La baja tasa de vacunación provoca brotes de polio en Sudán y Yemen
Los problemas de acceso a la población debido a los conflictos y ahora por la covid-19 dificultan la lucha contra la enfermedad
Tras la erradicación oficial del poliovirus salvaje de África el pasado 25 de agosto, solo quedan dos países en el mundo, Afganistán y Pakistán, donde este sigue circulando. Sin embargo, dos nuevos brotes de poliomielitis derivada del virus vacunal, en Sudán y Yemen, vienen a recordar que la larga batalla contra esta enfermedad no ha terminado todavía y que las dificultades de movimientos de los agentes de salud y, por tanto, las bajas tasas de vacunación a causa de los conflictos armados y ahora por la pandemia de covid-19 suponen un riesgo frente al rebrote de otras enfermedades.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) han alertado este viernes, mediante un comunicado, de que estos dos brotes, “los primeros de polio en la era de la covid-19 en esta región”, están directamente relacionados con las dificultades para ofrecer asistencia sanitaria en zonas de conflicto e inestables. “La pandemia ha causado un grave descenso en las tasas de vacunación y ha aumentado las interrupciones de la atención sanitaria, que ya se producían debido a la inestabilidad y los conflictos armados”, aseguran.
La vacuna oral contra la poliomielitis, que se administra a niños menores de cinco años, contiene una forma atenuada del virus que activa el sistema inmunitario. Este patógeno es excretado por los menores y, en lugares con mal saneamiento, sirve para que llegue a otros niños a través de las heces y refuerce aún más su inmunidad. Sin embargo, en aquellas zonas donde hay una baja tasa de vacunación el virus no acaba desapareciendo sino que circula durante mucho tiempo y, en ocasiones, puede llegar a mutar y desarrollar de nuevo la capacidad de producir parálisis. Esta es la poliomielitis derivada de la vacuna que está afectando ahora a Sudán y Yemen.
Los dos brotes tienen contextos similares. En el caso sudanés, que vivió el último caso de polio salvaje en 2009, los esfuerzos en vacunación se enfrentan a retos como los desplazamientos de la población, tanto los que son fruto del nomadismo como los que tienen su origen en conflictos armados, y la existencia de zonas a las que los agentes de salud no pueden llegar a causa de la violencia. En Yemen, los nuevos casos se concentran en una sola área, la gobernación de Sa’adah, en el noroeste del país, que es inaccesible para el programa de vacunación contra la polio desde hace dos años debido a la guerra.
“La covid-19 ha venido a empeorar la situación, pero los problemas de acceso a los niños estaban ahí desde antes y se han agudizado en los últimos dos años”, asegura Juliette Touma, portavoz de Unicef en Oriente Medio y África del norte. “Ya sea la polio salvaje o la polio derivada de la vacuna la única opción que tenemos de acabar con ella es mediante la inmunización y para eso tenemos que llegar a todos los rincones, a todos los niños. Estamos lanzando un mensaje de alerta: si los humanitarios que tienen el conocimiento y la experiencia para vacunar no pueden llegar, la polio no sabe de fronteras y seguirá resistiendo”, añade.
El Gobierno de Sudán acaba de firmar un acuerdo de paz con cinco grupos rebeldes con los que combatía en varias regiones, como Darfur, el Nilo Azul y Kordofán del Sur, y la portavoz de Unicef confía en que dicho pacto facilite algo las cosas. “Todo tratado de paz es bienvenido si eso nos permite acceder a los niños y mejorar su salud. Tenemos esperanzas”, comenta Touma, para quien los brotes de polio en Sudán y Yemen son un ejemplo de cómo no se pueden descuidar otras enfermedades en periodo covid-19. “También es agua, saneamiento, asistencia sanitaria. Las partes en conflicto deben dejarnos hacer nuestro trabajo y esto es crítico en tiempos de pandemia”, remata.
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