoras también tienden a pensar en el impacto socioeconómico de las medidas. Las implicaciones económicas y sociales son importantes”, apunta Peiró. Y pone un ejemplo: “Quizás nos obligaría a cambiar de mascarilla. Las FPP2 filtran más aerosoles. Y estaremos empujados a tener mascarillas mejores, más caras y más difíciles de encontrar, no tanto en Europa, pero sí en los países en vías de desarrollo”.
Hay otros expertos, sin embargo, que consideran que las medidas que hay son suficientes y, en cualquier caso, de tener que aplicar más directrices a causa de la transmisión por aerosoles, no supondría un gran dispendio. “Las medidas no se alteran en lo sustancial. Cambia el énfasis en la ventilación y la vigilancia estricta de los sistemas de aire acondicionado, pero en circunstancias ordinarias, la protección es la suma de factores: privilegiar espacios al aire libre, evitar los cerrados y aglomeraciones, ventilar, mascarilla y lavado de manos”, zanja Infante. “No hay nada nuevo que aportar. Los sistemas de aire acondicionado o las bombas de calor no entrañan riesgo adicional. Se trata de tener un buen mantenimiento de las instalaciones siempre, desde antes de la pandemia”, insiste José María Ordóñez, portavoz de la Sociedad Española de Salud Ambiental.
En lo que no hay lugar a dudas es en la necesidad de concretar las directrices sobre la ventilación de los espacios cerrados. “Es muy probable que haya que revisar las recomendaciones. La transmisión por aerosoles tiene serios problemas en el ámbito laboral, nos plantea un riesgo mayor en centros de trabajo. No estamos totalmente preparados y es urgente convocar a grupos de expertos en ventilación para establecer qué medidas serían idóneas para proteger espacios cerrados de la transmisión aérea”, expone López-Acuña. “Hay que homogeneizar pautas”, tercia Ordóñez. Y más pedagogía social: sin dejar de tener en cuenta las tres emes, prestar más atención a la uve.
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