Los niños tienen menos receptores en la nariz para que el coronavirus penetre en el organismo
Los estudios de investigadores estadounidenses apuntan a que los menores poseen pocos receptores en las células nasales. En España representan solo el 0,55% de positivos
Los datos son tozudos. Semana a semana, los informes sobre la covid-19 de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (Renave) cambiaban en términos absolutos —subía el número de los diagnosticados, de los muertos, de los ingresados en hospitales y en UCI—, pero hay un valor constante: los menores de 15 años, que son el 13,5% de la población española, apenas representan el 0,55% de los diagnósticos, mientras que los de 70 años en adelante (el 15,5% de la población) cargan con el 27% de las infecciones (siempre de acuerdo a las pruebas PCR). Un ensayo que acaba de publicar Jama, la revista de la Asociación Americana de Medicina, ha encontrado una posible explicación: las células que recubren el interior de la nariz de los niños, las primeras con las que se tropieza el virus, tienen una menor cantidad de receptores ECA-2, las puertas de entrada del covid-19 en el organismo, que los mayores. El trabajo, uno de los primeros que intenta encontrar una explicación a la protección aparente de los menores, demuestra que con la edad la proporción de estos receptores aumenta.
El trabajo ha utilizado 305 muestras de tejido nasal conservadas en el instituto de investigación asociado al Hospital Monte Sinaí de Nueva York tomadas entre 2015 y 2018 a personas de entre 4 y 60 años. Los propios autores admiten que el rango de edades es una limitación, porque no hay personas más mayores, que son el grupo más afectado por el coronavirus.
La razón por la que entre los niños hay menos casos de coronavirus y la infección suele ser muy suave se desconoce, dice Cristina Calvo Rey, portavoz de la Asociación Española de Pediatría, quien cree que esta explicación “es muy plausible”. “Nos lo hemos planteado muchas veces y este estudio es uno de los que podría perfectamente contribuir a aclararlo”, opina. Sin embargo, “probablemente el motivo sea multifactorial”, señala.
Entre las posibles explicaciones que se han sopesado, está “que los niños están muy acostumbrados al contacto con virus, como los otros coronavirus o enterovirus, y pueden haber desarrollado algún tipo de inmunidad cruzada” (la que se genera como respuesta a un patógeno pero sirve contra otros), dice la pediatra. Cristóbal Coronel, secretario de la Sociedad Española de Pediatría de Atención Primaria (Sepeap), coincide: “Hay que tener en cuenta que la mayoría de los cuadros catarrales de los niños, los más frecuentes, los produce un coronavirus”. “Se está haciendo tanto trabajo y tanta investigación que espero que en no mucho tiempo tengamos respuestas”, opina Calvo Rey.
“Los mandábamos a casa”
Otro motivo por el que es posible que el número de niños afectados sea tan bajo es “porque apenas se les han hecho pruebas”, comenta Coronel. “Hasta hace una semana no eran accesibles, y como la mayoría de los casos eran leves o asintomáticos los mandábamos a casa sin más”.
No solo la afectación de los niños ha sido distinta a la de los adultos. También han manifestado algunas complicaciones diferentes. “En general han tenido cuadros mucho más leves y mucho menos frecuentes”, dice Calvo Rey. “Desde el principio vimos síntomas muy leves y muchos asintomáticos”, añade. Entre los problemas aparejados están los cutáneos —que también se han visto en adultos—, incide.
Y ha habido mucho revuelo alrededor de lo que “se ha llamado síndrome inflamatorio multisistémico pediátrico temporalmente asociado al coronavirus”, explica Calvo Rey, quien recalca al decirlo lo de “temporalmente”. “No es exactamente un kawasaki ni un shock tóxico”, afirma. E insiste en que “ha habido casos con PCR positiva, puede que haya habido asintomáticos y otros que no han dado nada”. “Lo que hay es una coincidencia temporal con algunos positivos, que, además, ya han pasado”. La pediatra insiste en la necesidad de tranquilizar a la población. “Conocemos el kawasaki desde hace años, lo que pasa es que ahora estamos con mil ojos en todo lo que pasa. Si los casos se hubieran dado hace un año habría pasado desapercibido”. Y añade: “Aquí se han diagnosticado pronto, se han tratado fenomenal y, que yo sepa, todos han salido bien”.
Coronel se queja de la alarma causada con esta enfermedad. Pero hay otros problemas de salud que él si ve asociados al confinamiento y que le preocupan. “Vemos problemas de sueño, de ansiedad —sobre todo en adolescentes—. Niños a los que les hemos metido en la cabeza el miedo al bicho y no quieren salir a la calle. Estamos generando una patología que a lo mejor no existía”.
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