Prohibido criticar la medicina tradicional china ante el virus
Las autoridades locales de Pekín planean penalizar por ley a quien ataque unas terapias que el país trata de promocionar
“¡Estas salen esta noche para Etiopía!”. El presidente de Juxiechang Pharmaceutical, Bai Jianjiang, palmea con satisfacción una montaña de cajas apiladas ante la entrada a la empresa, en un polígono industrial en las afueras de Pekín. La compañía fabrica productos de medicina china tradicional. Le va bien, muy bien; tanto, que están construyendo una nueva sede en el solar de al lado. Como otras firmas de su sector, se ha visto beneficiada por la intensa promoción que el Gobierno chino ha dado a estas terapias, tanto dentro como fuera del país. Ahora, las autoridades locales en Pekín quieren dar un paso más allá, y se plantean aprobar una reglamentación que penalice difamar la medicina tradicional china.
El proyecto de legislación, presentado la semana pasada por la Comisión Municipal de Sanidad y la Administración de Medicina Tradicional de Pekín, exige a los distintos departamentos del Gobierno local que “apoyen el desarrollo de la medicina tradicional dentro de sus respectivas competencias”, en línea con las directrices del Gobierno central. También prevé que cada ambulatorio de la capital cuente con doctores de esta especialidad.
Pero es su artículo 36 el que ha llamado la atención. Ninguna organización o individuo “podrá difamar o perjudicar la reputación de la medicina china de ningún modo o comportamiento”, especifica el borrador. No se precisa, al menos de momento, qué se considerará difamación o perjuicio a la reputación, o cómo será castigado. También quedará prohibido exagerar o mentir sobre los beneficios de los medicamentos de esta especialidad, hacer publicidad engañosa de esos productos y “mencionar la medicina china para lograr beneficios de modo ilegítimo, o perjudicar el interés público”. El documento se encuentra aún en fase de consultas, y las partes interesadas o los ciudadanos que lo deseen pueden presentar sugerencias sobre su contenido a lo largo de todo junio.
Durante el mandato del presidente Xi Jinping, el Gobierno chino ha multiplicado los esfuerzos por promover su medicina tradicional, que recibió un enorme espaldarazo con la concesión del premio Nobel de Medicina a Tu Youyou en 2015 por su tratamiento contra la malaria, basado en antiguas recetas de hierbas. Ese año, el sector alcanzó un volumen de ingresos equivalentes a unos 100.000 millones de dólares, el 25% de todo el sector farmacéutico del país.
A muy grandes rasgos, la medicina tradicional china se basa en el principio de que todos los organismos contienen una energía vital o qi, formada a partes iguales por dos elementos, el ying y el yang. Cuando uno de los dos se descompensa comienzan las enfermedades; para restablecer el equilibrio y sanar al enfermo, los expertos prescriben acupuntura o medicamentos fabricados a partir de hierbas o productos animales. Esto último es un factor que le ha valido numerosas críticas, al motivar el tráfico ilegal de algunas especies en peligro o la sobreexplotación de otras.
Desde el comienzo de la pandemia de coronavirus, China ha propuesto tratamientos con productos de medicina tradicional que asegura que han dado buen resultado, bien para aliviar síntomas o bien para acelerar la curación en casos leves. Ha aprobado “tres fórmulas y tres medicamentos” para su uso entre enfermos de covid-19, y los ha enviado a otros países, desde Italia a Etiopía, como parte de su campaña de asistencia sanitaria al resto del mundo.
Uno de estos medicamentos está fabricado por Juxiechang: un producto que originalmente se desarrolló para tratar la gripe aviar H1N1 en 2009. “Puede reducir la fiebre mucho más rápido que la medicina occidental”, asegura el presidente de Juxiechang Pharmaceutical, durante una visita a su empresa organizada por el Gobierno chino. “También ayuda a recuperar la función pulmonar”.
No obstante, fuera del país los expertos advierten contra la distribución global de fármacos sin una investigación más exhaustiva sobre sus beneficios, o sus efectos secundarios, según ha publicado la revista Nature en mayo. Durante los primeros meses de la pandemia, la OMS clasificó en su página web los remedios de la medicina china como “no efectivos contra la covid-19, y pueden ser perjudiciales”. Desde entonces, no obstante, esa advertencia se ha eliminado, al considerarse que era “demasiado amplia”.
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