_
_
_
_

El confinamiento fatal de Verónica, rociada con alcohol y prendida fuego

La justicia argentina investiga la muerte de una mujer de 31 años que sufrió quemaduras en el 88% de su cuerpo

Georgina Zerega
Andrea Soulé sostiene un cartel en reclamo por la muerte de su hermana, en Rosario, Argentina.
Andrea Soulé sostiene un cartel en reclamo por la muerte de su hermana, en Rosario, Argentina.

Desde el asiento de atrás del coche de su madre, camino al hospital, Verónica Soulé llegó a musitar: “Me quiere sacar a los chicos”. Estaba en shock y casi ni se movía. Su cuerpo había sido rociado con alcohol y prendido fuego. Se había quemado en un 88%, informaría posteriormente el médico. Una semana después de entrar en las urgencias, la mujer de 31 años murió en un hospital en la ciudad argentina de Rosario. Su novio, un hombre de 32 años a quien la familia de ella y varios vecinos acusan de haberla golpeado durante años, está bajo investigación por el hecho. De momento continúa en libertad, al cuidado de los dos hijos de la pareja, una niña de 12 años y un niño de nueve.

“Mi hermana no se fue, nos la sacaron”, solloza Andrea Soulé, hermana de la víctima, al otro lado del teléfono. La medianoche del 17 de marzo los vecinos de Casas, un poblado de seis cuadras de largo por cuatro de ancho en la provincia de Santa Fe, llevaban un rato escuchando a Verónica y su pareja discutir. Hacía calor esa noche y una de las vecinas tomaba aire en el patio de su casa cuando oyó una explosión seguida de gritos. Graciela, la madre de Verónica, no escuchó nada, pero saltó de la cama como a la una de la madrugada cuando el novio de su hija irrumpió en su casa mostrando sus manos y gritando: "Mire cómo estoy por salvarle la vida a su hija”.

“Él llegó a la casa de mi mamá diciendo que ella se había prendido fuego y que él la había salvado, le preocupaba más que le creyéramos, que la vida de mi hermana", recuerda Andrea. “Entonces mi mamá y mi otra hermana salieron corriendo a buscarla”. Tras recorrer los 50 metros que separan una casa de la otra, la imagen que encontraron era desgarradora. La mujer yacía en el suelo del comedor de su casa sobre un charco de agua mezclada con cenizas. Tenía el cuerpo casi calcinado. "Ella se quemó y estuvo mucho rato ahí. Tenía solamente una bombacha puesta, pero no estaba quemada, estaba impecable. Él le había cambiado la ropa, porque las prendas quemadas estaban tiradas en el baño”, asegura. “No sabemos cuánto tiempo pasó entre el momento en que la prendió fuego y nos avisó”.

La madre y la hermana de la víctima la cargaron a un coche y la llevaron al hospital. La otra frase que Verónica pudo pronunciar en el vehículo fue: “A Cañada no, por favor”. Cañada Rosquín es el pueblo más cercano a Casas con un servicio de emergencia, a unos 10 kilómetros, pero allí viven los padres del novio. “No quería ir allá porque la familia de él tiene mucha influencia”, explica la hermana. Para que se sintiera segura, la madre tuvo que hacer 40 kilómetros, hasta el próximo pueblo con atención sanitaria.

La pareja de Verónica no volvió a aparecer hasta dos días después del episodio, cuando se pasó por el hospital a ver cómo estaba. Un vecino había denunciado ante la policía que la noche de ese 17 de marzo, horas después del hecho, el novio y dos hombres más fueron a la vivienda a “limpiar todo”, cuenta Andrea. “Los vieron cargar la ropa de los chicos, limpiar todo e irse”. Los agentes, que tardaron una semana en tomar la denuncia y que le dijeron a la madre que se vaya y vuelva “cuando esté más tranquila”, peritó la casa semanas después. “Cuando fueron ya no había nada, no estaba ni la botella de alcohol”, dice Andrea. La denuncia de ese vecino, junto a otros que testificaron el comportamiento violento del hombre, forman parte ahora de la causa judicial.

El infierno de Verónica había comenzado cuando ella tenía 15 años, cuando se puso de novio. “Mis padres se habían separado y nosotras vivíamos prácticamente solas. En ese entonces él ya la zamarreaba. Le dejó el ojo negro tantas veces, que ella siempre me decía que se había golpeado con el ropero, y yo le respondía: '¡Qué tonto ese ropero!”. Andrea recuerda incluso que cuando solían estar ellas dos solas con los hijos de Verónica, el niño le preguntaba a su madre: “Mami, ¿esta noche vas a llorar de vuelta?”.

La justicia, ralentizada por la llegada de la pandemia, investigó primero el hecho como un suicidio. Pero tras una fuerte presión de las organizaciones feministas, el fiscal fue relevado y la causa fue llevada a la Fiscalía de Violencia de Género. La carátula de la causa ahora es por femicidio, un delito que contempla pena de perpetua en el país.

La familia insiste en que nunca creyó la historia que contaba el hombre: "Todos sabíamos que le pegaba, vimos lo que le hacía”, dice Andrea. Tras el revuelo, el Gobierno provincial le facilitó a la madre asesoría legal y le puso dos abogadas a su disposición para llevar la querella de la causa judicial. Además, los dos niños, que estaban presentes en la casa en el momento del hecho, serán sometidos a pruebas psicológicas para determinar qué vieron o escucharon.

El nombre de Verónica es uno de una larga lista de mujeres asesinadas desde la llegada de la pandemia. El 17 de marzo, ya se habían registrado contagios de coronavirus en Argentina y pese a que la cuarentena obligatoria no era oficial aún, el Gobierno llevaba semanas apelando al confinamiento voluntario. “Si hubiese sabido que dejarla en su casa terminaba con su muerte, me la hubiese traído conmigo”, dice Andrea. Desde el inicio de la cuarentena, unos 57 feminicidios ocurrieron en el país, según el recuento de la organización Casa del Encuentro. “La violencia de género aumenta en la convivencia obligada siendo la vivienda el lugar más inseguro”, ha alertado la ONG feminista.

El movimiento Ni Una Menos cumple este miércoles cinco años en Argentina. Andrea, su madre y sus otras dos hermanas han preparado carteles con la leyenda “Justicia por Vero” para sumarse a las protestas virtuales del aniversario. “Solo pido justicia, que este hombre pague por todo lo que sufrió mi hermana, y que los niños puedan tener una vida feliz, como ella quería”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Georgina Zerega
Es reportera en la redacción de México y cubre actualmente la cartera de política. También colabora en la cobertura de Argentina, de donde es originariamente. Antes de entrar al periódico, trabajó en radio y televisión en su país natal.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_