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La guerra de las mascarillas enfrenta a Europa y EE UU

Francia denuncia intentos de Estados Unidos de llevarse sus pedidos de China, pero París también ha provocado cortes de suministro a otros países, como España

Llegada a París de un cargamento de mascarillas adquirido por Francia a China
Llegada a París de un cargamento de mascarillas adquirido por Francia a ChinaTHOMAS PAUDELEUX (AFP)
Silvia Ayuso

Intentos de compra a golpe de talonario en la misma pista del aeropuerto chino desde donde los cargamentos deben partir hacia otro cliente, requisas nacionales que enfrentan a países amigos … La gran carencia internacional de mascarillas, uno de los productos clave para evitar la propagación del coronavirus, está provocando fuertes tensiones entre aliados tradicionales como Europa y Estados Unidos, sumidos todos ahora en la misma carrera vertiginosa por adquirir el tan escaso bien. Pero las batallas también se libran dentro de las fronteras europeas, como demuestra la reciente incautación por parte de Francia de un lote de mascarillas procedente de Suecia y que debía viajar hasta España.

Según la revista L’Express, el incidente que provocó fuertes tensiones entre París y Estocolmo y que tuvo como víctimas colaterales a Madrid y Roma se produjo a comienzos de marzo. El día 3, el presidente francés, Emmanuel Macron, decretó —no sin críticas de países vecinos— la requisa de todas las existencias de mascarillas en territorio francés. Dos días más tarde, en Lyon, las autoridades se incautaron de cuatro millones de máscaras protectoras fabricadas por la empresa sueca Mölnlycke en China y que, tras llegar al puerto de Marsella, se encontraban en Lyon, donde el gigante nórdico tiene una plataforma logística. La mitad de ese pedido debía partir hacia España e Italia, que habían adquirido en cada caso un millón de mascarillas.

Aunque la alarma no se había desatado aún del mismo modo en España que en el país transalpino, al igual que Francia, todos sabían ya que las mascarillas eran un bien tan preciado en esos momentos como escaso, en vista de que ningún Estado europeo es capaz, por el momento, de satisfacer su propia demanda —Macron acaba de ordenar que Francia sea autosuficiente en la producción de mascarillas antes de que acabe el año, pero ha tenido que pedir más de mil millones de unidades a China—. “Al teléfono, nuestros interlocutores lloraban, necesitaban con urgencia esas mascarillas, era terrible”, dijo a L’Express una fuente de la firma sueca. La situación fue tan tensa que el Gobierno sueco tuvo que intervenir para presionar a París. Solo dos semanas más tarde, el Secretariado General de la Defensa y Seguridad Nacional (SGDSN), un órgano muy discreto que asesora al primer ministro, Édouard Phillippe, en seguridad nacional, acabó cediendo y permitió que los dos millones de mascarillas pedidos por España e Italia llegaran a su destino, de acuerdo con la publicación.

La experiencia ha llevado a la empresa sueca a desviar sus cargamentos procedentes de China a un puerto belga, desde donde viajan a sendas plataformas logísticas de la compañía en Bélgica y Suecia, para ser finalmente entregadas a sus destinatarios por vía aérea. “Va a ser más caro, pero al menos nos evitaremos las requisas arbitrarias practicadas en Francia”, comentó un representante de Mölnlycke a L’Express.

Desde entonces sin embargo, es la propia Francia la que clama contra las prácticas desleales de otros países en la “guerra de las mascarillas”, como lo llaman ya la prensa francesa y hasta algunos políticos.

La alarma la desató esta semana Jean Rottner, presidente de la región Gran Este, una de las más afectadas en Francia por la epidemia que ya ha causado más de 4.000 muertos en este país.

“Sobre la pista del aeropuerto, los americanos sacan el dinero en efectivo y pagan tres o cuatro veces más por los pedidos que hemos hecho, así que hay que pelearse de verdad”, dijo Rottner a la emisora RTL. “Es complicado, nos batimos las 24 horas del día para que las mascarillas sean entregadas”, agregó. Tal es su inquietud que el alto responsable de la región colindante con Alemania, Suiza y Luxemburgo —adonde han sido trasladados más de un centenar de pacientes graves franceses ante la saturación de los hospitales galos— va personalmente a recibir al aeropuerto los aviones procedentes de China con las ansiadas mascarillas, como lo hizo la noche del martes al miércoles con un pedido de dos millones de unidades.

Otras regiones no han tenido tanta suerte. “El presidente de una región nos ha explicado que su pedido de mascarillas le fue robado en el aeropuerto mismo por los estadounidenses, que pagaron, en efectivo, tres veces el precio”, declaró posteriormente el presidente de la región suroriental de Provenza-Alpes-Costa Azul, Renaud Muselier. El también presidente de la asociación de las regiones de Francia no ha querido revelar el nombre de la región afectada —que no es la suya, según se ha visto obligado a precisar en Twitter—, pero el diario Libération asegura que ha podido confirmar el incidente por las autoridades afectadas, bajo condición de no revelar de qué región se trata.

Quien no tuvo empacho este jueves en confirmar que se ha quedado sin un pedido en esta batalla para hacerse con las mascarillas es la presidenta de la región de París, Valérie Pecresse. “Perdimos un pedido frente a los estadounidenses porque pujaron más por un cargamento que habíamos identificado”, dijo a la cadena LCI sin precisar si se trataba de funcionarios norteamericanos o actores privados. Washington niega estar detrás de esas carreras a base de talonario. “El Gobierno de Estados Unidos no ha comprado máscaras a China destinadas a Francia”, declaró a la Agencia France Presse un alto funcionario estadounidense.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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