Las órdenes de permanecer en casa se extienden ya a California, Nueva York y otros tres Estados de EE UU
Uno de cada cinco estadounidenses está desde este viernes afectado por medidas de confinamiento
Las restricciones escalan dramáticamente en Estados Unidos a medida que, con la extensión de las pruebas de diagnóstico, se multiplican los casos confirmados de Covid-19, que en solo dos días se han duplicado por todo el país hasta rozar el viernes por la tarde los 16.000. Los Estados de Nueva Jersey (8,9 millones de habitantes), Connecticut (3,5 millones) e Illinois (12,7 millones) se sumaron el viernes por la tarde a California y Nueva York, al pedir a sus ciudadanos que permanezcan dentro de sus casas para evitar que la rapidez de expansión de la pandemia colapse los hospitales. Así, cuando todas las restricciones decretadas entren en vigor a lo largo del fin de semana, más de uno de cada cinco estadounidenses estará sometido a órdenes (o recomendaciones, ya que no se contemplan multas para los individuos que incumplan) de permanecer en casa.
Casi la mitad de los casos de Covid-19 se concentran en el Estado de Nueva York, lo que llevó este viernes al gobernador, Andrew Cuomo, a seguir los pasos de California e imponer a los ciudadanos una cuasi cuarentena de facto a la que hasta hace muy poco se resistía. Cuomo publicó una orden ejecutiva en la que pide a los 19 millones de habitantes del Estado de Nueva York que permanezcan en sus casas todo el tiempo que puedan. También ha ordenado a las empresas que presten servicios no esenciales que mantengan a sus trabajadores en sus casas. “Las medidas serán de obligado cumplimiento”, ha dicho Cuomo, “no son recomendaciones”.
La orden, que entra en vigor el domingo, pide a los mayores de 70 años que reduzcan sus salidas a la compra de alimentos y medicinas. También pueden salir para andar o hacer ejercicio siempre que mantengan dos metros de distancia con otros viandantes. Se prohíben las reuniones no esenciales de personas. El transporte público y las carreteras seguirán abiertos pero se desaconseja su uso. Los comercios considerados no esenciales deberán mantener a su plantilla trabajando desde sus casas. Entres los considerados esenciales están las tiendas de alimentación y restaurantes, los servicios de salud y farmacias, las gasolineras y talleres, las lavanderías, gremios como los fontaneros o albañiles, y los cuidadores de niños y animales. Las autoridades podrán multar a las empresas que incumplan las medidas, pero no a las personas individuales.
El viernes por la tarde llegaron órdenes similares a la de Nueva York en Connecticut, Nueva Jersey y, después, en Illinois. Este Estado comprende la ciudad de Chicago, con 2,7 millones de habitantes y un área metropolitana de casi diez millones, la tercera ciudad más poblada del país después de Nueva York y Los Ángeles. También se han decretado medidas de reclusión en ciudades como Nueva Orleans, de 390.000 residentes. En Florida, destino predilecto de los jóvenes en las vacaciones de primavera o spring break, se ha ordenado el cierre de bares restaurantes y gimnasios.
El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, llevaba días persiguiendo la orden de forzar a los neoyorquinos a quedarse en casa, pero Cuomo se resistía. Mientras, los casos positivos en el Estado ascendieron a 7.102 el viernes por la mañana, de los cuales 4.408 son en la ciudad. El Estado de Nueva York supone más del 40% de los contagios de todo el país, según los cálculos de The New York Times, y cuadruplica a los siguientes afectados: Washington, con 1.228, y California, con 10.573, y donde la medida se ha tomado para los 40 millones de personas que viven en el Estado. Preguntado por las medidas adoptadas en el Estado donde creció, el presidente Donald Trump elogió a las autoridades. “Les aplaudo, están dando pasos muy fuertes, muy valientes”, dijo.
En su primera comparecencia en modo remoto, el alcalde de Nueva York se centró el jueves en reclamar mayor ayuda federal, solicitando al presidente Donald Trump el despliegue del Ejército, y alertó del cercano desabastecimiento de productos sanitarios, como respiradores, mascarillas y ventiladores. De Blasio abogó por incrementar la capacidad hospitalaria en las próximas dos semanas y advirtió de que los profesionales sanitarios afrontarán “condiciones de campo de batalla”. “Hace una semana, yo intentaba mantener el empleo y que la gente continuara su vida, pero ahora estoy más preocupado por las vidas en riesgo”, dijo.
A pesar de que ha habido ya muertes en más de la mitad de los Estados del país, en otras partes de la geografía estadounidense la gente sigue saliendo a la calle con relativa normalidad. Hasta hace poco, el asunto parecía preocupar más a los ciudadanos que proceden de otros países. Pamela Paredero Fernández, asturiana de 47 años actualmente residente en Manhattan, se muestra sorprendida por el ambiente en su barrio, el Upper West Side: “Parece que no son conscientes de lo que está pasando. No sé si no se están haciendo suficientes pruebas, o los números aún no les preocupan, porque en la calle, a no ser por los bares cerrados, el ambiente parece normal. Y en Central Park este mismo jueves había mucha gente”.
En su caso, su marido y ella ya intentan restringir las salidas al máximo y solo van al parque, con sus dos hijas, con muchas precauciones y sin interaccionar con nadie. “Creo que si sigue creciendo, tendrán que decretar algo similar a lo de España, y aunque sea duro, lo tendremos que aceptar”. Sin embargo, entre muchos estadounidenses el nivel de preocupación parece ser aún bajo.
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