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“Cataluña es la demostración de que los sistemas no están preparados”

La experta en salud pública Helena Legido-Quigley, profesora de la Universidad Nacional de Singapur, cree que falta personal para el rastreo: "Algo se está haciendo mal"

La experta en salud pública Helena Legido-Quigley.
La experta en salud pública Helena Legido-Quigley.
Pablo Linde

Helena Legido-Quigley (Barcelona, 43 años) es profesora asociada de la London School of Hygiene and Tropical Medicine, de la Universidad Nacional de Singapur y visitante de la Universidad de Lleida. Cuando fue a la ciudad catalana a dar clase el año pasado, en época de recogida de la cosecha, ya se sorprendió de la cantidad de inmigrantes con condiciones precarias que veía por las calles. Cree que el crecimiento de casos en Singapur entre trabajadores extranjeros fue un aviso de lo que ocurre ahora en esta provincia que tiene confinados a más de 210.000 habitantes en la comarca del Segriá

Pregunta. ¿Cómo se descontroló la situación en Singapur?

Respuesta. Singapur fue el primer caso en un país donde parecía que estaba controlado. Aunque yo creo que ha habido dos epidemias, la primera se controló, se hicieron test, seguimiento de contactos, estaban muy bien preparados con el SARS. Y luego el descontrol a raíz de empezar las infecciones entre los inmigrantes. Es un caso que se podía prever, pero se le pasó a las autoridades. Afecta a gente que vive en condiciones de hacinamiento. Son unos 300.000 trabajadores que viven en lo que llaman dorms, donde cada habitación la comparten unas 20 personas, con lo que no pueden tener la separación necesaria. Antes de la covid ya preocupaba mucho las condiciones de estas personas en la propagación de enfermedades como la tuberculosis. Como el Gobierno tiene la preparación reaccionó, pero se descontroló la situación, con más de 40.000 casos de inmigrantes. Dicen que está controlado, pero no del todo, siguen teniendo decenas de casos al día todavía.

P. ¿Qué semejanzas ve con lo que ha sucedido en Aragón y Lleida?

R. La semejanza radica en las condiciones de vivienda en hacinamiento. Es diferente en el sentido de que en Singapur la mayoría son trabajadores de la construcción y en Lleida son temporeros. Pero cuando sucedió en Singapur lo primero que pensé es que era algo que podía ocurrir también aquí. En España ya sabíamos que podía pasar. Pero en Lleida es incluso peor: hay gente viviendo en la calle, sin contrato. En Singapur sí tienen que tener permiso de trabajo, así que es más fácil para hacer un seguimiento. Aquí es más complicado porque el trabajador no tiene papeles ni tarjeta sanitaria.

P. ¿Qué se puede aprender de lo que sucedió allí?

R. En Singapur les han aislado en diferentes zonas, en cruceros, en un centro tipo Ifema, en hoteles medicalizados. Han separado a los infectados para hacerles seguimiento. Y test continuos con unidades móviles. La otra parte es que les han dado alojamiento y les han separado. Lo siguiente es cómo los reintroduces a trabajar. España seguramente no lo podría hacer, pero ellos tienen cuatro apps, algo se puede aprender. Si hubiera una aquí no estaría mal. Allí mediante el móvil se hace seguimiento de contactos, de síntomas, pueden acceder a un médico con el teléfono.

Pero la parte que me parece más interesante son las reformas estructurales. El Gobierno se ha comprometido a integrarlos más en la sociedad y construir nuevos edificios. Ha sido un reconocimiento a que no se han hecho las cosas bien. Es lo que tendría que aprender España. Cómo puede ser que esta gente esté viviendo en la calle y trabajando sin contrato. La visión es tremenda.

P. ¿Qué ha fallado en Cataluña?

R. Cataluña refleja que hemos podido contener los brotes pequeños y es la demostración de que si tenemos transmisión comunitaria, los sistemas no están preparados. En Cataluña se ha visto que falta personal, faltan epidemiólogos y expertos en salud pública, no hay suficientes y no se están contratando. Y la coordinación, la recogida de datos, son poquísimos, y están trabajando miles de horas.

Está diciendo el ministerio que en los rastreos se hace una media de cuatro contactos por positivo. En otros países suele ser la media 14. ¿Con cuántos contactos está una persona infectada? Cuatro es poquísimo. Algo se está haciendo mal. Pero da la sensación de que ninguna [comunidad] ha invertido el personal necesario para el rastreo. Hace falta una persona para cada 4.000 habitantes, como tiene Alemania, y ninguna ha hecho esta contratación. Es muy preocupante, no veo ningún sistema [autonómico] con suficiente capacidad. Y sería la mejor inversión que se puede hacer ahora. Porque si no los brotes van a volver a pasar a la comunidad y así sí que no va a venir ningún turista. Las imágenes de Lleida ya se están viendo en otros países y se preguntan qué está pasando.

P. ¿Qué habría que hacer de forma inminente?

R. Pruebas masivas, dar alojamiento a estos trabajadores, porque no todos lo tienen, hacer un seguimiento, y asegurarles que se les va a tratar, que pueden acceder al sistema de salud, darles esa confianza. Y a más largo plazo es muy importante replantearnos como sociedad este sistema de contrataciones precarias. Hay que regular esto. En Singapur, por ejemplo, han reducido a un máximo de 10 por cada dorm. No es ideal, pero es legislar y hacer algo para mejorar la situación.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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