Ámsterdam cierra calles y regula la afluencia peatonal en el centro para garantizar la distancia de seguridad
En el Barrio Rojo, reabierto desde el pasado 1 de julio, se puede circular en una sola dirección a partir de las 18.00 el viernes y el sábado
El temor a una segunda ola de coronavirus ha llevado al Ayuntamiento de Ámsterdam a regular temporalmente la afluencia peatonal en el centro urbano. Este fin de semana, dos de las zonas más populares, el Barrio Rojo, famoso por sus ventanales reservados a la prostitución, y la calle de Kalverstraat, situada en la plaza de Dam, uno de los polos turísticos y comerciales, han reducido el número de visitantes. Kalverstraat es una vía dedicada al comercio y la restauración, y hacia las 14.00 del sábado se impuso la circulación de personas en una sola dirección. En el Barrio Rojo se aplicó la misma medida desde la tarde del viernes, y los despistados eran avisados por empleados municipales. Los que se empeñaban en ir en sentido contrario -pocos, según el servicio de apoyo desplegado por el Consistorio- no eran detenidos. La policía supervisaba la situación y había dado instrucciones de evitar en lo posible los arrestos para no causar disturbios.
El fin de semana del 10 al 12 de julio, la concejalía de distrito del centro de la capital de Países Bajos comprobó “el primer flujo importante de visitas desde que el pasado 18 de marzo fueran impuestas las medidas de control de la covid-19”. A medida que se abrían las fronteras con otros países y disminuían las restricciones, además de turistas clásicos había en la ciudad “viajeros que pasaban el día y numerosos coches con matrículas de Alemania, Francia, Bélgica o Polonia, aparcados a lo largo de los canales”, según dijo la concejal Mascha ten Bruggencate. La distancia de seguridad tampoco se guardaba de forma regular, y los turistas se encontraron con que buena parte de los letreros recordando el metro y medio de separación estaban escritos en neerlandés, según mostró un reportaje de la cadena local AT5.
A la vista de la situación, el Ayuntamiento impuso una semana después, este viernes y sábado, a partir de las 18.00 horas, la circulación en una sola dirección en De Wallen, el distrito del que forma parte el Barrio Rojo. Las ventanas que dan nombre al lugar abrieron de nuevo el pasado 1 de julio, y la prostitución, legalizada desde 2000 en Países Bajos, volvió a ejercerse sin restricciones de clientela, pero con un refuerzo de las medidas de higiene. El sábado y el domingo se reguló la afluencia de paseantes en Kalverstraat, “para evitar aglomeraciones y facilitar así las compras”, aseguran fuentes municipales. Está previsto que las medidas se mantengan la próxima semana en el centro de Ámsterdam, y la policía y el Ayuntamiento actuarán en caso de celebrarse fiestas ilegales. También se incrementarán los controles en bares, restaurantes, atracciones al aire libre y otros polos de atracción turística.
Las autoridades sanitarias subrayan que mantener la distancia de seguridad y quedarse en casa ante la presencia de síntomas, además de la prueba diagnóstica son las principales medidas de prevención. Al mismo tiempo, ya solo se informa una vez a la semana de la evolución del virus, y hasta el 14 de julio había en total 6.135 muertes, 51.146 personas han dado positivo, y 11.892 están o han estado hospitalizadas. En Las UCI había este jueves 15 pacientes, cinco menos que el día anterior, que es la cifra más baja desde el inicio de la pandemia a principios de marzo. El Instituto para la Salud y el Entorno (RIVM, en sus siglas neerlandesas) observa alrededor de un centenar de casos a la semana, y también hay brotes, en especial en el entorno familiar y en actividades de ocio. Todas las personas con síntomas de coronavirus pueden pedir un test a los servicios municipales de salud, y entre el 1 de junio y el 12 de julio, se efectuaron 369.287 pruebas: un 1% ha dado positivo.
Por otro lado, el Consejo para la Sanidad Pública y la Sociedad ha señalado que el Gobierno y el RIVM, su principal asesor durante la pandemia, “han trabajado demasiado juntos, algo que no es bueno ni para la política ni para la ciencia”. El Ejecutivo ha dejado en manos de los expertos del RIVM la guía científica independiente. En la práctica, “si el responsable del RIVM dice que será más complicado aplicar la distancia de seguridad en un avión, porque deben mantenerse unos precios razonables, da un argumento político que no le compete”, ha dicho Jet Bussemaker, presidenta del Consejo para la Sanidad Pública.
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