23 años de cárcel para un maltratador por asesinar a su expareja “por su condición de mujer”
La Audiencia de Sevilla aprecia como agravante que el condenado acuchillara a la víctima para “demostrarle que como mujer era inferior y debía aceptar sus imposiciones”
El 23 de octubre de 2018, Enrique R. B, conocido como El Quique, se agazapó en el hueco de la escalera que separaba su piso ―en la barriada sevillana de Los Pajaritos― del de Fátima, con quien había mantenido una relación, a esperar a que llegara de dejar a su hija de 15 años en el instituto. Allí la sorprendió y la acuchilló hasta matarla. Cuando terminó se deshizo del cuchillo y acudió a un hospital para curarse las heridas que se había hecho en las manos, donde fue detenido por la policía. Dos años después, ha sido condenado a 23 años de prisión por asesinato. En el fallo, los magistrados de la Audiencia Provincial de Sevilla aprecian como agravante “la condición de mujer” de la víctima. “Con su actuar Enrique estaba negando a F., por ser mujer, la autonomía y capacidad suficientes para decidir cuándo y con quién mantener una relación, pretendía lisa y llanamente demostrarle que, como tal mujer, era inferior y debía aceptar sus imposiciones por ser el varón”, argumentan en la sentencia.
Fátima, según los testimonios de los vecinos y lo que se declaró en el juicio, había mantenido una relación con su asesino a la que ella puso fin en 2017, tras haber sufrido malos tratos por su parte. Una circunstancia que denunció, pero a la que no se puso remedio pese a que vivían en el mismo edificio y que El Quique, además de otros antecedentes penales, contaba con otras cuatro denuncias por malos tratos de cuatro mujeres diferentes y tuviera una orden de alejamiento de otra chica de Córdoba.
Tras haber permanecido un tiempo en prisión, Enrique regresó a su piso de Sevilla, justo debajo del de su expareja. A él no pareció gustarle que ella hubiera iniciado otra relación y empezó a acosarla a través del teléfono móvil, llegándole a enviar una carta por debajo de la puerta, según declaró en el juicio la prima de Fátima, que vivía con ella. La mujer “tenía algo de miedo y estaba realizando activas gestiones para cambiarse de vivienda”, indican los jueces.
Esas presiones suman a la hora de que el tribunal haya tenido en cuenta la agravante de discriminación por razón de género. “Enrique actuó con ánimo discriminatorio, como muestra el control que pretendía ejercer sobre aquella, negándole capacidad de decisión y pretendiendo que debía aceptar su imposición y reanudar la relación, en base al mero hecho de ser mujer y ser él, como varón, el único que podía decidir sobre tales extremos”, se señala en el fallo. “El asesinato no es sino el último acto del acusado en ese intento de someter y dominar a F. por su condición de mujer, contexto en el que se ubican los mensajes, llamadas y cartas que le remitió para reanudar su relación así como las actitudes de control personal aprovechando que residían en el mismo edificio”, concluyen los magistrados.
Además de la agravante de género, los jueces han apreciado otra de parentesco, al haber sido pareja con anterioridad. Los hijos de Fátima siguen, desde que fue asesinada, bajo la tutela de la Junta de Andalucía. Su padre, al que también había denunciado la víctima por malos tratos, estaba en prisión cuando fue asesinada y fue expulsado del territorio nacional el 13 de noviembre de 2018. El fallo impone a El Quique la obligación de indemnizar con 230.000 euros a los menores.
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