El panameño que usa la cuarentena para visibilizar la lucha trans
La decisión del Gobierno de Panamá de dejar salir a hombres y mujeres a la calle en días alternos durante la cuarentena ha generado un miedo adicional a los transgénero del país
Para Pau González, un hombre transgénero panameño de 35 años, los obstáculos son oportunidades. Aunque su acta de nacimiento lo define como mujer, él nunca se sintió conforme con ello y desde muy joven vivió el proceso de descubrimiento de su identidad como una yincana en la que ha ido sorteando barreras a golpe de creatividad y sumando aliados, como su madre, quien ha viajado con él por América Latina a conferencias de diversidad sexual, o su jefe, que los acompaña a ambos a las marchas del orgullo gay. Ahora, con un cambio de nombre -pero no de género- en su documento de identidad, y un proceso de transición en marcha que tuvo que emprender en el extranjero a falta de médicos que pudieran hacerlo en su país, está usando la cuarentena para visibilizar las luchas de su comunidad en Panamá.
“La pandemia ha resaltado las desigualdades existentes aún más”, afirma González en una entrevista por videollamada. En un país donde las leyes no reconocen el matrimonio igualitario ni hacen referencia a la diversidad sexual, el activista cree que la crisis del coronavirus, al menos, está visibilizado la existencia de personas como él. El 1 de abril, el Gobierno de Panamá implementó un sistema de salidas a la calle por género para combatir la expansión del coronavirus. La medida permitía que las mujeres salieran los lunes, miércoles y viernes y los hombres los martes, jueves y sábados.
Esa división puso en un serio conflicto a quienes se identifican con un género distinto al que reflejan sus cédulas. Organizaciones de derechos humanos han denunciado la detención de personas transgénero por parte de policías y guardias de seguridad que los acusaban de estar violando la cuarentena. “Cuando pusieron la norma, me sentí muy mal, muy triste, me encerré, me puse a llorar”, recuerda González, quien trabaja como asistente ejecutivo en una empresa de bienes raíces. “Los abogados nos recomendaron cumplir la ley, pero desde el 1 de abril se llevaron presa a una chica trans que salió de acuerdo a su identidad y detuvieron a otro chico trans. No lo llevaron preso porque estaba saliendo de acuerdo a la cédula, pero no le dejaron entrar al supermercado a comprar alimentos. El policía le dijo que lucía hombre y que no entendía”.
Tras la frustración inicial, el activista decidió hacer lo que siempre ha hecho ante las adversidades. Echó mano de su lema “de cada reto una oportunidad” y elaboró un informe con los casos de discriminación durante la cuarentena con base en el sexo que envió a varios departamentos del Gobierno de Laurentino Cortizo. Además, se involucró en una línea de prevención de suicidio para ayudar a las personas transgénero y organizó una reunión con dueños de supermercados para hacerles saber la situación de los miembros de su comunidad a causa de la cuarentena. “Logramos hacer dos talleres virtuales para todo el personal administrativo (de esas tiendas) de por qué no deberían discriminar. Involucré a la Defensoría del Pueblo, a un abogado aliado y dimos estas capacitaciones”, dice sonriente.
González comenzó su activismo en 2016 después de viajar a Colombia para su proceso de transición porque en Panamá no había doctores que pudieran atenderle. Al regresar, se presentó en las oficinas del Ministerio de Salud con otros dos hombres en la misma situación para pedir que su país también ofreciera atención sanitaria especializada a personas transgénero. Después, crearon una página de Facebook que no tardó en convertirse en la organización Hombres Trans Panamá. “Fue como algo social, pero lo personal se vuelve político: aprender a defenderse, a exigir y a luchar para que reconozcan nuestra existencia”, afirma el activista.
La siguiente lucha vino asociada a su cambio de nombre en la cédula de identidad, un proceso que en teoría está abierto para cualquier persona mayor de 18 años en el país centroamericano, pero que, según dice, en el caso de los hombres transgénero parecía casi imposible. González se convirtió en el primer varón trans en cambiar de nombre legalmente en el país, pero aún no ha conseguido el siguiente paso: que su documento de identidad diga que es hombre. “La ley ahora mismo en Panamá establece que para poder hacer ese cambio tienes que pasar por un médico forense que te haga un examen físico que determine cuál es tu sexo. Esto va en contra de la dignidad humana. Es un trato humillante, denigrante y tirando a la tortura”, sostiene González.
“Hasta hoy todavía no podemos hacer el cambio de marcador y con las salidas binarias de la cuarentena todo es mucho más difícil. Ya casi voy para tres años de transición y a mí la gente me trata de él”, añade quien confiesa que, aunque en las últimas semanas la población se ha relajado con las medidas de la cuarentena, aún teme que le puedan detener si sale a la calle. La situación ha generado críticas de organizaciones internacionales como Human Rights Watch. Su director para las Américas, José Miguel Vivanco, envió una carta al Gobierno panameño en abril para exigir que las medidas de la cuarentena respeten “la dignidad de las personas transgénero”.
Panamá debe autorizar de manera expresa que las personas transgénero pueden cumplir la cuarentena en función de su identidad o expresión de género, o bien, directamente, eliminar el factor de género de las medidas sobre cuarentena
— José Miguel Vivanco (@VivancoJM) July 13, 2020
Informe de @hrw_espanol:https://t.co/YOb0GLcTTc
Por el momento, ni las estrategias de los activistas ni la presión internacional han conseguido un cambio en las medidas de la cuarentena. Pero las autoridades panameñas han emitido dos comunicados en los que instan a respetar la identidad de género y rechazan la transfobia. “Por lo menos el Gobierno nos mencionó. Nunca había mencionado a la comunidad trans”, celebra González. “Lo mejor es que nos visibilizamos lo suficiente para que reconozcan que existimos y para que vean que no estamos pidiendo favores, sino exigiendo nuestros derechos como seres humanos que somos con base y fundamentos”.
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